La fragilidad del desvelo: “Libro de la vigilia”, de Carolina Olguín

A las permanencias visibles
a las ocultas también.

Libro de la vigilia, Carolina Olguín

Con esta sutil dedicatoria, a manera de antesala y con la atmósfera de una sentencia premonitoria, se abre Libro de la vigilia (2023), libro de poemas escrito por Carolina Olguín (México, 1978) y publicado por la Editorial Universitaria de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), a manera de una reedición y de una reelaboración formulada por la propia autora a partir del libro homónimo publicado en 2014.

Así como lo denota su origen mutable, esta obra está construida fuera de las ataduras de la estructura fija, tanto en términos formales como temáticos. En el plano más superficial, observamos una desenvuelta técnica dentro del verso libre, que aprovecha las construcciones breves para articular poemas contundentes, precisos. El estilo de la autora sorprende por la elaboración de ideas poéticas complejas en un espacio mínimo, dando solamente los elementos indispensables para que se perfilen los contornos de una interpretación.

Hace tiempo un sonido
distinto
al parloteo
Hace tiempo el esplendor 
de una tea gastada
que ilumina el orbe
Hace tiempo su sonido
Hace tiempo de eso también.

Carolina Olguín, Libro de la vigilia, UANL, p. 57

Respecto al manejo del lenguaje, nos enfrentamos a un interés constante por romper la sintaxis natural del idioma. La dislocación en el orden de las palabras o incluso el prescindir de puntuación que busque dar jerarquía estructural provoca el desconcierto y la desautomatización de la lectura, rasgo siempre favorable al tratarse de un trabajo poético que exige la agentividad del lector.

Justo en este punto encontramos un rasgo que caracteriza el trabajo de la poeta: la composición en torno a la confianza entregada al lector. La interpretación en sí misma constituye un recurso indispensable sobre el que la pluma de Olguín elabora ideas que cimbran la lectura por su complejidad, peso y profundidad.

De manera constante, la construcción poética se complejiza al configurarse desde la inmediata yuxtaposición de imágenes, lo que genera una interpretación provocada a partir de la asociación relativa y simbólica. Estas imágenes que materializan el pensamiento poético de la autora implican metáforas, alegorías, símiles profundos, que reclaman desencriptar un significado cifrado con fineza.

Entonces la vi de nuevo:
La añeja plática
una continuación de otras
siempre aguas estancadas
nunca ríos al mar
ora lagos al alba
ora estanques de baño público
o bien, de alberca dominical
lo mismo da
siempre aguas estancadas

Carolina Olguín, Libro de la vigilia, UANL, p. 41

El recorrido por cada poema debe realizarse de manera meticulosa, bajo la noción de conducir el proceso de interpretación hacia distintos ejes y soportado en diferentes dimensiones. La lírica de Olguín incita a la constante relectura, que puede llevarnos del disfrute rítmico y sonoro de las figuras retóricas hasta el asalto de imágenes, sus correlaciones, la referencialidad y la construcción final de una interpretación que siempre se mantiene con huecos a la espera de ser llenados.

Todos estos rasgos suman a una intencionalidad que podríamos catalogar como experimental, que se extiende más allá de los márgenes del poema como concepción individual y se deposita en el concepto mismo de la obra como conjunto y como propuesta integral.

En términos generales, el libro se encuentra seccionado en tres apartados: “Vigilias”, “Desfiles” y “Danzas”Al interior de cada una de estas divisiones se nos presenta la evocación de un entorno, un carácter específico que da cierta unidad, mas no homogeneidad, a los poemas ahí contenidos. A lo largo de las páginas, la enunciación, el enfoque y el discurso del yo lírico se transforman de un punto a otro para ofrecer panorámicas amplias que recorren de lo abstracto a lo concreto en un trayecto sinuoso y que parece reelaborarse sobre sí mismo.

Sin embargo, aun entre todos estos ejes, encontramos lo que podríamos entender como el centro gravitatorio que da coherencia, sujeción y movimiento al libro: el concepto de la vigilia. 

Esta noción es abordada por la poeta mucho más allá de la concepción cotidiana de un estado de conciencia y alerta frente a su contraparte del sueño. El símbolo que se edifica en torno a este hilo conductor nos dirige al cuestionamiento de la realidad, la fragilidad de la percepción, la mutabilidad de lo que nos rodea y, por encima de todo, esa voluntad humana por aprehender todo aquello que se nos escapa. “Descorrer el velo” funge como el gran designio de fondo que rodea el flujo de cada poema de esta obra.

Al derramarse la piedra encendió mi cabeza en la almohada
En esos casos: navegarse
Instaurar un lenguaje de caracol apenas define
cosas, amasijos que laten con fuerza
enrolan la mitad que uno es con la media de la población
que al despertar
uno es también

Carolina Olguín, Libro de la vigilia, UANL, p.24

El sueño incluso puede verse reflejado al emparejar los procesos de la conciencia con los de la propia labor creativa. Los versos de Olguín funcionan como un espejo de la concepción poética, como un símil de la noción del sueño, que opera un poco en la parte consciente, voluntaria y racional, pero cuyo carácter indeterminado y subjetivo se configura desde el dominio de lo subconsciente, lo involuntario, lo irracional. 

La idea de que la propia conciencia limita nuestra capacidad de aproximarnos a lo oculto, lo velado, lo inaccesible, reformula las percepciones e implicaciones de la vigilia. De pronto, el entrelugar del sueño y la vigilia parece cobijar el discurrir del libro mientras a nosotros, lectores, nos mece en una bruma que por momentos se descorre para dar brochazos de color llenos de contundencia y brillo.

Este juego entre dualidades también se vuelve un leitmotiv del libro. La tensión de la dicotomía sobrepasa las nociones del sueño y la vigilia para depositarse en categorías próximas dentro de un mismo universo lírico. Ya sea desde las construcciones del encuentro-desencuentro, vida-muerte, presencia-ausencia, dolor-placer, el contraste entre opuestos ofrece una visión que pretende amplificar la perspectiva en torno a la realidad y la manera como la percibimos.

El propio yo lírico en poemas como “Festín del mirar (con nota)” nos ofrece la incógnita y la pregunta frente a dicha indeterminación, la inmensidad incomprensible, capaz de arrebatarnos el sueño frente al devenir que implica la existencia humana. Sin embargo, es de un interés particular notar que la mayor parte de los poemas que conforman este libro sitúan la mirada en el exterior de nosotros mismos, para comprenderlo todo desde la otredad, lo ajeno, lo extrínseco. La manera de abordar temas de un carácter tan profundo, casi ontológico, al margen de la introspección meditativa, permite también concebir una perspectiva diferente acerca de la forma de relacionarnos con lo que sobrepasa nuestra propia individualidad.

Dicha configuración hacia el exterior vincula todas estas preguntas y cuestiona el presente que habitamos, dentro de su dimensión social más latente. Así, poemas como “Función 2011” nos obsequian un crisol en donde se funde la visión de un mundo moderno que parece devorarse a sí mismo hacia dentro de una lógica del absurdo, o “Local” donde se materializa una crítica incisiva hacia el entretenimiento y el mercado, o incluso nos encontramos con poemas como “Suburbios”, donde se equipara la idea de la periferia geográfica con los límites de la conciencia.

Con todo ello, el libro en sí mismo engarza, desde su origen e intencionalidad, el propio trabajo de relectura y reinvención por parte de la autora con la búsqueda de reformulaciones e interpretaciones del lector que se adentra en la incógnita del desvelo. Página a página, nos enfrentamos con un libro que permanece y muda a cada verso, que nos invita a hallarnos en medio de la certeza de un pensamiento oculto y de la posibilidad de la idea revelada.

Libro de la vigilia se encuentra disponible en la tienda de la Editorial UANL, donde puedes adquirir tu ejemplar y descifrar cada uno de sus rincones.