Collage de Hannah Höch
La belleza es el nombre de algo que no existe
Alberto Caeiro
y que doy a las cosas a cambio del agrado que me dan.
El miedo a la hoja en blanco ha sido uno de los temas que más se ha abordado cuando se trata de hablar de los procesos creativos. Sentarse a escribir frente a la intimidante página en blanco de Word, enfrentarse al intenso y penetrante lienzo vacío o, incluso —y no sé si sea algo personal—, la libreta cuando toca apuntar lo que hay que hacer. Se me ocurrió googlear acerca de este tema y me encontré con cosas como: “Seis pasos para combatir el miedo a la hoja en blanco”, “¿Cómo superar el miedo a la hoja en blanco?”, “Técnicas de dibujo para perder el miedo a la hoja en blanco”, y, sorprendentemente, con la página de una doctora que describe los síntomas de “El síndrome de la hoja en blanco”. Habla acerca de los pensamientos intrusivos, la tensión y la ansiedad que causa el no saber qué escribir. Luego proporciona técnicas de respiración para conseguir una buena oxigenación y que el cerebro esté preparado para enfrentar a capa y espada la terrible hoja vacía. En pocas palabras, el tema ha sido investigado, masticado, reproducido y esparcido tanto por artistas como por psicólogxs. (De tanto escribir la palabra blanco, hasta me dio escalofríos. ¿Será que la razón por la que existen alternativas como el sepia y el modo nocturno en plataformas para leer en digital no es únicamente por cuestiones de la vista? Quién sabe).