A Mel Brooks
01 de febrero de 1789
Hoy he entrado al servicio del barón de Menage y la baronesa de Trois. Extrañamente, el palacio parece un laberinto. Una cocinera de Carcasona me ha guiñado un ojo.
Un panorama de amplio espectro en torno al fenómeno de la palabra escrita
A Mel Brooks
01 de febrero de 1789
Hoy he entrado al servicio del barón de Menage y la baronesa de Trois. Extrañamente, el palacio parece un laberinto. Una cocinera de Carcasona me ha guiñado un ojo.
Aún no amanecía cuando la Marilú llegaba a la calle San Diego y entraba a la última casa del cité donde arrendaba una pieza para vivir. Ya antes de encender la luz había comenzado a beberse de un sólo trago, el vino que quedaba en la caja de cartón. Sentada en una orilla de la cama se había sacado los zapatos y había comenzado a llorar. Al poco rato uno de sus vecinos de pieza que salía rumbo al trabajo había tocado la puerta y llamado en voz baja para preguntarle si le sucedía algo; desde el interior Marilú le había dicho que no se preocupara, que estaba bien, que eran cosas de vieja, y que ya se le iba a pasar.
El redactor jefe acerca la subcarpeta con aprehensión, como quien se asoma a un acuario de pirañas. Fuera del despacho hay un hervidero de pasos. De vez en cuando se observa la silueta de unas cejas que emerge de puntillas, el flash de una foto o un paraguas enorme que despliega sus alas de ceniza rumbo a las calles. El jefe Frank ni se inmuta. Su gesto claroscuro no presagia nada bueno. Por un momento mira nerviosamente hacia la puerta como si aguardara en el vestíbulo la sombra alargada de un dentista o un viejo amigo venido a menos. Luego, empieza a leer el artículo en voz alta con la sobriedad de un gángster.
Ojos Bellos cayó en cuenta de que los policías no se iban a ir, porque seguían de necios dándole al maldito timbre y entonces no tuvo más remedio que salir a abrir. Los policías lo saludaron y, forzando la vista para leer de una hoja, le preguntaron:
Ilustración de Mariana Chávez
El carrusel no se detiene, no le importan tus náuseas.
La marcha de los tristes, Lng / SHT
La semana pasada vi Actual People (2021), película dirigida y protagonizada por Kit Zauhar que explora la incertidumbre que supone la llegada a la adultez, desde una perspectiva un tanto autobiográfica. Riley, la protagonista, cursa el último semestre de la carrera; a la par que se enfrenta al estrés de los trabajos finales y los vínculos románticos inciertos, se hunde más y más en la confusión de cómo encaminar su futuro. Decir que me identifiqué con la situación es poco: sentí la mayoría de las angustias de Riley como propias. Puede que yo no deba decidir si quedarme en la Ciudad de México o mudarme a otro estado, pero sigo sin tener una idea clara del tipo de trabajo en el que me gustaría enfocarme, si quiero o no estudiar una maestría, si seré capaz de alcanzar la independencia económica.
La polvareda y la voz de Alfredo Olivas saliendo de una bocina con el woofer roto anunciaban el paso de la caravana del Frente de Ciudadanos Organizados. ‟Don Chuy, arrime la botella pa’cá”, pidió Manuel. Eran diez hombres montados sobre una “Julia” improvisada a partir de una camioneta Ford Ranger del 79. El calor estaba del carajo, según palabras del mismo Don Chuy, así que éste sacó una botella de aguardiente y la compartió con los demás.
Ilustración de Carlos Gaytán
Para este punto, debemos tener claro que conquistar el deseo en términos de Deleuze, o el connatus en términos de Spinoza, es el principal objetivo del Kapital. Spoiler: nunca lo logrará, o al menos eso queremos esperar. Esa fuerza productora, potencia vital que nos permite desde hacer comunidad hasta acceder a los afectos, es útil al sistema de producción vigente porque gracias a él se puede dar vida a la maquinaria laboral, consumista y de hiper representación, cuyos alcances ya han impregnado el mundo del arte, y que nacieron junto con las industrias culturales del entretenimiento.
Fotografías cortesía de LibrObjeto Editorial
En el marco del quinto aniversario de LibrObjeto Editorial, Diana Ramírez Luna nos habla del origen, presente y porvenir de la casa editorial, misma que desde su fundación ha tenido la visión de impulsar el trabajo de jóvenes mexicanos. Con veintidós títulos en el catálogo y más de 80 colaboradores, entre autores e ilustradores, LibrObjeto no pierde de vista su objetivo primigenio: ser un semillero de talento joven.
Los hombres siempre se van.
Esto no implica que no regresan,
pero sí que nunca se quedan.
Tengo un defecto, o así lo he catalogado. Mientras estoy leyendo voy contando las páginas, no tan recientemente como creerán, pero se vuelve un fastidio cuando estoy a cien páginas de acabar. Mi lectura se convierte, entonces, en una acción maratónica: me olvido de hacer cosas, quiero terminarlo pronto. Es como si un bicho se me hubiera trepado, de esas chinches que están infestando París y la Ciudad de México ―seguramente ya las has tenido de manera psicológica―, y tuviera que sacudírmelo de encima, golpeándome por todo el cuerpo. Ochenta, setenta, ahora cincuenta. Se vuelve una obsesión malsana. Alguna vez, cuando estaba leyendo Cien años de soledad, llegué a la centésima página antes de terminar, eran cerca de las once de la noche: invoqué al huracán, pues no pude detenerme hasta las dos de la mañana y quedé sin poder dormir el resto de la madrugada; solo agradecí que existiera algo como eso y se pudiera leer.