Categoría: Literatura

Reseñas y recomendaciones de libros, reflexiones alrededor de un autor y su obra, lanzamientos de libros.

Leer Más
Viaducto - Aimeé Cervantes

Viaducto || Cuento de Rodolfo Munguía

Ilustración de Aimeé Cervantes

I

Eran las tres de la mañana cuando los policías se juntaron debajo del puente, donde vivía el Puntas y la Negra, donde por lo menos una vez a la semana atropellan a un güey, y donde hacía dos minutos habían atropellado a un cabrón. El cuerpo del infeliz había ido a dar al colchón improvisado de la Negra. Ella estaba tan empedrada que apenas notó un poco de humedad en los periódicos que usaba como sábanas. Pensó, incluso, que otra vez se había meado. Cuando te criqueas no te aguantas, pinche viciosa, le decía el Puntas. La mera neta, a lo único a lo que le hacía el Puntas era al activo y a la chela, hasta eso no era tan drogo. Había logrado dejar el foco con los madrazos que le pusieron en el anexo a los 19. Le sufría en el pinche anexo, ahí lo metieron sus tías que disque lo querían un chingo. Logró escaparse en uno de esos días que salían a vender dulces a las micros. No le dio la vuelta a la ruta como debía y se bajó en Viaducto. Ahí mero estaba el puente en el que haría su casa. Hogar, dulce hogar, decía cuando venía de la tlapalería de comprar su correspondiente estopa. Ahí mero conoció a la Negra, que un día llegó vagando con un niño en brazos. Al principio, en su alucín, el Puntas creyó que era un muñeco porque el pinche chamaco ni lloraba ni se movía. El cabrón, el pinche mojón negro, estaba muerto y el Puntas tuvo que arrebatárselo para tirarlo a la basura. Desde ese día, hay veces que el Puntas escucha llorar un morro antes de dormir, pero entre más activado esté, más fácil lo ignora. Ahí mero se quedó la Negra un buen tiempo.

Leer Más

«Aunque a nadie ya le importe», sí importa

Por Yanuva León
Fotografía de Manuel Fernández

Es ligero, breve (cosa que, salvo en lides amatorias, siempre se agradece) y cómodo de llevar. Portada sin muchas ambiciones estéticas: fondo blanco, tipografías negras y rojas, dos líneas horizontales, la imagen de una pistola entre dos palabras a modo de silencio imperativo, y el sello de Editorial El Colectivo. Arriba dice: “Matías Segreti”. En el centro, ocupando tres cuartas partes del espacio, se lee: “Aunque a nadie ya le importe”.

Leer Más

Carta a la distancia

Estoy lejos de México. No tuve que cruzar ningún océano pero sí tomar un avión por varias horas. Desde hace unas semanas, estoy en un lugar donde el otoño es de verdad y los árboles han comenzado a colorearse de amarillo, rojo y guinda. Todo era maravilloso, no había tenido nostalgia de la casa hasta el día de ayer, cuando dormí con una sonrisa en el rostro después de la gran noticia que las hermanas oaxaqueñas lograron para todas las mujeres mexicanas. Me sentía tan lejos de ese logro, quería ir con alguien y abrazarla para poder mirarnos y decirnos «Es posible».

Leer Más
Estalactita - Aimeé Cervantes

Las cumbres peladas del insomnio || Poemas de Edis Namar

Ilustración de Aimeé Cervantes

Soneto I

En el cementerio de la memoria
las ruinas de la razón aspiradas
son espectros o almas evaporadas,
molida hojarasca de mi historia.
Y así sólo te aprehendo, luz mortuoria,
bajo el claroscuro de las miradas;
rasgo tu piel, las formas destiladas,
y las poseo con violencia amatoria.
Pero al fin, eso es nada. Pobre rico
que del pulvis eris admira el arte,
y del amor le quedan los despojos.
De esta forma, más o menos me explico
por qué hay días en que no quiero buscarte,
y te encuentro cuando cierro los ojos.

Leer Más

«Para habitar mi nombre»: tradición y sensorialidad

Asentar que la tradición cultural de un artista puede ser apropiada y resignificada es dar la oportunidad de creer que el arte puede renovarse una y otra vez, así como ser puesta en muy diversos contextos de reinterpretación. No únicamente se resignifican los símbolos o los motivos poéticos, sino las prioridades enunciativas de una voz lírica, entre muchísimos panoramas abiertos y probables. Un homenaje sincero entre poetas no sería la repetición.

Leer Más
Cuentos para leer en los aviones - Aimeé Cervantes

«Cuentos para leer en los aviones»: El extraordinario mundo de lo cotidiano

¿Qué pasa? Ha ocurrido una palabra. Nadie la ha dicho, tampoco ha sido escrita o dibujada, simplemente lo dicho: ha ocurrido.

Alejandro Aura, «Cuentos para leer en los aviones»

Desde su primera frase, Cuentos para leer en los aviones eleva el día a día al plano de lo maravilloso. Su primer relato, «Al sueño perfecto», narra una jornada de trabajo en una tienda de artículos para el sueño. Sin embargo, Alejandro Aura logra aportar a la historia, banal a primera vista, un tono onírico y mágico. Esta sensación de asombro ante lo cotidiano impregna toda la antología. Los personajes añoran constantemente su pasado; anécdotas aparentemente anodinas, pero relatadas con tal belleza que no podemos evitar preguntarnos qué secreto esconden. Tal es el caso de «Sur, María», en el cual el yo narrativo cuenta a su hija un viaje que hicieron por Sudamérica: “A veces, muchos años dan pocas páginas. Otras, un instante da resmas de hojas escritas que ocupan horas en ser leídas.”

Leer Más

Familias y vacas

Hace poco fue mi cumpleaños y Mariana me trajo un libro. Es una tradición que hemos tejido en el tiempo en el que hemos sido amigas. Regalarle un libro a alguien de letras es ciertamente una tarea difícil; llegó un momento en el que los libros de Castellanos y Dueñas se nos acabaron, así que me trajo un poemario delgado envuelto en papel azul. Me dijo «es una poeta nueva, espero que te guste».

Leer Más

De este lado || Cuento de Alan Rolon

Acá la frontera quedó marcada por el río que cortaba en dos a La Boca, según la firma de unos tipos que no vinieron sino hasta mucho tiempo después de que dispusieron tal orden. Amanecimos un día con la noticia, y al principio no nos significó nada, sólo nos sorprendió ver un montón de gente llegando en camionetas enormes e impecables. Después, cuando algunos de nosotros quisimos cruzar el puente como de costumbre, nos dijeron que no se podía. Ahí empezaron los problemas y los malentendidos. Ellos no comprendieron nuestras razones, y mucho menos nosotros las suyas. Los comuneros aparecieron y dialogaron toda la tarde con esas gentes que decían venir de la capital, que mencionaron que la jurisdicción sería por ahora federal, pues nos habíamos convertido en frontera.