A JP, Sofi y a otras personas que escuchan y cuidan
Despiertas poco a poco, cansada. Tienes como impulso desear buenos días a través del celular, pero algo te lo impide. Sientes una opresión en el pecho: se cumplió tu peor miedo. Recuerdas cómo, en la madrugada, se te subió por primera vez el muerto. Al menos no tuviste tanta conciencia, pensabas que era tu gata subiendo sus patas en tus costillas superiores. Quisieras compartir esa sensación por escrito, pero ya no puedes. Tardas unos minutos en volver a lo que sucedió la tarde del día anterior. Vuelve el golpe de realidad. Ayer por la tarde terminaron. El portal se ha cerrado. Ya no hay espacio para comunicar nimiedades. Aunque para ti no lo sean.