En mayo de 2017, Víctor Rodríguez y yo nos encontramos brevemente en la Ciudad de México para charlar sobre algunas inquietudes en torno a él y a la pintura en la contemporaneidad de ese entonces. Este texto fue publicado por primera vez en Operación Marte ese mismo año. Que este espacio sirva para una relectura de ese encuentro en espera de que genere contrastes con el actual Víctor, a quien personalmente admiro por su constante crítica sensible a los formatos de producción pictórica, por su energía increíble y excéntrica imposible de ignorar.
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RECIO: No dejemos morir al teatro en la CDMX
Cinco meses sin teatro. Cinco meses sin la emoción de los actores que, escena tras escena, nos recuerdan el imperfecto y conmovedor drama de la vida tan pronto se corre el telón. Más de 160 días en que productores y actores se han mantenido a puerta cerrada, pataleando sin descanso para no hundirse en el desasosiego provocado por la pandemia. Al filo de estas incontables semanas, el colectivo Red de Espacios Culturales Independientes Organizados de la CDMX (RECIO) se ha pronunciado de manera muy crítica frente a las prioridades que el gobierno federal ha marcado para manejar la crisis económica.
Pesca || Cuento de Maribel Germán
Ilustración de Aimeé Cervantes Flores Ayer fui de pesca con mi padre. Durante la mañana caminamos un momento por la ciudad y luego nos metimos al metro. Con mucha atención, miramos aquí y allá a […]
La ventanilla || Cuento de Luis Octavio Gálvez
Quien te mira mirarte en su reflejo De tu mirada impávida se admira De tu mirada impávida se admira Quien te mira mirarte en su reflejo BERNARDO SCHIAVETTA Estoy en metro Coyoacán. Me acabo de […]
Silvestre Revueltas: El renacuajo paseador
A todo mexicano le deseo que se encuentre, alguna vez en su vida, caminando a la media noche por las avenidas cruzadas del centro histórico de la ciudad. Que su curiosidad le lleve a conocer las fuentes de Santo Domingo, a contar las columnas de la catedral y a visitar bibliotecas escondidas. Que reconozca en la alameda a los dioses del pasado. Que a los ojos cansados llegue la luz violeta del ángel en reforma. Que los murales escondidos detrás de la brillante fachada blanca de Bellas Artes le susurren desde dentro los acordes que han resonado ya por 84 años. Y más que nada, le deseo encuentre al compositor que vivía su última noche borracho y frío, con su mirada melancólica, cabello alborotado, y bigote empapado en cerveza: a Silvestre Revueltas, huyendo de los gatos directo al pico del pato.
Vagones
Copilco-Balderas, ruta de todos los días. El metro lleno (como siempre). Los amigos platican con avidez. El metro llega desde el sinuoso túnel y se detiene frente a ellos. No hay lugares libres. Varios pasajeros […]
NRMAL y Aural: de cómo dos chicos raros han dado las mejores fiestas de la Ciudad
Por Arturo Meléndez
¿Dejar la Ciudad de México? Es una opción tentadora si se considera el aumento de la población y su correspondiente impacto en la vida diaria. Algún estado tranquilo y apacible como Hidalgo sería una buena alternativa; aunque si algo extrañaré de la Ciudad, además de su arquitectura o su red de transporte, son los festivales de música, y no me refiero al Vive Latino o Corona Capital.
Más allá de estos dos eventos, la oferta de festivales en la Ciudad es amplia y apta para todos los gustos, aunque no es exclusiva, pues más espectáculos del mismo tipo se inauguran año tras año a lo largo y ancho del país, tales como Roxy Fest (Guadalajara), Pal’ Norte (Monterrey), Pulso GNP (Querétaro), entre muchos otros. Todos ellos se han caracterizado por promover actos locales y, más recientemente, por traer artistas internacionales de moda en México.
Esta diversidad en el mercado reduce mis posibilidades de querer abandonar la Ciudad, y esto se refuerza con la existencia en ella de dos festivales que no he conocido en otros estados, que me atan a la capital de una manera nostálgica.
La enésima musa
«La hoja blanca poco a poco poblada de edificios, ventanas, corredores.»
VICENTE QUIRARTE
«Es la ciudad perdida por antonomasia, pero encontrada por la literatura que la construye día a día, que la restaura, que la revela, que la cuida, que la reta.»
GONZALO CELORIO
Nuestro país posee una capital -antes llamada Distrito Federal, ahora Ciudad de México- que bien podría ser un microcosmos de todo nuestro extenso territorio. Círculos dentro de círculos, a veces más grandes, a veces más pequeños. Si bien tendemos a centralizar o a jerarquizar, lo cierto es que no existe un México en sí mismo, sino más bien muchos «Méxicos» que coexisten diariamente; en ocasiones más intrincados que lo que nuestra propia percepción acoge. Indaguemos, pues, en una somera óptica.
Mi ciudad cambió de nombre
Desde febrero del 2016 mi ciudad cambió de repente. Ella dejó de llamarse Distrito Federal para llamarse ahora Ciudad de México o CDMX, para los cuates. A pesar de que su transformación resonó entre algunas letras impresas y fue tema de discusión, realmente no fue algo tan grave; su noticia pasó de largo tanto entre los dedos como por los ojos y oídos de propios y ajenos sin ninguna relevancia, a nadie parecía molestarle, pero para mí sí porque dejaba una extraña sensación. No obstante, no fue algo tan malo porque ella ya estaba acostumbrada a que la llamaran por su segundo nombre desde hace unos cientos de años, quinientos aproximadamente; pensar en ello generó dentro de mí una serie de dudas: ¿qué se habrá ido junto con su viejo nombre?, ¿acaso seguirá siendo la ciudad que alguna vez conocí?, pero más importante: ¿podríamos seguir amándonos?