Yo las vi, pero no debí haberlas visto, porque ese día no debía estar allí, pero allí estuve, y yo vi lo que pasó, que no fue todo lo que dijeron que pasó, ni debió pasar como pasó, pero sí pasó.

Yo las vi, pero no debí haberlas visto, porque ese día no debía estar allí, pero allí estuve, y yo vi lo que pasó, que no fue todo lo que dijeron que pasó, ni debió pasar como pasó, pero sí pasó.
Un barco se multiplica frente a nuestros ojos, de sus velas penden las espadas que aniquilarán a los hombres. Ningún ángel podrá salvarlos ahora que los animales duermen lejos y el paisaje se revela en una caligrafía extraña. Caminan hacia él impulsados por un gesto ciego, extraen la sal de la ola para cubrir su herida, mientras la tarde se cierra y la sangre fluye hacia otros lugares. Nadie es lo suficientemente viejo para morir o lo suficientemente joven para salvarse. En todos se revela la sombra y la intemperie. Ahí surge el misterio, bajo los signos secretos del aire, en el vértigo que no distingue de nombres, en la universalidad de la muerte y de la luz. Aquellos que vagan por la vida como por una estancia del sueño comienzan a desconocer su destino, observan el incendio en el río y no temen, escuchan el canto de los ahogados, tocan las puntas de las lanzas, y cuando el asesino señala con su rifle, cierran los ojos y esperan. Eso que los lleva a su descenso, los acerca también al origen, en el que extraviados, con la plena ignorancia del mundo, se arrojan al mar y ven sus manos salir a la superficie. A diferencia de ellos, poco puede decirse de los que conocen la inmolación y la niegan, esos que nunca aprendieron de la mosca y su fugacidad o recibieron con humildad los estragos del invierno, para ellos la muerte es una casa lejana, repleta de huéspedes y campanarios, donde nadie más debe entrar. Al final del día no hay que insistir en la permanencia y esconderse. La tierra siempre abre su pecho para encontrarnos.
Poeta, eres una soledad en susurro musical.
Eres una noche de puros cantos desaguados.
Vives en el sueño de cada musa en el olvido.
Poeta, eres una voz toda de llena melancolía.