Categoría: Columnas

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Productividad y encierro

Ilustración de Carlos Gaytán

Los espacios de producción y los lugares de trabajo se han diluido y se desplazan rápidamente hacia los extremos de la vida privada: los hogares, en estas condiciones, son las nuevas oficinas, las nuevas escuelas y las nuevas prisiones. Esta transformación no sólo responde a una intencionada consecuencia de las medidas preventivas ante el virus. De hecho, se trata de una compleja red de relaciones que exigen que aún en pandemia, la producción no se detenga. 

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El cine en tiempos del confinamiento

En una situación tan extraña como la actual, el cine se ha convertido en uno de los grandes protagonistas. Ahora más que nunca, las películas nos ofrecen una vía de escape tanto de las cuatro paredes de nuestra casa como de las dudas y las preocupaciones que inevitablemente nos asaltan. Ya lo dice Jerome Morrow (interpretado por Jude Law) en Gattaca: “Tengo libros, voy a sitios con la mente”. A ellos podríamos añadir las películas. Desde los orígenes del cine, nos han sabido a transportar a cualquier lugar y época.

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No leer en cuarentena: Bloqueo lector

Ilustración de Carlos Gaytan Tamayo

I

Los bloqueos lectores son especialmente graves para las personas que tienen interés en las letras. Provoca ansiedad el hecho de perderse de las últimas joyas editoriales de la literatura. La emergencia sanitaria que causa este incomprensible virus nos recluye en nuestros hogares y nos lanza a nuestra suerte ante un trabajo, unas clases o una muerte digital. Abruma pensar que en internet se pueden encontrar legal e ilegalmente algunos de los mejores libros que los hispanohablantes han escrito. No quiero —¿o no puedo?— leer.

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La sonrisa de Bogart y la “nueva masculinidad”

Hasta ahora, se han discutido los arquetipos femeninos principales de la historia del cine: la flapper, la femme fatale, la villana, la embarazada. Ya se ha visto que, en un mundo escrito por hombres, la representación de la mujer se vio afectada, ofreciendo una visión distorsionada de la realidad femenina. Ahora bien, a pesar de contar con una mayor variedad de personajes, los hombres también se vieron reducidos a meros estereotipos. Quizá el más significativo de ellos es el del hombre viril e insensible, el que jamás llora. Esta idea ha condicionado la visión de la masculinidad hasta hoy.

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El día que Lucy se quedó embarazada

En esta columna se ha hablado mucho sobre figuras femeninas transgresoras que se negaron a aceptar el papel que les había reservado la sociedad: casarse y tener hijos. Condenadas a vivir en las sombras durante la época del estricto Código Hays, con el cual se pretendía volver a los ideales tradicionales estadounidenses, poco a poco ganaron su lugar en el cine moderno. Pero aquellos que se salían del statu quo no fueron las únicas víctimas de la censura. Aunque las películas hechas durante el Código remarcan la importancia de formar una familia, en ningún caso muestran el proceso previo. Y no es el sexo lo que censuraron (nunca mostrado de manera explícita, pero sí insinuado), sino del embarazo, considerado tabú en el Hollywood clásico.

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Correspondencia amorosa: Descubrirse escribiendo

Ilustración de Carlos Gaytán

La correspondencia se niega a morir. Se reinventa en muchas formas y ahora es tan instantánea que cuesta contar cuánto tiempo tarda en llegar un mensaje. Las cartas más atractivas, más vistosas y más trabajadas, como es lógico, son las de amor. En la literatura, los escritos del tipo se han vuelto un género en sí que aporta gran información al respecto de los autores. Leerlas es un ejercicio doxográfico que desviste las complicadas prosas y los incomprensibles versos para llegar al punto clave: la personalidad y la identidad desnudas, el centro creativo del escritor.

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Ellas, las villanas

Amy Dunne, antagonista de Perdida (David Fincher, 2014), es una de las villanas más interesantes y polémicas de los últimos años. Tras su estreno, los medios no se ponían de acuerdo. ¿Debía ser considerada una figura empoderadora? ¿O era, al contrario, un personaje escrito desde la más profunda misoginia? “Una de las películas más feministas del año”, decía Forbes. “Amy Dunne no es feminista”, advertía en cambio The Observer. Tales reacciones no son más que una muestra de la incomodidad de la sociedad ante la idea de una antagonista femenina fuerte, pues estas son tan raras que no sabemos qué hacer con ellas. Más allá de las etiquetas feminista-misógino, han sido relegadas a un segundo plano, destacando únicamente su condición de mujer.

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La literatura indescifrable

Ilustración de Carlos Gaytán

Los poetas, narradores y ensayistas ajustan sus hilos y enlazan sus nudos para comunicarnos que puede haber espacio para dudas, pero no para huecos. Las buenas tramas nos ganan por verosímiles, por directas y por exactas. El relojero capaz de construir semejante mecanismo es, sin duda, un artista del delito. El testigo que sabía quién era el asesino desde el principio de la historia. La mano invisible que controló cada paso del personaje hasta hacerlo tropezar consigo mismo. O, por qué no, un engreído escritor que pretende que su obra será entendida por los lectores.

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Hablemos de moda

Gilda, Lo que el viento se llevó, El Mago de Oz. Cuando pensamos en estos tres títulos, nos vienen varias ideas a la cabeza: su condición de clásicos, su reparto estelar… o su vestuario icónico. Ahora bien, a pesar de contar con conjuntos míticos, ninguna de ellas puede presumir de tener el Oscar a mejor vestuario. ¿Cómo es eso? Pues bien, porque en aquel entonces la categoría aún no había sido creada. El vestuario, ese elemento imprescindible que ha convertido tantas películas en clásicos, no fue reconocido por la Academia hasta el año 1948. Esto no significa que hasta entonces no jugara un papel clave. En este artículo descubriremos un poco más sobre su historia y su relevancia en la creación de una película.

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Juventudes y revoluciones

Ilustración de Carlos Gaytán

Yo debería tener un infierno para mi cólera, un infierno para mi orgullo, y el infierno de las caricias; un concierto de infiernos.

Arthur Rimbaud – “Noche del infierno”

Ese adolescente que fuimos, que de alguna forma somos, se hace con un espacio en nuestras vidas. El espíritu joven evoca rebeldía y revolución; en él, se condensan las esperanzas y las inseguridades del mundo subjetivo. Es relevante porque los que se encuentran en sus primeros contactos formales con el sistema social son quienes tienen la oportunidad de cambiarlo. Eso explica las dimensiones que adquiere la lucha de los jóvenes en cuanto su propia realidad. La literatura nos da no pocos ejemplos de adolescentes resistiendo desde sus trincheras al modelo impuesto.