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Noticias del infierno – Microrrelatos de Ernesto Tancovich

El sueño reparador

Soñé que llevaba a mi hijo de cuatro años a la plaza. Hacíamos carreritas, del lapacho a la estatua, de allí al banco, a la farola. Se me dice que no puede ser, que no llegué a conocerlo, que Marta recién iba por el cuarto mes cuando ocurrió mi accidente, que es otra cosa lo que se esconde en el sueño. Dicen los sabelotodo.

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Envoltorio de caramelo – Microrrelato de José Alejandro Silva

En el húmedo y helado concreto de la calle, al lado de un farol parpadeante de luz tenue, lo vi, sin nombre. Una vida llena de promesas que no tiene identidad. Abrumado en impotencia y vergüenza, no quise pensar en lo que se escapaba frente a mis ojos, en las neuronas apagadas e inexistentes. 

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“De cuando los ajolotes soñaban”, de Thalía González, o el sueño (ir)real

Emigrar es desaparecer para después renacer. Inmigrar es renacer para no desaparecer nunca más.

Samí Naïr y Juan Goytisolo

La migración ha sido uno de los temas con mayor pertinencia en la actualidad. Diversas noticias en medios periodísticos e informativos dan cuenta de los desplazamientos a lo largo de todo México, por ello, el arte y la cultura no son indiferentes ante tales problemáticas. En De cuando los ajolotes soñaban. Teatro mexicano (FokusBuk, 2022), de Thalía González, la migración también se presenta como el eje medular que dirige el diálogo polifónico de sus personajes.

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Los historiadores dirán que eran amigas

Quien frecuente foros como Reddit o páginas dedicadas a historia o literatura estará familiarizado con el concepto “historians will call them friends”, que se podría traducir como “los historiadores dirán que eran amigos”. Este lema, más allá del humor, pone de manifiesto un problema evidente: la invisibilización y supresión de la homosexualidad a lo largo de la historia, o queer erasure. En el caso de las mujeres, esto convive con la fina línea entre la amistad intensa y el amor romántico, lo cual reserva al lesbianismo un lugar especial. En el cine clásico de Hollywood, esta diferencia nunca ha sido más clara que en los días del Pre-Code, cuando el lesbianismo parecía poder existir en un limbo entre la sutil insinuación y lo que resulta atractivo para la mirada masculina. Las consecuencias de esta dicotomía han llegado hasta nuestros días.

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¡Vivan los dibujos feos!

Dibujos feos de Sarah Cruz

Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.

Wisława Szymborska

Siempre me ha gustado dibujar, es una de mis actividades favoritas. Cuando dibujo el tiempo se borra y la mente se ordena y desordena sin temor alguno. Dibujar es uno de mis oficios laterales. Uno de los que más atesoro, cuido y evito que se convierta en trabajo cansado o en una repetición tediosa. No soy profesional, aunque constantemente me cuestiono qué significa serlo: ¿ganar dinero?, ¿dominar la técnica?, ¿tener un estilo definido?, ¿cien mil seguidores en Instagram?, ¿todas las anteriores? Me cuesta trabajo afirmar “soy dibujante”, porque quizá no podría responder que sí a ninguna de las preguntas anteriores; pero lo soy si significa ser una persona que dibuja casi todo el tiempo. (Dibujante amateur si se prefiere).

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Tanatosis – Cuento de Andrea Santana

Ilustración de Darío Cortizo

Está lloviendo.

Las gotas de agua golpean las puntas de las hojas, empujándolas hacia abajo. Algunas de ellas se aglomeran en las láminas verdes y, cuando éstas no aguantan más el peso, se doblan hacia abajo, dejando que un chorrito de cristalina y fresca agua de lluvia me bañe y lubrique mis ojos.

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Jesús, mártir de la izquierda

Ilustración de Carlos Gaytán

Los que mueren por la vida No pueden llamarse muertos, Y a partir de ese momento Es prohibido llorarlos.

Alí Primera

Un Dios crucificado, con carne sufriente y yagas dolorosas. Con una estocada en las costillas para confirmar su muerte. Con el cuerpo envuelto en sangre coagulada y la cara lacerada por una corona de espinas que lo significaba como el rey de los judíos. Humillado. Con dos clavos, me imagino que oxidados, atravesando sus palmas, y ambos pies juntos con el empeine destrozado pegado a una cruz de madera mohosa. Ésa es la primera imagen que tengo de Dios en mi vida.

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Cruzar el estrecho

En mi viaje por Bucarest he realizado una parada, tal vez fue mientras esperaba el tren, o en una cafetería con un fuerte aroma a café turco especiado. No lo sé. No reparo en el clima, ni en los susurros que se asoman a través de la fina y delgada cortina de la realidad, a veces tan escénica. Cartarescu me ha provocado muchas cosas, entre ellas reflexionar acerca del estrecho entre la muerte y el amor, además de regresar a otro autor que mencioné en esta misma columna: Carrère, quien nos dice que conviene tener siempre un sitio a donde ir. 

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El erotismo y la obligación de hacernos felices: a treinta años de “La llama doble” de Octavio Paz – Ensayo de Pamela Muñoz

No llamamos a algo “bueno” porque lo sea, llamamos bueno a lo que deseamos.

Baruch Spinoza

“Es nuestra ración de paraíso” es una frase difícil de olvidar luego de mi tercera lectura de La llama doble, publicado por Octavio Paz en 1993. Pero ¿a qué se refería Paz realmente con paraíso? La llama doble, además de ser un ensayo sobre la sexualidad, el erotismo y el amor, es un tratado sobre el paso de estas manifestaciones en la vida y en la literatura. Es un libro que tiene el poder de cambiar nuestras concepciones respecto al desarrollo de la sexualidad, gestionando paralelamente nuestra libertad. No hay nada más erótico que el misterio, y “el misterio de la condición humana reside en su libertad”, escribe Octavio Paz.

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Cómo evitar mal la tristeza

Ilustración de Mariana Chávez

Trabaja en algo, para que el diablo te encuentre siempre ocupado.

San Jerónimo

Tengo el recuerdo —¿será inventado?, ¿tendrá su parte verdadera y su contraparte falsa?— de que, cuando era adolescente, mi mamá me dio un consejo. O tal vez solamente dijo algo que sonó como uno: “Yo hago cosas para no andar pensando pendejadas”. Hacer cosas para evitar pensar en pendejadas. Con cosas se refería al abanico de actividades que van desde ser un miembro productivo de la sociedad hasta mantener la casa limpia. Las pendejadas, por otro lado, hacían alusión a las emociones y sensaciones que impiden la realización de dichas actividades.