Alaíde Foppa: feminista profesional

Para Myrian Caballero, por creer en mí

Argentina, la lucha aún no acaba

ni allá ni acá ni en todo el mundo

«Todos se preguntaban a qué hora hacía Alaíde tantas cosas» – Carmen Lugo

Mientras caminábamos por los pasillos húmedos de una escuela provinciana, Myrian Caballero me contaba, durante el tiempo entre clases, de su paso por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Narraba con emoción las clases de Rosario Castellanos y Juan José Arreola. Recuerdo casi textuales sus palabras sobre Juan Rulfo: «Era un hombre tan guapo, llegaba siempre de traje y tenis. Era callado, serio y casi nunca daba clase: se ponía a jugar ajedrez con los alumnos y nosotras íbamos solo a verlo». En una de esas apresuradas pláticas me dijo: «Lo mejor de todo era escuchar a Alaíde Foppa».

En ese entonces, nunca había escuchado el nombre de la guatemalteca (nacida en Barcelona) y me sonó tan desconocido como un día nevado. Sin embargo, hoy que mi corazón verde está roto, hoy que la tristeza me inunda, recordé un poema suyo que me encontré de casualidad.

38858648_2323677604528214_2469997346461581312_n

Entonces un eco me resonó. Recordé las palabras de Bajtín sobre la voz viviente de las historias que se mueven escondidas hasta que alguien las pone en voz alta. Pensé en el poema ‘Otro modo de ser’ de Rosario Castellanos que varias veces he puesto en este espacio. Sin embargo, aunque su estructura poética es parecida: utilizan la anáfora como principal recurso poético (repetición de palabras o frases al inicio de un nuevo verso). Hablan de los estereotipos formados alrededor de las mujeres. Un ideal que funciona como una cinta métrica que decide qué tan buena mujer eres; un ideal que se asemeja a una camisa de fuerza en la que no se puede hacer más que elegir entre una lista de avatares el que haya de ser ejecutado. Mientras Castellanos postula en su poema el ser en potencia, Foppa es contundente y trata de dar una definición que aunque difusa, indica ciertas características nuevas, de origen, de nacimiento para un nuevo concepto de mujer.

Alaíde Foppa dedicó su vida a la labor profesional de escritora, académica y feminista. Estudió en Italia y Bélgica, ademas de que sabía griego, italiano y latín. Inauguró la cátedra de Sociología de la mujer en la Facultad de Filosofía y Letras en la que fue maestra toda su vida.

Fue la fundadora de la revista fem, activa hasta el 2004. Esta revista fue un órgano de reflexión feminista de largo alcance y de profunda discusión. Hubo de todo: discusiones sobre la legalización del aborto, semblanzas de mujeres exitosas, aportaciones de las mujeres a la ciencia y el arte; se habló del trabajo doméstico no remunerado, de la liberación femenina no capitalista, de la doble jornada y el hostigamiento y de otros temas que aún siguen sobre la mesa, todo esto en 1976. Foppa, junto a Margarita García Flores, Graciela Hierro, Elena Poniatowska y Marta Lamas crearon la primera revista feminista de América Latina. Su primer número vio la luz para el periodo octubre-diciembre de ese año.

fem fue un órgano de difusión para todo el feminismo mexicano y vecino. En ella escribieron casi todas las mujeres mexicanas escritoras de su tiempo, aunque siempre había colaboraciones extranjeras. Publicaron también varones en algunas ocasiones; fue un espacio siempre abierto y dispuesto a debatir. La propia Alaíde dictaminaba los textos acompañada del comité de mujeres que hacía la revista.

La autora se preocupó por las mujeres que no tenían voz y las buscó para que la tuvieran. A través de fem, distribuía las ideas liberadoras a mujeres campesinas, indígenas, trabajadoras, estudiantes, académicas y universitarias. Estaba profundamente interesada en que en la revolución feminista participaran todas. Se enfrentó, incluso, literariamente a López-Portillo, tras las declaraciones conservadoras del presidente en el día de su toma de protesta.

La revista fem logró mantenerse tantos años en circulación sobreviviendo con el dinero que conseguía Foppa entre vender o rifar obras de arte que sus amigos le donaban y especialmente, al aliarse con el periódico unomásuno, que imprimía la revista a cambio de quedarse con un número de ejemplares para sus suscriptores, por lo que la publicación feminista llegó a tener un tiraje de casi 16 000 ejemplares.

Alaíde Foppa estuvo además, a cargo del programa de radio Foro de la Mujer en el que se documentó la lucha por la legalización del aborto y pronto se convirtió en un espacio en el que muchas mujeres tuvieron la confianza de denunciar a hombres que cometían algún acto de violencia contra ellas.

La guatemalteca se distinguió por ser una mujer pulcra, dedicada, apasionada, fiel a sus ideales y sobre todo, amiga de todos. Todas las mujeres que conformaban el grupo de allegadas de Alaíde Foppa veían en ella una figura de admiración, una escritora ejemplar cuidadosa y precisa con sus palabras, una mujer de principios y fervor por las causas.

Un día emprendió un viaje a Guatemala para avisar a su suegra que su esposo había muerto. El 19 de diciembre de 1980 fue el último día del que se supo de ella. La historia dice que su desaparición fue forzada. Por ser escritora, académica, incómoda para el régimen, por ser mujer.

La tristeza inundó fem pero su memoria siguió viviendo en todos y todas los y las que la conocieron. Su recuerdo estaba lleno de amor y entrega. Su recuerdo seguiría vivo inmortalizándola como la escritora feminista que vivió por y para las mujeres.

La intención ahora es poner su nombre, recordarlo y así honrarlo. Mi intención hoy es que mis palabras sirvan como un grito con su nombre para combatir el olvido.

Giselle GonzálezAutor: Giselle González Chiapaneca que a veces escribe. Me interesan las literaturas populares, el origen de las palabras, el trabajo comunitario y la escritura femenina.