Categoría: Creación

Expresiones artísticas de distinto tipo, ya sea de tipo visual o literario, como cuento, poesía o ensayo.

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El vestido de Sara || Cuento de Cristina Meza

La noche de la fiesta no pude evitar recordar la primera vez que Sara y yo mantuvimos una conversación, aunque fue más bien breve y no creo que haya sido tan memorable para ella. Lo que más me cautivaba de su aspecto eran sus ojos, tenía unas pestañas largas perfectamente maquilladas y cada que sonreía su mirada se achicaba con ternura. Durante meses esperé la oportunidad para acercarme a ella, pero no obtuve éxito, por eso mi sorpresa fue grande cuando la vi entrar por la puerta.

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Épica de la semilla || Poema de Diana del Ángel

Ilustración de Paulina Bejos

Lo que sobra es tiempo, me dije,
debajo de estas múltiples capas
de firmes células palisades y protector ácido palmítico;
al resguardo del pretoriano aceite de colza
ningún hongo me aquejará, lo sabía.
Si alguna bacteria lo intentó,
se perdió en el microscópico laberinto
del escolta pericarpio que me envuelve.
Soy una fortaleza minúscula, pero infranqueable.
Tiempo es lo que me sobra, me dije. 
El Holoceno apenas comenzaba.

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Nuestro papel es nuestra sombra || Ensayo de Juanita Porras

Ilustración de María José Porras

Calderón de la Barca escribe: “¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, / y los sueños, sueños son”. La vida como sombra está en Platón y como ficción —como teatro— en Shakespeare. Ha sido entonces una intuición de antiguos y renacentistas la idea de que la realidad no es o ha sido deformada. A pesar de la incesante búsqueda de realidad en la carne del mundo, en lo visible y táctil, en la naturaleza, siempre está allí la presencia de una ausencia. Esa experiencia de lo espeluznante en la que algo falta donde no debería. Es la grieta a la que se le pone el ojo para ver la tempestad del mar y el pequeño esquife desde el que observas el mundo en la noche más tempestuosa para saber de velos que sutilmente se corren con el viento.

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Después de la tía Emilia || Cuento de Juanma Bahamonde

Era la primera vez que Juan visitaba el cementerio civil de Madrid. Acudía a visitar la tumba de su hermana. Junto a la lápida alguien había depositado una foto de su tía Emilia. Se acordó entonces de cuando murió la vieja dama. El año antes de su muerte la tía Emilia había luchado por no rendirse a las telarañas de la desmemoria. Nunca perdió la anciana su sonrisa ancha, cálida y familiar. Siempre arrinconó sus recuerdos de una dura posguerra: el dolor de enterrar a sus dos hijos cuando ambos no habían probado de la vida más que un ligero sabor amargo al odio y el resentimiento; la rabia de perder a su marido en la batalla de Belchite y no saber dónde llorarlo. Recordó también cuando él llegó al pueblo con su hermana y su padre. Su madre había llegado hacía dos días. “Mamá está cuidando de la tía Emilia. Necesita a alguien que le haga la comida. Se está quedando muy flaca”, le dijo su padre. Al salir del coche vio a su primo Javier salir de la casa de su tía. “¿Es que ha muerto la tía Emilia?”, preguntó con un rostro inquieto. Su mente infantil unió recuerdos y sentimientos. Su primo Javier hacía tiempo que dijo que no volvería al pueblo a visitar a la tía Emilia. “¿Por… Por qué lo dices?”, balbució su padre. 

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Las uvas de la memoria || Cuento de Eduardo Viladés

Vinos jóvenes de viura, mezcla de viura con chardonnay, chardonnay sin barrica, chardonnay fermentado en barrica, rosados, tintos jóvenes y tintos de roble, reservas, gran reserva, crianzas, vinos blancos, dulces, de moscatel.

Algunos son afrutados, frescos, deben ser consumidos dentro del año siguiente a su vendimia. Otros son más estructurados y acídulos. Los hay que se bonifican con el paso del tiempo, como las personas. Ciertos caldos se echan a perder, también como algunos seres humanos.

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Deseos || Cuento de Andrea Jocelyn Mora Méndez

*Fotografía documental de la obra La promesa de la artista mexicana Teresa Margolles

El camino era largo y peligroso. Sabía que no sería sencillo y que podía no llegar a su destino final, pero no le importaba. Ya no había nada que perder. Ya lo había perdido todo y no podían arrebatarle nada más… Todo se lo habían llevado, todo, todo. Le quedaba el miedo y el dolor. Ojalá se llevaran eso también y no sólo lo bueno, ojalá le quitaran su dolor y se pudrieran por dentro como ella se sentía, ojalá su dolor y su miedo los paralizara y los consumiera, ojalá también llevaran huecos y ausencias como los de ella.