Categoría: Opinión

Artículos de opinión acerca de cualquier tema. Las opiniones emitidas por los autores (en esta y las otras secciones) son responsabilidad de ellos y no de la revista como tal.

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Alaíde Foppa: feminista profesional

Para Myrian Caballero, por creer en mí

Argentina, la lucha aún no acaba

ni allá ni acá ni en todo el mundo

«Todos se preguntaban a qué hora hacía Alaíde tantas cosas» – Carmen Lugo

Mientras caminábamos por los pasillos húmedos de una escuela provinciana, Myrian Caballero me contaba, durante el tiempo entre clases, de su paso por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Narraba con emoción las clases de Rosario Castellanos y Juan José Arreola. Recuerdo casi textuales sus palabras sobre Juan Rulfo: «Era un hombre tan guapo, llegaba siempre de traje y tenis. Era callado, serio y casi nunca daba clase: se ponía a jugar ajedrez con los alumnos y nosotras íbamos solo a verlo». En una de esas apresuradas pláticas me dijo: «Lo mejor de todo era escuchar a Alaíde Foppa».

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Cómo aliviar un corazón roto en cuarenta minutos

Chico “A” ama a chica “B”, pero chica “B” no quiere a chico “A”. Esta sencilla fórmula ha inspirado un montón de historias en el cine y en la literatura, mismas que han sido adornadas de un millón de maneras para disimular que siguen este patrón. Sin embargo, olvidado en los cajones de algún coleccionista de LP’s, existe un álbum que captura, perfectamente y sin tapujos ni ornamenta, la experiencia de ser rechazado.

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De lenguas y dialectos: reflexiones

«En ese sentido, hablar una lengua es político, escribirla es político, ensayar en ella también».

YÁSNAYA AGUILAR, lingüista y activista mixe

Algo positivo que suelen dejar las «polémicas» en redes es poner al centro un tema del que muchas veces no hablamos. Estas discusiones ponen también en evidencia en ocasiones la enorme desinformación que tenemos respecto a los temas abordados: género, feminismo, aborto, desigualdad, clase, etcétera. La víctima de esta semana fue(ron) la(s) lengua(s).

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Fútbol: la escisión entre espectáculo y realidad || José Dehilario

A mí no me gusta jugar futbol. Soy malísimo. Cuando intento un disparo a portería, sale un centro. Cuando intento un centro, sale un despeje, y en la mayoría de ocasiones no me sale absolutamente nada. Mi poca habilidad para jugar fútbol pronto se convirtió en desagrado hacia practicarlo e incluso a verlo. Me aburría ver partidos de fútbol y, guiado por una ligera sensación de despecho, despreciaba a los que lo veían.

Esto cambió, hace cerca de un año, cuando tuve una cita con mi dentista. No fue el dentista el que me cambió de opinión. Fue una pequeña televisión que tenía en su sala de espera. Era una pequeña pantalla ubicada justo enfrente del sillón en el que estaba sentado y era la única fuente de entretenimiento en la habitación. Cuando vi que mi teléfono tenía 10% de batería, me di cuenta que iba a tener que “disfrutar” lo que sea que saliera de esa pantalla hasta que llegara mi turno. Imagínense mi cara de fastidio cuando anunciaron la transmisión de Islandia contra Inglaterra.

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Los límites del fútbol (o una propuesta para ver un partido)

Límites. El ser humano busca constantemente quebrantar sus fronteras para expandirse en su ínfima totalidad -en otros casos quizá políticos, sólo quizá, demande lo contrario…-. La oposición entre lo finito y lo infinito entra en juego. La aparente clara e ingenua certeza de sus diferencias -así como del blanco y del negro, lo culto o lo popular- se burla de nuestra capacidad de detenimiento reflexivo para dar paso a la certidumbre de lo absoluto.

La esfericidad encierra aquello constante, sin límites, cuya finalidad es esconder en sí misma los misterios que, desde nuestra propia linealidad, jamás podremos descubrir por completo. En el fútbol, el balón no sólo representa la esfera perfecta que cualquiera desea poseer, sino que trasciende al simplismo lúdico o de entretenimiento. He aquí que se adecua perfectamente la rúbrica de Juan Villoro: Dios es redondo.

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De la participación política de las mujeres: entre literatura y realidad

En la tierra seremos reinas, y de verídico reinar…

-Saudades, Gabriela Mistral

Mucho se ha dicho y pensado sobre el papel de la literatura –y de las figuras literarias– en la «vida real», como si aquellos que hemos decidido vivir con las letras pudiéramos separar nuestras aproximaciones a la escritura de preparar el café, pasear al perro o limpiar el jardín. Se ha hablado sobre si existe una relación intrínseca, inherente y directa entre la representación de la «realidad» en la literatura y la influencia de esta con la primera, o si simplemente la creación artística es pura ficción. Creo que es imposible mantenernos en términos binarios, su liga es problemática y esto es lo que la hace especialmente productiva. Personalmente, creo que la literatura no es un «escape» ni una manera de alejarse del mundo mediante el ensimismamiento del libro y la lectura, sino una manera de pensar nuestra vida y sociedad que nos aqueja y nos pide ya no solamente una llamada a la reflexión, sino a la acción, por lo que podemos utilizar la literatura como herramienta y modo de ver y actuar frente a lo que nos apremia.

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La rosa alquímica (II) || Carlos Maximiliano Cid del Prado

Tal es la exigencia del camino del místico que implica una total entrega a Dios. Uno de los méritos de la consagración hacia la divinidad es la fe absoluta hacia el Creador, por el cual todas las cosas fueron hechas y por quien todo se sostiene. Así, Silesius sugiere -basándose en las Sagradas Escrituras-, que el camino del místico conlleva una plena confianza en Dios:

DEJA QUE DIOS SE OCUPE DE TODO:

¿Quién decora las azucenas? ¿Quién alimenta a los narcisos? Entonces, cristiano, ¿a qué tanto inquietarte por ti?

Lucas 12: 27 – 28:

Considerad los lirios, cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero os digo que ni Salomón en toda su gloria se vistió como uno de éstos. Y si Dios viste así la hierba del campo, que hoy es y mañana es echada al horno, ¡cuánto más hará por vosotros, hombres de poca fe!

La rosa representa también el camino del místico. Como símbolo de la santidad, fue retomada por Dante en su Comedia. Al estar estructurada en tercetos (endecasílabos); dividida en tres partes: el infierno, el purgatorio y el paraíso; al ser tres los protagonistas: Dante, Virgilio y Beatriche; y tres las divinas personas: el Padre, el Hijo y Espíritu Santo; la Comedia apela a un carácter simbolista en fondo y forma. No es casualidad que la letra «Aleph» -ya mencionada anteriormente- se considere una figura triúnica, es decir tres en una. La grafía «א» está constituida por tres trazos; el primero es una yod «י», la segunda es una vav «ו» y la tercera es otra yod «י». Juntas forman la grafía «א». Recordemos que el » Aleph» divino es aquel por medio del cual todas las cosas fueron hechas.