“De cuando los ajolotes soñaban”, de Thalía González, o el sueño (ir)real

Emigrar es desaparecer para después renacer. Inmigrar es renacer para no desaparecer nunca más.

Samí Naïr y Juan Goytisolo

La migración ha sido uno de los temas con mayor pertinencia en la actualidad. Diversas noticias en medios periodísticos e informativos dan cuenta de los desplazamientos a lo largo de todo México, por ello, el arte y la cultura no son indiferentes ante tales problemáticas. En De cuando los ajolotes soñaban. Teatro mexicano (FokusBuk, 2022), de Thalía González, la migración también se presenta como el eje medular que dirige el diálogo polifónico de sus personajes.

Como su título menciona, el libro se ciñe al género del teatro, específicamente a la tragicomedia. La obra de nueve cuadros se centra en las relaciones entre quince personajes con distintas motivaciones e historias personales. Las barreras entre edad, sexo, preparación académica e incluso nacionalidad se verán diluidas cuando el Diablo, el jefe pollero, los reúna en una cabaña en la frontera entre México y Estados Unidos a la espera de prestarles sus “servicios” para arribar al país norteamericano. Desde un operador de autobuses hondureño, hasta un médico cirujano titulado con honores, cada personaje develará paulatinamente las razones por las que ha llegado hasta ese punto. Las reservas sobrantes desaparecen cuando Samay, una anciana panadera proveniente de Guanajuato, les facilita una generosa cantidad de peyote. En ese punto, el desenfado se acentúa, pues los efectos de la droga desembocan en una polifonía marcada, paradójicamente, por el individualismo de las situaciones personales de cada personaje.

De principio a fin, es posible conocer el humor de la autora, contrastante con las situaciones de los personajes. Hay juegos léxicos, albures, pasajes cómicos, entre otros recursos insertos en las didascalias, los cuales permiten al lector vislumbrar las acciones en la puesta en escena. Esto, por supuesto, ayuda a distender las tensiones entre el público y lxs personajes, en la medida en que resta pesadez a las desgracias de cada unx de ellxs. Por ejemplo, al presentarse por primera vez, Fermín, un niño de doce años originario de Chiapas discute con Vidal, el conductor hondureño:

Vidal. — ¡Macanudo el maje! ¿¡No te dolió!?
Fermín. — ¡Ni que fuera puto como tú!
Vidal. — Bueno, ¿¡vos qué traes conmigo!?
Fermín. — ¡No!, ¡nada!, ¡no’más digo que eres puto!
Vidal. — ¡No soy puto!, pero si lo fuera, ¿¡qué!?, ¿¡eres un machito homofóbico!?
Fermín. — Pos’ no sé qué sea eso de homofóbico, pero machito sí soy y de lo otro que dices, pos’ chance y sí.

Thalía González, De cuando los ajolotes soñaban, FokusBuk, p. 19

Thalía González pretende mostrar no sólo una amplia gama de tipos sociales, sino que los hace convivir en un entorno cargado de violencia, pero sobre todo de aspiraciones. De ahí que, en el título, la acción de los personajes ajolotescos recaiga en el soñar. Es en este espacio de indeterminación subjetiva que las historias cobran sentido, donde puede conocerse el anhelo de cambiar los camiones por las aeronaves, los arrepentimientos amorosos y las elecciones fallidas, el deseo de pertinencia maternal y la consumación del emprendimiento, entre otros. En cada caso, la aspiración se convierte en el sueño de búsqueda obligatorio para la transformación individual. Así, emigrar se entrelazaría con el renacimiento, tal como menciona el epígrafe antes citado; sin embargo, la autora va más allá: obliga a sus personajes a inmigrar, de modo que al final cada protagonista modificará su existencia de manera definitiva, luego del ejercicio de introspección motivado por el peyote, así como de los acontecimientos finales.

De cuando los ajolotes soñaban pretende desarrollar una perspectiva crítica que si bien parte del fenómeno migratorio no radica sólo en él. Es decir, existen de fondo otro tipo de elementos emancipadores de cada uno de los agentes involucrados en la obra: la desatención y el abandono familiar, la depresión, la violencia social, la corrupción, entre otras. No sólo un hay un diablo, sino que los factores detonantes provienen de otro tipo de agentes que, en principio, son responsables de esos mismos problemas. 

Cabe destacar la decisión autoral de publicar una obra teatral en formato de libro. En este sentido, el soporte facilita la inserción de las ilustraciones realizadas por Manuel Mugica Fuentes, cuyo trabajo no sólo acompaña los diálogos, sino que también presenta detalles gráficamente complementarios para la edición. Asimismo, la publicación hecha por FokusBuk contiene una nota de Thalía González, una nota del artista, un epílogo escrito por Lourdes Solis, además de un apartado de notas relacionadas con diversos pasajes de la obra. De este modo, el formato favorece la complementariedad de textos para la pieza.

De cuando los ajolotes soñaban es una obra ágil, con un espíritu crítico, pero también con un tono ácido. Entre sus personajes, sus diálogos y didascalias, aborda la migración no sólo como un problema social, sino también como una muestra sintomática de diferentes causas igualmente relevantes. El libro puede conseguirse en librerías Ganhdi o a través del portal de Amazon.