Categoría: Visualidades

Crítica sobre expresiones visuales de los siglos XX y XXI.

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El vampiro: De monstruo a héroe

«El capital es trabajo muerto que, al modo de los vampiros, vive solamente chupando trabajo vivo, y vive más cuanto más trabajo chupa», dijo Karl Marx. La referencia a la criatura fantástica no debería sorprendernos; desde mediados del siglo XIX, la leyenda del vampiro forma parte de la cultura occidental, bien como metáfora, bien como inspiración para novelas. El cine lo ha convertido en uno de sus protagonistas imprescindibles; de hecho, Drácula es el personaje literario más adaptado. Hoy, es una figura romántica y liberadora de los oprimidos. No obstante, cuando en la Inglaterra victoriana Stoker y Le Fanu escribieron sus novelas vampirescas, tenían otras intenciones en mente. Si nos remontamos aún más atrás, la leyenda surgió como explicación a ciertas pandemias en la Europa del Este. ¿Cómo ha ayudado el cine a la evolución del mito?

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Sentidos y naturaleza – Ilustraciones de Marisol C. Guzmán

La naturaleza se vuelve hipnótica en la medida en que atendemos detenidamente a sus formas a través de los sentidos. Su capacidad de metamorfosis, sus esencias y texturas son capaces de transformar incluso nuestras percepciones; es decir, nos atraen hacia un nuevo significado de aquello percibido como natural. Escuchar, sentir, observar, tocar se vuelve, de esta manera, un acto de resignificación.

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Algunas ideas sobre la crítica (de cine) – Ensayo de Abel Muñoz Hénonin

I

Como crítico (en una larga retirada desde hace un par de años) no dejo de sentirme incómodo con la notoriedad que la crítica de cine está teniendo en México últimamente. Y menos con el acercamiento acrítico que la mayoría de los críticos jóvenes —y ahora la mayoría lo son— está teniendo hacia el fenómeno.

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“Diarias global”: Juntas seamos visibles

Con la pandemia, la vida de niñas, jóvenes y mujeres, ya de por sí atravesada por violencias múltiples, se ha puesto en jaque. Muchas de ellas se ven ahora obligadas a recluirse en casa con sus agresores, a abandonar el espacio público ganado para volver nuevamente a la domesticidad y al espacio familiar normado, a laborar durante jornadas interminables entre el empleo remunerado y el cuidado de lxs otrxs que por su género se les ha delegado. Mayormente desde la privacidad del hogar, pero en algunos casos también forzadas a salir a las calles a pesar de la enfermedad, niñas, jóvenes y mujeres viven una coyuntura única que se visibiliza y documenta en la plataforma digital Diarias global, creada por la artista mexicana Lorena Wolffer y el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) de la Ciudad de México.

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¿Qué más sino el cuerpo?

Los rumores son ciertos: tengo un cuerpo.

@barbariana

He pensado en mi cuerpo; una y otra vez en mi pensamiento me encuentro con él (ella). Algunas veces se trata de un repaso a mucha conciencia y otras tantas es más bien como una imagen que aparece, pero es inapreciable, recóndita, turbia. La idea de mi cuerpo me acompaña y se altera constantemente dependiendo de prácticamente cualquier cosa: un traguito de café, un cambio de luz o un estado de ánimo, sobre todo ante otro cuerpo, ante otros cuerpos. He pensado en mi cuerpo y he sentido vergüenza, extrañeza, placer, sospecha y risa. He pensado que es un cuerpo, que es mi cuerpo y que es muy bello. Que no es mío. A veces lo pienso porque me duele una parte, pienso que mi cuerpo son partes, pero también es uno. Mi cuerpo me ha dolido y me dolerá, eso pienso. He pensado en mi cuerpo y en su (mi) deseo. En su misterio profundo lo pienso y, además, he pensado en los cuerpos de los demás.

Ya no sé cómo era antes, pero así es ahora: mi cuerpo, la idea de mi cuerpo, los cuerpos de los otros y el cuerpo en general son ya máximas de mi sentipensar cotidiano. Sé también que no soy la única.

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Morir en el «slasher»: Violencia y roles de género

¿Quién comete más crímenes violentos, los hombres o las mujeres? Las estadísticas confirman, año tras año, que los hombres (nueve de cada diez reclusos en España, por ejemplo, son hombres). Ahora bien, ¿quiénes son las víctimas más numerosas de dichos crímenes? Nuevamente, los hombres. En 2017, el 80% de las víctimas por homicidio fueron hombres, según un informe de la ONU. Sin embargo, la percepción social es muy distinta. Dana M. Britton, en su libro The Gender of Crime (2011), cuenta cómo se tiende a pensar que las mujeres sufren más delitos que los hombres. Esto repercute directamente en la sensación de seguridad de las mujeres en las ciudades; así lo confirma las encuestas de victimización como la realizada anualmente por el Ayuntamiento de Barcelona. No tenemos más que dirigir nuestra mirada a la pantalla: géneros como el slasher (películas sobre asesinos en serie) o el thriller se recrean en la muerte de las mujeres (tardan el doble en morir), a quienes humillan y reivindican simultáneamente. Esto cristaliza en la ambigua figura de la final girl. ¿Por qué percibimos la muerte femenina de una manera distinta?

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Sobre los afectos y la imposibilidad del contacto físico

Uno de los tantos aspectos que la pandemia ha trastocado es el de las relaciones afectivas. Los abrazos, las caricias y los besos que daban corporeidad a los vínculos se han convertido en un privilegio. El anhelo de la textura y la calidez por el contacto físico con nuestros seres queridos revelan lo fundamental de pequeños actos antes considerados protocolarios. Su ausencia obliga a plantear nuevas formas de acercamiento que no impliquen la presencia palpable y se construyan, en cambio, con ayuda de otras herramientas como la tecnología y lo digital. Esta reconfiguración en la demostración de los afectos es lo que exploran las obras a continuación enunciadas. En ellas se adivina el deseo de subsanar la distancia entre los cuerpos a la que nos vemos forzados, de procurar gestos de expresión y cuidados colectivos en medio de la imposibilidad física.

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Convocatoria – Naturaleza: Escuchar para la acción

El cielo y la tierra se mueven, y sus fuerzas obran a mi alrededor, y yo no veo nunca nada más que un monstruo devorador, siempre digiriendo y devorando.

J. W. Goethe

Escuchar los ríos, prestar atención al sol, observar brotes obstinados, recibir de frente el viento y la lluvia se ven cada vez más como lujos y utopías. ¿Es la humanidad y su creación una antagonista por definición de lo natural? ¿Hay posibilidad de conciliación? ¿Cómo convivir de forma respetuosa retirando la palabra dominación del esquema?

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Tal vez sí fuimos «dinosaurios»

Ilustración de Ximena Brócoli

Celebramos la vida que no existe.
La sombra que avanza sin un cuerpo.
Buscamos al tigre de Tasmania, síndrome colectivo del miembro fantasma.

Isabel Zapata

Hace unas semanas, E y yo hablábamos de dinosaurios. Ambos partíamos de una enorme ignorancia científica respecto al tema, lo cual nos llevó a hacer lo que después nos dimos cuenta eran preguntas tontísimas. Sin embargo, había también cierta naturalidad en la manera como nos referíamos a estas criaturas que, al menos para nosotros, ocupan un espacio en la mente que pende entre el mito y la ciencia ¿Qué más podría ser la paleontología si no eso? Pero hubo un momento en el que la familiaridad con la que E hablaba de los dinosaurios me descolocó; dijo algo así como: “es que, ¿cómo antes éramos eso y ahora somos esto?”. Esto en su momento yo lo interpreté como un desenfrenado antropocentrismo que quizá absurdamente me indignó y le grité: “¡NOSOTROS NO FUIMOS DINOSAURIOS!”.

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«Los hombres de verdad llevan pantalones»

“No existe ninguna sociedad que pueda sobrevivir sin hombres fuertes. Oriente lo sabe. En Occidente, la feminización constante de nuestros hombres al mismo tiempo que se enseña marxismo a nuestros hijos no es una coincidencia. Es un ataque directo. Devolvednos al hombre varonil”. Así hablaba la bloguera Candace Owens sobre la portada de Harry Styles para la edición de diciembre de 2020 de Vogue, en la que el cantante aparecía con falda. Esta reacción, lejos de ser una anécdota aislada, ejemplifica la incomodidad de nuestra sociedad ante los hombres que abrazan su feminidad sin tapujos. Un hecho a priori tan superficial como la elección del atuendo se convierte en destrucción de unos principios considerados inmemoriales e inamovibles. Si hacemos memoria, recordaremos que griegos y romanos, sobre los cuales se ha construido la cultura occidental, llevaban túnicas. Mucho más tarde, “machos” de la talla de Charlton Heston lucieron dichas prendas en péplums como Ben-Hur (William Wyler, 1959). Sin embargo, olvidamos pronto. Casos como el de Jack Lemmon y Tony Curtis en Una Eva y dos Adanes (Con faldas y a lo loco en España, Billy Wilder, 1959), podemos perdonarlos debido al contexto cómico: al fin y al cabo, nadie es perfecto. Pero si sacamos lo cómico, sólo puede haber una explicación a un hombre con falda: algo contra natura, como Norman Bates en Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960). Sólo un loco llevaría falda. ¿Por qué nos dan tanto miedo los hombres con falda?