Nadia – Cuento de Adán Díaz Cárcamo

Nadia pone la tela en la máquina de coser. Se va derecho con una habilidad extraordinaria que hasta la permite hablar con sus compañeras de trabajo. Con ellas también platica y ríe a la hora de la salida. Cuando llega a su casa cena, enciende la tele y se acuesta. Piensa en su familia a la que le manda dinero cada semana, sin falta. A veces, cuando sale a trabajar por las mañanas, saluda y habla con sus vecinos con una sonrisa tan comprometedora que, aunque ellos no quieran, se ven forzados a detenerse en la escalera del edificio para escuchar trivialidades incómodas de dos minutos.  

Un día a Nadia la llama su jefe.  Sin más preámbulos le entrega un sobre cuyo contenido es un cheque y una carta de despido por recorte de personal.  “¿Qué voy a hacer?”, se pregunta amarrándose el cabello por enésima vez mientras ve pasar imágenes inconexas de su tele. Tiene que mandar dinero a su familia, pagar su alquiler y hacerse cargo de su vida.  Por si fuera poco, a los dos días se le rompe una muela que no puede arreglar por falta de dinero. Luego la muela se infecta y pasa varias noches sin dormir tomando analgésicos, antibióticos genéricos y mirando el techo por donde entra la luz castigadora del nuevo día. Así, por la misma desidia que le causa su situación, Nadia deja de hacer el aseo en su casa. Tampoco manda dinero a su familia porque ya no lo tiene, y no saluda a los vecinos porque si sonríe y habla, le duele la boca.   

Algunos días después, lentos y pesados, el destino vuelve a brillar para Nadia y encuentra un trabajo en una fábrica de uniformes militares. Le pagan el doble, pues su nuevo jefe directo reconoce su habilidad con las manos, las telas y las agujas. El día que le pagan su primera quincena, ella se arregla su problema dental y al poco tiempo el dolor desaparece. Cuando llega a casa, se lanza sobre su sillón y en su mente termina de hilar la historia de los últimos detalles de su vida. Ahí se encuentra una mujer encorvada, con la mirada perdida a la televisión, hilvanando momento tras momento, y ahí mismo ella termina de saber que algo muy íntimo murió: ya no encuentra sentido ni placer en continuar limpiando su casa, ni en mandar dinero a su familia, ni mucho menos en hablar con sus vecinos.  

Nadia es otra, todos los que la conocen se han dado cuenta. Sus vecinos, sin haberlo previsto, llegan a desear que les hable en las escaleras, aunque sea medio minuto, porque en días malos se agradece que alguien te sonría. Por otro lado, su familia ciertamente extraña el dinero. Y Nadia, a veces, cuando nadie la ve, en lugar de quedarse suspendida en el marasmo de los comerciales, se encierra en cuarto, apaga la tele, saca de un cajón unas agujas desinfectadas y se pica las encías… Una vez acabado el ritual, se mira al espejo y esboza una sonrisa apenas perceptible. Está satisfecha. 


Autor: Adán Díaz Cárcamo (Veracruz, México, 1984). Es Licenciado en Lingüística y Lengua Inglesa, Maestro en Comunicación. Ha colaborado diversas revistas literarias como Margen Cero, Resonancias, Narrativas, Exlibris, Espacio Ulises y Penúltima. Actualmente, fue seleccionado para el concurso literario de los 52 golpes. También ha publicado artículos académicos para Universidades y para otras revistas de índole cultural como Resonancias, Topia, Levadura. Trabajó en el Instituto Politécnico Nacional como profesor y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en proyectos de cultura por la paz. Actualmente, es docente en la Universidad Anáhuac.