La goleada que se nos viene || Leonardo Martínez

El día de hoy, 17 de junio, inicia la justa mundialista para el combinado Azteca. ¿Su rival?, el actual campeón del mundo, 1er lugar en el Ranking FIFA y un monstruo en todos los sentidos. Si no me creen, a su historia nos remitimos.

En ámbitos diplomáticos, durante los primeros contactos, ambos países mostraron una cordialidad pasmosa, ligeras invitaciones a unirse a un frente común, como en 1917 en plena Primera Guerra Mundial, o el permiso de hacer topografía y relaciones diplomáticas en el siglo XIX. Del lado futbolístico, el primer acercamiento fue hasta 1968, en aquel lejano diciembre en el que un México cuarto lugar de los Juegos Olímpicos del 68, tras perder 2-0 con los japoneses, enfrentaba a una Alemania que hace apenas dos años había llegado a la instancia final del Mundial de Inglaterra 66, perdiendo con la anfitriona 4-2. Viendo el cartel de ambos combinados, uno hubiera esperado algo más que un soso 0-0 en la Ciudad de México.

Avanzando en el tiempo en ambos aspectos, nos encontramos en dos décadas diferentes: en los años 40 para una República Mexicana apenas subsanándose de la Revolución, así como una Alemania nazificada en el auge de la Segunda Guerra Mundial; y en 1970 para un combinado tricolor que enfrentaría por primera vez a Alemania en un encuentro oficial, esto después de 5 partidos amistosos, que nos dejaron con un saldo de 3 empatados, 2 perdidos (contando a ambas Alemania, fruto de la Segunda Guerra) y 3 goles a favor con 9 goles en contra. Bueno, para aterrizar los datos, en el primer encuentro real entre México y Alemania, en ambos ámbitos (político y futbolístico) terminó de la misma forma: nos golearon, 6-0 en Córdoba y 2 buques petroleros hundidos en el Golfo de México,

Y como si de coincidencia se tratase, 7 años luego de haber terminado ambos eventos, La Segunda Guerra y el Mundial de Argentina 78, pareciese que todo se resolvió, México firmó la paz con Alemania (1945-1952) y se le ganó el primer partido (porque creímos que habría más, y no, no los hubo) a Alemania (1978-1985) por marcador de 2-0.

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Si bien desde la segunda guerra mundial y desde la firma de la paz con los Teutones, se ha vivido un ambiente de cordialidad expresa, México contaba con dos embajadas en ambas Alemanias, recibió 8 veces a algún mandatario alemán, mismo número de visitas a tierras germanas. México es el segundo destino del capital alemán en América Latina, aproximadamente 25 mil millones de dólares, 1,300 empresas operan aquí, las automotoras dan empleo a miles de mexicanos y son el símbolo del progreso. Tenemos además un Tratado de Libre Comercio (Tratado de Libre Comercio entre México y la Unión Europea), un acuerdo bilateral de trabajo (firmado en 2016) y el desprecio deportivo por habernos eliminado en nuestro mundial en 1986, en aquellos malditos penales en cobrados en el Universitario de Monterrey. Así es querido lector, los estadios regios no solo juegan con los sentimientos de sus aficionados, sino que ya lo hicieron con el de todos los mexicanos.

En eras más modernas, tenemos la eliminación en octavos de final del mundial de Francia 98 (donde no pudimos bailar “Livin’ la vida Loca” en remix mariachi) en ee que se dio un excitante 4-3 definido en tiempos extra en el juego por el tercer lugar de la Copa Confederaciones, donde obviamente perdimos. El más reciente marcador, el 4-1 en la Confederaciones de Rusia el año pasado, nos demostró no solo el poderío, sino el juego con pundonor de una Selección alemana prácticamente B sub-21, que hizo lo que quiso con una displicente versión azteca.

Hoy jugamos el inicio de un nuevo mundial, nos enfrentamos a un rival avasallador en todos los aspectos, 4 lugar mundial en PIB e IDH, quinto en PPA, economía estable, líder en deportes, equipos altamente competitivos, un equipo al que México no debe engrandecerse, pues como Grecia en la Euro 2004, México puede ganarle a Alemania como “El burro que tocó la flauta”.

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Leonardo Fabián Martínez Salazar (Reynosa, Tamaulipas, 1996). Amante de aprender nuevas cosas, los retos, la historia y sobre todo, un buen partido de futbol. Disfrutemos del Mundial como lo que debe ser: la fiesta de unión intercultural.

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