Etiqueta: arte feminista

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LasTesis: cuestionar y accionar desde lo colectivo

Collage de Sarah Angélica Cruz

Creemos en el colectivo, en la activación de lo político desde lo colectivo.

LasTesis, Antología feminista, 2021

La experiencia de una es la experiencia de todas.

LasTesis, Quemar el miedo, 2021

Hace algunos años miles de voces de todo el mundo resonaron en las calles, en los corazones y en las redes sociales con un mismo objetivo: unificar el enojo, la rabia y el dolor para crear y recrear una performance. “Un violador en tu camino” fue creada en 2019 por el colectivo interdisciplinario LasTesis; se interpretó por primera vez en Valparaíso, Chile, en medio de las protestas populares. Posteriormente, el resto del mundo se apropió de la letra y la coreografía; las mujeres cantaron desde la fuerza, desde la lucha, desde la injusticia… Hoy, todas estas voces continúan retumbando en distintos rincones, pues el tiempo pasa, pero la violencia permanece.

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«Cartas a las madres», un homenaje a las madres de desaparecidas y víctimas de feminicidio en México

Portada por Producciones y Milagros Agrupación Feminista

En 1987, el colectivo de arte feminista Polvo de Gallina Negra, conformado por Mónica Mayer y Maris Bustamante, convocó al concurso Carta a mi madre, como parte del macroproyecto ¡Madres! El certamen tenía como finalidad generar un espacio de reflexión y expresión en torno a la figura materna. Los productos que llegaron fueron diversos y conjuntaban dolor, cariño, reproches y agradecimientos por igual, lo que develaba que la experiencia de la maternidad, y también del ser hijx, es compleja. Tomando como punto de partida esta obra, la artista Mónica Mayer, el Laboratorio Curatorial Feminista (LCF), el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT) y la Cátedra Rosario Castellanos de Arte y Género, llamaron nuevamente a la escritura epistolar, esta vez dirigida a las madres cuyas hijas fueron desaparecidas o víctimas de feminicidio. Los textos finalistas han sido publicados en el libro Cartas a las madres, que continúa con el propósito de pensar en las implicaciones y problemáticas del ser madre en México, ahora desde la dolorosa realidad de “este país que es un charco de sangre”, como lo describe Diana J. Torres.

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Merecemos la felicidad: Nuestra Venganza es Ser Felices y el cuidado de la vida

Como un agujero negro, el capitalismo absorbe la energía hasta que “se come” todo lo que toca. Por ello, ninguna resistencia o ningún movimiento social y político puede iniciar desde él, entenderse en sus mismos conceptos y moverse con sus mismas prácticas. Encontrar, construir y sostener un espacio entre la tensión de la necesidad de producir para sobrevivir y también esté dedicado a descansar, cuidarnos y procurar el bienestar es un reto complicado; sin embargo, este es el objetivo al que se advoca Nuestra Venganza Es Ser Felices (NVESF), una colectiva de mujeres que busca que otras mujeres alcancen su felicidad lejos de las ideas del mindfulness vendido por el capital.

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Violencias pandémicas: Mujeres en casa

Durante las últimas semanas, hemos escuchado una y otra vez la consigna “quédate en casa”, como una sentencia que alude al hogar como un sitio de seguridad y resguardo; sin embargo, para algunas mujeres, la vivienda es también lugar de incomodidades, abusos y violencias de toda clase. La relación de la mujer con el hogar dista mucho de la que el hombre suele tener. Lejos de ser un espacio de descanso o protección, la casa puede convertirse en un segundo o tercer trabajo, repleto de tareas ineludibles. De esa forma nos fue enseñado desde la infancia, cuando nos regalaban bebés ficticios, casitas e instrumentos de cocina que nos preparaban para la futura vida doméstica.

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«Cuerpo de mujer, peligro de muerte»: Rita Segato y Lorena Wolffer sobre los feminicidios en Juárez

En 2013, algunas calles de la capital mexicana fueron portadoras de un mensaje escalofriante. Con la tipografía y el diseño propio del gobierno federal, se leía: “Tu país está en guerra con sus mujeres”. Las calcomanías, realizadas por la artista y activista mexicana Lorena Wolffer, fungieron como un recordatorio de la permisión y colaboración de las autoridades en la permanente situación de violencia que azota al país. Con lo que parecía un cruel y desvergonzado reconocimiento de la irresponsabilidad del gobierno, la leyenda de Wolffer materializó un malestar generalizado: la legitimación misma del feminicidio por parte del Estado mexicano.

Ese mismo año, se publicó por segunda ocasión el artículo en el que la antropóloga Rita Segato trazó la que hasta ahora se erige como la hipótesis más viable para la surreal escena de violencia que se vive en Ciudad Juárez desde finales del siglo pasado. Este texto nace precisamente de las reflexiones que despertó en mí la lectura de “La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez: territorio, soberanía y crímenes de segundo estado”, así como de los diálogos entre la obra de Wolffer y el análisis crítico de Segato.

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Arte y feminismos: El desnudo desde la “otra” mirada

El desnudo femenino ha sido una constante en la historia del arte occidental. A través de esta tradición, mayormente pictórica, el cuerpo de la mujer se ha reafirmado como un objeto de belleza y de contemplación para un espectador que, idealmente, siempre es varón. Este hecho, reforzado por la preeminencia masculina en el campo de las artes —es decir, por su agencia como creadores mismos de la representación—, ha generado una mirada unilateral sobre lo que ser mujer, y mostrarse como tal, significa.

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Sobre la subversión de los símbolos nacionales

En ocasiones, se concibe al arte como una entidad independiente de las problemáticas sociopolíticas de la humanidad. El aura de divinidad con que suele ser tratado puede dar la sensación de que encarna una perfección inalterable; sin embargo, las expresiones artísticas, profundamente relacionadas con el contexto en que son creadas, no siempre han sido ajenas al sufrimiento, a la injusticia o a las preocupaciones sociales.

Las demandas de la población que sale a las calles a manifestar su inconformidad suelen acompañarse (y apoyarse) de expresiones de carácter estético. Entonces, las imágenes personifican el mensaje detractor que busca comunicarse; se convierte en el vehículo mismo que facilita la visibilización y la difusión de la crítica. Basta recordar el cuerpo de imágenes que acompañaron las marchas y los mítines durante el movimiento estudiantil del 68.

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#NiUnaMenos: Trazos subversivos por la justicia

El arte nos salva de la muerte en vida,
y del olvido durante la muerte.

Sofía Weidner*

La violencia contra las mujeres ha sido una constante a lo largo de la historia; sin embargo, no fue sino hasta el último siglo cuando la atención en los espacios privados y las prácticas cotidianas permitieron develar los mecanismos de poder a través de los cuales se ejerce dicha violencia. Bajo el lema «lo privado es político», sostenido por algunas teorías feministas, se han señalado de manera puntual los escenarios en que la violencia de género tiene lugar, elevándose al ámbito público un problema que se había mantenido en lo privado. Ello ha devenido en un cambio en la percepción de las transgresiones hacia la mujer. A inicios de la década de los noventa, la Organización Mundial de la Salud (OMS), el Banco Mundial y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP), declararon la violencia contra las mujeres como un problema de salud pública. Desde entonces, hemos despertado con mayor vigor ante las desigualdades y el abuso del que la mujer es objeto. No obstante, basta mirar el pasado y analizar desde una perspectiva de género la historia para denotar que el problema hunde sus raíces en una larga tradición de violencia hacia el género femenino.