Etiqueta: ensayo literario

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Terminar un libro, ¿y luego qué?

Tengo un defecto, o así lo he catalogado. Mientras estoy leyendo voy contando las páginas, no tan recientemente como creerán, pero se vuelve un fastidio cuando estoy a cien páginas de acabar. Mi lectura se convierte, entonces, en una acción maratónica: me olvido de hacer cosas, quiero terminarlo pronto. Es como si un bicho se me hubiera trepado, de esas chinches que están infestando París y  la Ciudad de México ―seguramente ya las has tenido de manera psicológica―, y tuviera que sacudírmelo de encima, golpeándome por todo el cuerpo. Ochenta, setenta, ahora cincuenta. Se vuelve una obsesión malsana. Alguna vez, cuando estaba leyendo Cien años de soledad, llegué a la centésima página antes de terminar, eran cerca de las once de la noche: invoqué al huracán, pues no pude detenerme hasta las dos de la mañana y quedé sin poder dormir el resto de la madrugada; solo agradecí que existiera algo como eso y se pudiera leer. 

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¡Vivan los dibujos feos!

Dibujos feos de Sarah Cruz

Prefiero el infierno del caos al infierno del orden.

Wisława Szymborska

Siempre me ha gustado dibujar, es una de mis actividades favoritas. Cuando dibujo el tiempo se borra y la mente se ordena y desordena sin temor alguno. Dibujar es uno de mis oficios laterales. Uno de los que más atesoro, cuido y evito que se convierta en trabajo cansado o en una repetición tediosa. No soy profesional, aunque constantemente me cuestiono qué significa serlo: ¿ganar dinero?, ¿dominar la técnica?, ¿tener un estilo definido?, ¿cien mil seguidores en Instagram?, ¿todas las anteriores? Me cuesta trabajo afirmar “soy dibujante”, porque quizá no podría responder que sí a ninguna de las preguntas anteriores; pero lo soy si significa ser una persona que dibuja casi todo el tiempo. (Dibujante amateur si se prefiere).

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El sueño terminó: adiós al amor romántico y a todas las fantasías del capitalismo tardío

Ilustración de Carlos Gaytan

Nunca pensé que Aftersun fuera tan críptica. Por la manera en que todo el mundo hablaba de ella, o al menos el mundo de los algoritmos entrenado por mi uso de las plataformas, pensé que me sacaría al menos una lágrima. “Es cine sensorial”, escuché a doble velocidad en una reseña en YouTube. Tal vez. Ahora que lo pienso, sus escenas evocan a sensaciones cómodas e incómodas por igual. El suave toque del calor del sol en el antebrazo de Paul Mescal, o la mueca impotente en el espejo de Frankie Corio.

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Si una noche de invierno un librero

La tarde alborotada, el frío golpeando las gotas que yacían en el concreto, un café con librería sobre una avenida en el sur de la Ciudad y un par de libros en la mochila. Así recibí los primeros días de este 2023, refugiándome entre libros y aromas ocres del café recién prensado. Uno de ellos era Si una noche de invierno un viajero, de Calvino, que se agazapaba en el fondo de su sala de estar de tela y pieles sintéticas, donde indudablemente ha sentido los golpes de los baches cuando vamos en bicicleta y el estruendo de la lluvia que amenaza con venirse encima antes de que lleguemos al metro más cercano. El otro tenía como autor a Stephan Zweig, escritor que en el 2022 alcanzó su libertad al cumplir el tiempo reglamentario en el equipo de los derechos de publicación y ahora sale con frescura a buscar nuevas traducciones y editoriales.

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Los narradores ante el público. Refracciones autobiográficas – Ensayo de Armando Gutiérrez Victoria

Es 10 de junio de 1965 y está por iniciar un evento sin precedentes en la escritura autobiográfica y en la narrativa mexicanas: la primera de treinta y tres presentaciones en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. El ciclo, que lleva por nombre “Los narradores ante el público” y que se extenderá hasta 1966, se ha anunciado como parte de las continuas actividades y conferencias que viene organizando el Departamento de Literatura del INBA, por iniciativa de Antonio Acevedo Escobedo, crítico, divulgador y estudioso de la literatura que se ha propuesto ya no sólo recuperar la historia de las letras nacionales con sus ciclos de conferencias previos (“El trato con escritores”, “Las revistas literarias de México”), sino que ahora se aventura y expone a los distintos protagonistas y jóvenes promesas que integran el abundante y heterogéneo panorama de la narrativa mexicana de los años sesentas.

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Cicatriz – Ensayo de Diana Thalia Jiménez Martínez

Tengo una cicatriz gigante en la frente. 

En diciembre asistí a una posada en el sur de la ciudad para celebrar con mis compañeros músicos un año más de trabajo y organización. Fue un desastre: terminé en urgencias con diez puntadas en la frente, un dolor que me producía miedo y un intento de denuncia infructuoso.

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Bailar con

Collage de EpicAris

A María Ayala, Ana Aguilar, Manyanga y Yaceli

Para George Balanchine, el baile es la música hecha visible. Agregaría, también, que hay variaciones de esa visibilización de la música, puesto que en una canción puramente melódica puedes darle distintos grados de intensidad a los movimientos sin una clave que los implique necesariamente, o cuando hay varias bases de percusiones, puedes decidir atender a una o a otra con el cuerpo. El baile es lo más parecido y accesible a volar, en esa conjunción, ya que el patinaje artístico, el lanzamiento de paracaídas, el clavadismo o la gimnasia, son mágicos a los ojos del espectador, pero restrictivos para un gran número de personas que no pueden participar de esas actividades.

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“Poscoronialismo”: ¿Qué mundo nos queda? – Ensayo de Santiago Salinas

Acabamos de cumplir un año con esta espantosa epidemia como parte de nuestro día a día. Se habla de nuevas normalidades, normalidades en un mundo que nos parece tan distinto, pero que en el fondo sigue siendo el mismo. No cambió la desigualdad, se acrecentó; tampoco se dio esa hermandad universal ante la adversidad como se profetizaba; ni se colapsó el capitalismo: se volvió aún más voraz y cambió la acumulación de monedas por el acaparamiento de vacunas. Las artes, con ese gen único para la adaptabilidad, han tenido que reinventarse una y otra vez, recordándonos que de aplausos no se come, ni se crea sólo por amor. El mundo sigue siendo el mismo, ¿y nosotros?