Vivir en la frontera es como vivir en tierra de infieles, en un lugar condenado. Somos la versión moderna de Sodoma y Gomorra.
Gabriel Trujillo Muñoz, Círculo de fuego
La guerra contra el narcotráfico, iniciada a finales de 2006 durante el sexenio de Felipe Calderón, produjo un recrudecimiento de la violencia en México. Cerca de dos décadas después, el crimen organizado ostenta cada vez más poder en numerosos territorios del país. Las víctimas se multiplican, sus rostros van borrándose de los volantes de personas desaparecidas, sus nombres son condenados a un olvido institucional en expedientes archivados o inexistentes. Mientras, los narcotraficantes permanecen tranquilos, aliados con políticos poderosos; el Narcoestado se consolida. Una realidad tan cruenta, marcada por la violencia cotidiana, no puede escapar de la representación —favorable o desfavorable, crítica o ingenua— en los productos culturales.