Categoría: Literatura

Reseñas y recomendaciones de libros, reflexiones alrededor de un autor y su obra, lanzamientos de libros.

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Como un bolero - Aimeé Cervantes

«Como un bolero»: La intimidad del relato contado al oído

Como un bolero
Improviso movimientos de ternura,
Mis latidos se confunden con tambores,
Y de pronto de mi alma
Mil requintos se derraman en tu alma
Como un bolero

Los Tres Reyes

Cuando pienso en el abuelo, la primera imagen que viene a mi mente es la de aquel hombre de canas sentado en un sillón con los ojos cerrados, mientras que en la vieja tornamesa un disco de Los Panchos gira incesantemente. A cada vuelta del desgastado ‘elepé’, la aguja del tocadiscos puntea el requinteo que sale de los dedos de Alfredo Gil y, entre una y otra de las canciones, el silencio se rompe por los suspiros del abuelo que, al recordarlos, descuelgan en mí momentos que se parecen a fotografías teñidas por los años y a películas en blanco y negro.

Siempre he creído que los boleros poseen esa esencia de suspiro musical. Como dicen los que saben, un bolero está hecho para bailarse «de cachetito» y para cantarse con un susurro al oído. Pues bien, el libro de Diana Ramírez Luna es justo eso: un bolero literario, un conjunto de «quince relatos y una poesía inesperada», que se van acercando despacito con el aire inconfundible de un punteo de guitarra y la armonía delicada que entretejen las voces de un trío.

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Un libro para la impureza: Los peces de la amargura

Escúchanos, Señor, protégenos de la maldad
y líbranos de toda mancha del alma

La impureza es, según la segunda acepción de la RAE, la “materia que, en una sustancia, deteriora alguna o algunas de sus cualidades”. Mísera contaminación que irrumpe un estado de perfección. Mezcla, degradación, deterioro. Sustancia indeseable.

Los peces de la amargura, libro de Fernando Aramburu, abre justamente con una emblemática dedicatoria dirigida a la impureza, una frase demoledora que planta cara a una de esas palabras desgastadas por el tiempo, que cargan a cuestas la historia de una cultura y una ideología creyente de las esencias puras y perfectas.

Dedico este libro a la impureza

Fernando aramburu
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“Quieto” y su lenguaje desnudo

Fotografía de Albert Cañas

Irrumpe a quemarropa: “arriba: sexo, sexo, sexo, acabamos afuera apenas empieza el día entre la lógica disposición de las calles, arriba”. El poeta penetra el silencio con una voz que dispara “un solo tiro en la cabeza”, mientras anuncia “sexo: anal para ella, anal para él, en tu boca, en mi boca, encima de los hombros”, e insiste: “todo viene de arriba”. No está ofreciendo simulacros.

El poemario se titula Quieto, como grita el policía al muchacho que huye entre la multitud; como escupe el ladrón antes de robar; como los padres al hijo; como el amo al perro; como nosotros al deseo que promete reventarnos por dentro; como la Ley al de abajo, porque todo viene de arriba. “Desde arriba del cuerpo comienza el dominio o la salida. / Ninguna mirada desde lo alto nos abarca / sin la observación de nuestra pequeñez (…)  Desde arriba del cuerpo, con paciencia, para entrar y salir”.

El poeta se llama Víctor Manuel Pinto, es venezolano y está a punto de cumplir 37 años. La voz poética viene a cantar desde una pulsión viril su filosofía del poder; enfática y persistente en el despliegue de una erótica a veces sucia, a veces guarra, a veces violenta, siempre urgente. Cuerpo y poder; temas que coinciden con la gran angustia foucaultiana, pero expuestos en el trajinar del albañil, del pasajero de autobús, del liceísta condenado al circuito de la pobreza urbana en América Latina, del marginado versus el marginado.

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De la contención al rugido: Eduardo Lizalde

Los versos de El tigre en la casa de Eduardo Lizalde son sumamente íntimos, no sólo para la voz lírica sino también para todo lector que se acerque a la obra. Bien afirma Mario Bojórquez en «La poesía del resentimiento», introducción al libro del poeta, que «cuando leemos un poema estamos leyendo la poesía universal y eso implica la experiencia vital del hombre sobre la tierra». A este propósito, la poesía de Lizalde abreva en la condición humana del dolor, del amor, de la desesperanza, de la frustración, de la asfixia: de todo aquello que conforma el ser existencial del individuo y de sus más profundos (re)sentimientos.

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El vacío - Aimeé Cervantes

Poemas de Monsif Ouadai || traducción de Mariela Cordero

Ilustración de Aimeé Cervantes

Monsif Ouadai Saleh es un poeta de la visión que pone al ser frente a su infinito, escribiendo una apología profunda de lo efímero destinada por la sentencia del exilio a la destitución, al desvanecimiento, a la contemplación marginal… La poesía de Monsif Ouadai Saleh busca una simbiosis vital entre la verdad y el desvanecimiento, de la cual fluiría un matiz absolutamente necesario. La verdad es que el rastro de lo efímero es un desvanecimiento; su poesía quiere que el desvanecimiento sea el rastro más revelador del ser, del absoluto mismo. Lo efímero es más fiel a la vida, a la belleza, a la revelación, a la restauración, que lo absoluto. Lo efímero es más fiel a la verdad que a la verdad, siendo la verdad un peso, lo efímero siendo el hombre que habita en las fronteras flotantes y que nunca deja de soñar con las promesas de lo infinito. La verdad traza, la poesía restaura y revela. Revela el rastro que nace del desvanecimiento justamente para que la verdad no se inmovilice en su propio peso. Su poesía quiere que lo efímero sea una huella radical e indeleble. Su poesía quiere que lo que debería haber pasado sin dejar rastro sea el rastro de todos los rastros.

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Herencias - Aimeé Cervantes

Mar de Tiempo sin arena || Poemas de Carlos Sánchez Emir

Ilustración de Aimeé Cervantes Flores

Poemas a Salvador Novo

I. Abuelos

Alguien llega a casa tan gris
del trabajo, en la cama se recuesta
y recorre, con los ojos bien cerrados,
los sitios de su infancia.

Se ilumina
el principio de una lágrima
y canta, en pensamientos, una canción
que ya todos olvidaron.

Parecía que de la infancia
ya no tenía nada; y sin embargo,
las sábanas amanecen húmedas
como en aquellos días
donde los peores monstruos
visitaron sus sueños.