Para Lorena González.
Ahora comprendo el discurso de tu puesta en escena
Los mejores ejemplos de realismo en el arte son sospechosamente poéticos. Acaso porque ver la realidad con atención es aceptar que ésta es atroz, y que sólo puede ser soportada y justificada, en palabras de Nietzsche, como experiencia estética.
La experiencia estética, sin embargo, se vuelve difícil de mantener en medio del materialismo y la violencia. En medio del espantoso tedio de vivir. «Cuando la felicidad se la ha dado a alguien a pedazos, como a mí, se vuelve uno mezquino y malvado», dice Blanche Dubois, maestra de literatura que huye de su pueblo a casa de su hermana, perseguida por el escándalo, por acostarse con sus estudiantes. «Dios existe, a veces», declara entre los brazos de Mitch, que le devuelve la esperanza de amar… ¿y no es acaso esto lo que esperamos de la experiencia estética? ¿Volver a ver el rostro de Dios? ¿Asegurar un remanso de paz, de alegría, mantener viva la llama un instante? ¿Ese pedazo de felicidad hacerlo eterno por un segundo?