El cuerpo de Minerva permanecía quieto en la orilla de la cama. Dos mujeres, confusas y trastabilladas, le sobaban el pecho y las manos, mientras otras dos corrían sin rumbo aparente alrededor de la casa. Buscaban un médico en los rescoldos del invierno, entre los montones de objetos antiguos. Telefoneaban, se nublaban, aullaban en silencio. No fue sino hasta que todo hubo terminado que una de ellas pudo al fin salir en busca de auxilio. Era tarde, o tal vez muy temprano. Eran quizá el cielo azul y sus nubes los que condicionaban el tiempo. La mujer entró en la habitación y escuchó un latido ilusorio debajo del metal redondo y frío. Entonces, pronunció las palabras y la más joven saltó desquiciada sobre el cuerpo, volviéndose de mar turbio como una pintura de Turner. Las otras la detuvieron, serenas, en sosiego, y ella se contuvo apretando el vacío con los dientes menguantes.
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Cauces – Poemas de Dante Vázquez M.
Sala
Conduce el río al caimán. Es cierto, pero corriente arriba,
Eduardo Lizalde
sería peor; conduciría a los dioses que crearon al caimán.
I
A mediodía el sol reposa sonriente
en el sofá arlequín.
El invierno también trae consigo calor:
uno a uno van llegando,
en silencio o a carcajadas,
los monosílabos de la familia.
Un yo es un tú en un él,
que se multiplica en un ellas,
y en un nosotros y en un ustedes,
en el centro cristalino de la mesa
sobre la alfombra avellana.
La imagen negada – Poemas de Rodolfo Novelo Ovando
Otro entre los otros
Otro, en un mismo cuerpo, pero es otro,
memoria tímida en la sombra
aspira la humedad,
bebe lo idéntico,
pero es otro.
Personificaciones – Poemas de Edwin Efraín Maldonado Díaz
Justificación de mi mala suerte
la suerte se sienta
con sus dos caras probables
fumando y murmurando uno que otro prejuicio
qué poco elegante el que va de tenis
ha de traer pisando también el corazón
no está de moda llevar la nostalgia en un collar
ni los gustos grises de la ropa
quiere disimular cuando la miro
jugar a que no me atraviesa
los huesos
a que no vislumbra
en mí
una casa embrujada
por la apatía
fuma y desvía la mirada
escupe [por escupir]
tremendas bocanadas de humo
con voz ronca dice nada
aunque intenta
[políticamente]
decir un perdón
Frankie, no veas dentro del sombrero – Cuento de Alenka Ríos y Yair Hernández
Antes de conocer a Don David, yo tenía una vida normal. Me dicen Frankie y nunca me gustaron los trucos con cartas. Tampoco mi nombre, Francisco, por eso utilizaba el apodo que me puso mi mejor amiga. Era un mago callejero, aunque antes de eso trabajaba en fiestas, pero el primer día que hice trucos en la calle gané más dinero y me la pasé mejor que en una de esas jornadas frente a niños dispersos y groseros.
Cocina – Poemas de Dante Vázquez M.
Vivimos en un mundo material, y sólo somos capaces
Stefan Zweig
de comprender lo que se ofrece visiblemente a nuestros sentidos.
I
Sus letras
simbolizan la nostalgia
del café de olla
que preparaba la abuela,
la seguridad
del plato de frijoles negros
en la mesa,
la alegría de nuestra madre
al enseñarnos
a freír un huevo en el sartén.
Condimentar la vida se aprende.
Oler el paso del tiempo se hereda.
Capear la tristeza se aprende.
Inventar la lista del yo se hereda.
Nosotros sazonamos los días.
Adobar la voz interior nutre el ser.
La chispa de los rituales aviva
fuego del corazón de toda historia.
Musa – Cuento de Tania Yareli Rocha Hernández
Voy por un sendero añoso y polvoriento que da a la catedral. Está a un par de kilómetros de mi casa. Me agrada ir a tocar por las tardes porque la acústica es buena y, como está abandonada, me siento a mis anchas. Un rato después termino en el antiguo recinto de ladrillos grisáceos. Me gustan las siluetas angelicales esculpidas en sus muros.
El pastel de Angélica – Cuento de Gina Martínez Flisser
Ella amaba dos cosas: el pastel de chocolate y el sonido de los tarseros pigmeos (Tarsius pumilus) por la mañana. La inclusión en su rutina del llamado diario de los tarseros, un pequeño primate nocturno, se hizo posible cuando se mudaron al Centro de Rescate de Vida Silvestre Tasikoki, en la provincia más al norte de Sulawesi, Indonesia, donde él es gerente general y ella asistente veterinaria. Su cumpleaños se acercaba y, en la transformación a la vida selvática, él le había quitado su primer amor: el pastel de chocolate.
Nadia – Cuento de Adán Díaz Cárcamo
Nadia pone la tela en la máquina de coser. Se va derecho con una habilidad extraordinaria que hasta la permite hablar con sus compañeras de trabajo. Con ellas también platica y ríe a la hora de la salida. Cuando llega a su casa cena, enciende la tele y se acuesta. Piensa en su familia a la que le manda dinero cada semana, sin falta. A veces, cuando sale a trabajar por las mañanas, saluda y habla con sus vecinos con una sonrisa tan comprometedora que, aunque ellos no quieran, se ven forzados a detenerse en la escalera del edificio para escuchar trivialidades incómodas de dos minutos.
«Entre una estrella y dos golondrinas», los ‘senryū’ eróticos de Sauceverde
Entre una estrella y dos golondrinas (2020), publicado por editorial Lectio, es un poemario del economista y poeta Manuel Sauceverde. Sauceverde inscribe su poemario en una tradición tan larga que sus registros más antiguos se remontan a Mesopotamia: la poesía erótica, una vertiente de la lírica que incluye obras históricamente magistrales como el Cantar de los cantares, junto a eternxs autorxs clásicos como Catulo o Safo de Lesbos y muchxs otrxs del siglo XVIII, XIX y la época contemporánea.