Categoría: Letras

Un panorama de amplio espectro en torno al fenómeno de la palabra escrita

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Una vez habité una isla – Poemas de Carolina Alvarado

Las nubes y yo recorremos la península

Ni las nubes ni yo escapamos del tiempo
aunque recorramos presurosas la noche
y, en una pestaña, atravesemos la luz.
No escapamos, estamos queriendo atrapar,
en sus manecillas, la mirada coqueta del futuro.
Montadas en una bicicleta, las nubes y yo recorremos la península,
roca de Júpiter, barco de coral, timón del silencio.
Ella, sus ruedas, su silla, empieza a oler a mí, olvida tu olor,
está por nacer, está por morir, está por ser ella misma.

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Cuerpo, palabra, imagen: escribir el instante  

Fotografía de Sarah Cruz

—¿Y si sólo fuéramos la imagen reflejada en un espejo?
—Entonces nada ni nadie podría jamás contestar esta pregunta.

Salvador Elizondo, Farabeuf o la crónica de un instante

Porque los poros o la tinta son una misma cosa. Una misma apuesta.

Luisa Valenzuela

Me gustan los libros que son más que eso. Me gusta que haya un juego en el título, en las palabras, en el libro mismo. Me gusta que un libro pueda ser muchas cosas, como lo es un poema. Me gusta tener en mis manos un entrelazamiento de cosas. Me gustan los libros de poemas que son ensayos, las fotografías que son ensayos y los ensayos que son poéticos. Me gusta masticar de todo un poco al mismo tiempo. Me gustan los enredos, los nudos, los problemas que se esconden. Me gustan las cosas que fluyen en un mismo espacio, pero un espacio sin paredes, un espacio que escapa de sí mismo. Me gustan las cosas reales que son irreales, que son estrechas y son pesadas y son angostas y son diminutas y son inmensas. Me gustan los libros que cambian a cada página; a los que cuesta no regresar, sacar la pluma, doblar la esquina. Me gustan los relatos que se cuentan en una imagen. Me gusta una imagen que cuenta relatos infinitos. Me gustan las palabras en las que el cuerpo se inserta dentro y fuera de ellas; antes, durante y después… para siempre.

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Tras la sangre, plumas negras y letras rojas: “Entre zopilotes”, de Ricardo Mendoza

Quienes trabajamos alguna vez en un periódico no olvidamos la consabida orden del jefe de redacción a los reporteros de la sección de policía: “¡Que la página chorree sangre!”.

Ricardo Mendoza

A lo largo del 2022, se registró la publicación diaria de al menos catorce noticias de atrocidades a lo largo de todo el país. En tan sólo un año, 5317 notas periodísticas narraron las historias de tortura, asesinato, linchamientos, violaciones, calcinamientos, entre tantos otros horrores, que actualmente configuran nuestra cotidianidad. Por tanto, el género periodístico de la violencia extrema anuncia su más terrible vigencia dentro de la realidad mexicana.

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La sonrisa del ángel – Cuento de Jorge Muñoz

El rey se volvió loco. Sí, eso dijeron sus más cercanos. Dijeron que pasó toda la noche gritando. Entre sus palabras disparatadas contaba que horribles fantasmas lo acosaban, recordándole sus crímenes atroces, crímenes cometidos desde su temprana niñez, cuando se entretenía lanzando a inofensivos perros desde lo alto de las torres del palacio para gozar viendo cómo se destrozaban en el suelo; entonces reía y cantaba saltando y agitando los brazos. Mientras más sangre salía de los cuerpos reventados, más se alegraba.

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Un lugar para las pérdidas – Poema de Edwin Guillermo Pérez Flores

Oh las cuatro paredes de la celda
[…]
Criadero de nervios, mala brecha,
por sus cuatro rincones cómo arranca
las diarias aherrojadas extremidades.

César Vallejo

I

El insomnio sepulta la noche en mis ojos,
ya no podrán ocultarle al tiempo tu cuerpo.
Mis lágrimas se hacen luciérnagas
suspendidas sobre la rapiña de las sombras.
Sólo han olvidado un vacío en mi boca,
la rabia de las paredes ahora lo destroza,
abandonando en la palabra desperdicio
el cadáver de una vida que todavía no he vivido.

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“Somos animales en peligro”, de Verónica Bujeiro: identidad y morriña

Pero si un día ya no está notarías la diferencia.

Verónica Bujeiro

Somos animales en peligro (2022), de Verónica Bujeiro (Ciudad de México, 1976), publicada por la Universidad Autónoma de Nuevo León, se presenta como teatro. Ahora bien, quien espere encontrar una pieza convencional quedará gratamente sorprendido con una obra híbrida, a ratos más cercana a la poesía, donde la autora nos confía, como quien habla a un amigo, un pedazo esencial de su vida e identidad. El resultado es una historia que, aunque parte de la experiencia autobiográfica de su creadora, apela a cada uno de nosotros por los conceptos tratados: la identidad, el sentimiento de pertenencia, el miedo a ser olvidado y la morriña (concepto gallego para designar la nostalgia de la tierra natal).

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Las ensoñaciones del mal – Cuento de Juan Carlos Vasquéz

Beppo, Marco, Ana y Giovanni no lo creían. Aquellos que lo habían conocido en la historia de ¿Cambiar? ¿Suicidarse? ¿Matarlos a todos? pensaron que “Doble A” era un personaje en un juego, un thriller en una historia sobrevalorada… y preferían disfrutar sosegadamente en aquellas veladas negras de lectura sin profundizar en la veracidad de los hechos, pero él les negaba con rotundidad: no es una fábula, es cierto, lo pienso, lo detallo, lo llevo a cabo, luego alguien lo escribe. Como “Doble A” preveía, Anna y Beppo querían saber más de sus últimas actividades y le hacen preguntas con dobles intenciones.

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Lucha política, resistencia y descanso: reflexiones personales

Ilustraciones de Mariana Chávez

Si sentimos dolor y rabia, es que no hemos renunciado a nuestra capacidad de reaccionar ante el mundo. Significa también que no aceptamos la violencia cotidiana como algo natural, y que no vamos a tratar la violencia como algo que se da por supuesto.

Judith Butler

Cuidarme a mí misma no es autocomplacencia, es autopreservación. Y eso es un acto político.

Audre Lorde

Al estudiar humanidades en Filosofía y Letras, me encuentro inmersa en una burbuja que comprende ideologías particulares. Con esto me refiero a un ambiente de apoyo a causas feministas, disidentes, anticapitalistas, antirracistas y un etcétera que está todavía descubriéndose y transformándose. Es poco probable que alguien, de manera abierta —no velada y anónima, como ocurre a través de los comentarios de odio (en su mayoría tránsfobos) escritos en los baños—, repruebe el aborto o la libertad sexual de las personas, justifique el racismo, la transfobia o directamente niegue esas opresiones.

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La otra esquina de El infinito – Cuento de Carlos Quintanilla

Hace unos momentos aquel hombre desvió su mirada a la pared donde estoy recostada. Ahí se encuentra uno de los posters que tenemos colgados en el bar, en él se observan a los integrantes de ABBA vestidos elegantemente y con una pirámide de fondo. Son interesantes los gustos de las personas cuando se les condiciona con sólo verlos una vez en la vida. En el traje que lleva puesto se empezaron a forjar arrugas cuando acomodó sus nalgas en el pequeño asiento de la barra. Esta noche soy sabedora de que está, junto con otros hombres, en representación de Manuel Serrano; disque tienen que cerrar un acuerdo para el viejo, con el fin de no perder un porcentaje de ganancias de este lugar. Sin embargo, ninguno de ellos se observa concentrado para darle de lleno a sus responsabilidades. El tipo está recibiendo una llamada.  

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A casa, a mamá y al melodrama: “Volver” – Ensayo de Mauricio Jarufe Caballero

En Volver, bondadoso melodrama de Pedro Almodóvar, los personajes se piden perdón muchas veces. Puede ser resultado de una crianza particular hacia las mujeres, que enfatiza la culpa y el reproche. Puede ser que, como su director, estas mujeres reconocen la importancia de las palabras y los gestos de alivio, y que un perdón, a modo de reencuentro o película, puede solucionarlo todo, o al menos hacer el intento. Para Pedro Almodóvar, filmar a las mujeres es filmar su propia realidad: pueblitos donde el día se pasa lento y los fantasmas transitan como cosa de todos los días; conflictos igual de saturados que los colores en la pantalla; dramas cotidianos que se hacen enormes con el tiempo; algún crimen reprimido y otro crimen que saca a la luz al primero; mucha lágrima y alguna que otra sonrisa. Fiel a su estilo, Pedro lo entrega todo: muchas historias en una sola, dramones y giros que sólo veríamos en una novela rosa, y muchísima compasión —y alguito de picardía— con las mujeres que filma, las cuales, sin saberlo, son su única fuente de inspiración.