El despertador no cacareó a las seis de la mañana como lo hacía desde hace cuarenta y cinco años. En la noche anterior se me había olvidado conectarlo. ¿Para qué?, si ya estoy jubilado. Sin embargo, me desperté a esa hora, quizá por costumbre, luego me levanté pese a un dolor en las rodillas que no me soltaba desde hace un tiempo y fui al baño; sólo para verme al espejo mucho más arrugado y canoso de lo que mis sesenta y cinco años debiesen representar.
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Declaración e incendios – Poemas de Ricardo Sánchez Lara
Los datos son incendios
La niña de vestido no sabe que la miro
(la miro cuando ella camina rumbo a la escuela).
Temprano camina, para agarrar desayuno gratis.
Temprano camina, para evitar la peste de mirarse en los espejos.
El pintor – Cuento de Miguel González Troncoso
A través de la ventana del dormitorio ubicado en el segundo piso, Bartolomé, de ocho años, miraba atentamente al hombre que caminaba en dirección a la casa llevando al hombro una escalera.
Cuando sonó el timbre salió de su habitación y bajó tímidamente a la cocina, donde su madre daba instrucciones al recién llegado.
Partenogénesis poética – Cuento de Jorge Etcheverry
Ilustración de Darío Cortizo
Mi ausencia estos últimos días no te debería sorprender, es por razones de fuerza mayor. Pero ya estoy de vuelta y te voy a ir dando los antecedentes de todo esto, de a poquito, para que no te asustes. Ya sabes que he estado varios meses en diversos países, a veces por invitaciones que no me puedo dar el lujo de dejar pasar, sobre todo cuando me pagan el pasaje.
Oficios laterales y efectos colaterales
Ilustración de Sarah Angélica Cruz
No se pasa de lo posible a lo real sino de lo imposible a lo verdadero.
María Zambrano
Me encontré con esta cita de María Zambrano en medio de una búsqueda de no sé qué, como suelo hacer al abrir un libro aleatorio. Cada vez que la leo es como si regresara al punto inicial, en el cual me pregunto si puedo o no hacer esto o lo otro. Estas preguntas hasta ahora me acompañan y desearía que fueran más bien un (im)pulso hacia lo (im)posible. A veces resultan en eso, otras sólo se esfuman con todo y las ideas que no logro materializar. De todas formas, leer la cita es un alivio cuando tengo miedo de encontrarme con más lateralidades.
Un día como otros – Cuento de Miguel Enrique González Troncoso
Esa mañana, como todos los días, Joaquín se levantó temprano e inmediatamente encendió el tocadiscos. Mientras se escuchaba a bajo volumen el tema “Escalera al cielo” de Led Zeppelin, se metió a la ducha; luego, se vistió apresuradamente, bebió su café de un solo trago, y salió a la calle en dirección a la parada del autobús.
Saga millenial – Poemas de Matías Díaz Huirimilla
First
¿Cómo estás?
La pregunta del milenio.
Estoy con los ojos abiertos
y los oídos cerrados.
Parece que estoy esperando…
puede que a Dios
puede que al amor
o, quizá, sólo la siguiente porción de papas fritas.
No sé.
¿Quién se atreve a tener certezas en estos días?
Pareciera ser que voy caminando
o sea que estoy medio vivo,
¿O mejor decir “medio muerto”?
Y creo que estoy respirando
o aspirando.
¿Es casi lo mismo, cierto?
Y sonriendo
¡Por supuesto que voy sonriendo!
Buenos días.
Sonrisa.
¿Cómo está?
Sonrisa.
Yo estoy bien.
Sonrisa.
¡Ya sé cómo estoy!
Estoy actuando un guion.
¿Cómo que hacer no es lo mismo que estar?
Ok.
Entonces,
si insistes en preguntar cómo estoy:
estoy sin estar,
o si quieres tu conciencia limpia,
ya
no
estoy.
Una curiosa costumbre – Cuento de Guillermo Vargas Virgilio
Cómodamente sentado, me preparo para comenzar a vivir una singular experiencia, una vez más. Estoy dentro de un avión a minutos de comenzar el despegue. ¡Estoy a punto de iniciar un viaje a través del aire!
Jugador – Cuento de Guillermo Vargas Virgilio
Parado e inmóvil, se quedó ahí un momento. Acababa de colgar el antiguo teléfono de baquelita negro, ubicado en la angosta y oscura entrada del garito. Nervioso, le había confesado a su mujer que no podía resistir los impulsos de seguir apostando, que una vez más había perdido prácticamente todo y que cuando terminara —o, mejor dicho, terminaran con él— volvería a casa. Aquella noche, y como en ninguna otra, había pensado en regresar, pero su tentación era tan fuerte que no lo pudo hacer.
El fragmento – Cuento de Miguel Enrique González Troncoso
Al término del conteo, el cohete despegó desde el Centro de Lanzamiento de Satélites, y elevándose hacia el cielo iba dejando una espesa estela de color blanco, semejante a las nubes. Mirando hacia lo alto, Matías, el niño del poblado cercano, su abuelo, y la gente reunida en las afueras del centro aplaudían y se abrazaban mientras el cohete se hacía cada vez más pequeño a la vista, hasta perderse finalmente en el espacio.