Ilustración de Carlos Gaytán
Los que mueren por la vida No pueden llamarse muertos, Y a partir de ese momento Es prohibido llorarlos.
Alí Primera
Un Dios crucificado, con carne sufriente y yagas dolorosas. Con una estocada en las costillas para confirmar su muerte. Con el cuerpo envuelto en sangre coagulada y la cara lacerada por una corona de espinas que lo significaba como el rey de los judíos. Humillado. Con dos clavos, me imagino que oxidados, atravesando sus palmas, y ambos pies juntos con el empeine destrozado pegado a una cruz de madera mohosa. Ésa es la primera imagen que tengo de Dios en mi vida.