Categoría: Sonoridades

Una amplia experiencia en la profundidad de los sonidos.

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«¿A qué le tiras cuando sueñas, mexicano?»: Crónicas de Chava Flores

«México en una laguna y mi corazón echándose clavados. ¿Qué cosa será el amor?»

LOS CAIFANES

Las Ciudad de México es una ciudad pintada a través de sus contrastes. El claroscuro parece haber sido el principio fundamental usado por los cientos de generaciones de mexicanos que se han encargado de edificar una de las urbes más populosas del mundo.

Ya desde la primera ojeada por encima de las tierras del glorioso Valle de México, podemos observar que la palabra “pluralismo” se queda corta para abarcar las diferencias que existen entre los nueve millones de habitantes que conforman la sociedad que vive en él. Desde las lomas del Pedregal hasta el barrio de Tepito, del Cerro de la Estrella al cerrito de la Villa, del lago de Xochimilco al de Chapultepec, una simple mirada basta para darse cuenta que todo lo que existe dentro de este pedazo de tierra, casa de serpientes, águilas y nopales, excede los 1500 kilómetros cuadrados que los datos del INEGI se empeñan en arrojar.

Pues bien, hace casi cien años, un 14 de enero del ya lejano 1920, nació en La Soledad –una calle de nombre sugerente metida en el antiguo barrio de La Merced– un hombre que al final entendió que ni más de 200 canciones terminarían por ser suficientes para meter en ellas a una ciudad tan grande como la capital mexicana.

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Cómo aliviar un corazón roto en cuarenta minutos

Chico “A” ama a chica “B”, pero chica “B” no quiere a chico “A”. Esta sencilla fórmula ha inspirado un montón de historias en el cine y en la literatura, mismas que han sido adornadas de un millón de maneras para disimular que siguen este patrón. Sin embargo, olvidado en los cajones de algún coleccionista de LP’s, existe un álbum que captura, perfectamente y sin tapujos ni ornamenta, la experiencia de ser rechazado.

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Ígor Stravinski: Sinfonías para instrumentos de viento

Rezamos en calma. Un silencioso horizonte se extiende detrás de nuestras espaldas. En él, artistas, políticos y pensadores observan atentos. Nosotros, los nacidos, somos quienes enterramos a nuestros padres en el centro de nuestra cultura. Permitimos que sus cuerpos nutran las raíces de los frutos que nos alimentan. El rito que acompaña este entierro, como un regalo de la sociedad, nos abre un espacio para tratar los sentimientos e ideas que aún revuelan tras el ruido sordo de la muerte. Únicamente escuchamos un gran ensamble de alientos que proyecta por nosotros, con sus sonidos coincidentes, la calma con la que vocalizamos el adiós. En el tiempo detenido del rito los cuerpos se corrompen y las almas resucitan en el horizonte que nos hará compañía hasta nuestro entierro.

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Seducción sabor a tabaco y tequila: bailando danzón

«El erotismo es como el baile:
una parte de la pareja siempre
se encarga de manejar a la otra».

Milan Kundera

El baile en pareja es siempre un juego de tensiones e intenciones veladas. Con cada roce por la espalda, con cada mirada furtiva, con cada sutil aproximación de dos cuerpos moviéndose al compás de la música se inicia el eterno duelo de seducciones que durante incontables siglos ha sido semilla de las más desaforadas pasiones.

Al bailar, los oponentes forcejean en el vaivén de la dialéctica danzística, en donde los roles del seductor y el seducido se vuelven líquidos e inestables a cada paso, a cada vuelta. Imposiciones y sumisiones mutan para dar lugar a un fenómeno simbólico que recuerda a las ceremonias de cortejo animales. Ademanes, movimientos y sonrisas abonan a la intrincada semanticidad de un evento social que ha terminado por conformarse como uno de los rituales humanos más complejos de todos.

Pues bien, cuentan los abuelos que hace muchos años llegó a México un tipo de música que vino a revolucionar no sólo la forma en que bailaba la gente, sino al ritual mismo y a las implicaciones que podía llegar a tener un fenómeno social tan antiguo como lo es el baile de salón. Un ritmo nacido en Cuba, fruto de los amoríos entre la música africana y la música europea, un tipo de baile que en sí mismo retrataba la fusión entre la civilización y la barbarie: así llegó el danzón a México.

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Silvestre Revueltas: El renacuajo paseador

A todo mexicano le deseo que se encuentre, alguna vez en su vida, caminando a la media noche por las avenidas cruzadas del centro histórico de la ciudad. Que su curiosidad le lleve a conocer las fuentes de Santo Domingo, a contar las columnas de la catedral y a visitar bibliotecas escondidas. Que reconozca en la alameda a los dioses del pasado. Que a los ojos cansados llegue la luz violeta del ángel en reforma. Que los murales escondidos detrás de la brillante fachada blanca de Bellas Artes le susurren desde dentro los acordes que han resonado ya por 84 años. Y más que nada, le deseo encuentre al compositor que vivía su última noche borracho y frío, con su mirada melancólica, cabello alborotado, y bigote empapado en cerveza: a Silvestre Revueltas, huyendo de los gatos directo al pico del pato.