Fragmentos de Entomemas – Daniel Vega Tavares

[Apunte][1]

Pienso demasiado insistentemente y con frecuencia asqueado en insectos, pero aun así salgo a caminar para encontrarlos y vuelvo hecho un manojo de nervios. Me lleno de valor para fotografiarlos y los dibujo piloerecto con una irritación terrible en la mejilla que rasco como si tuviera ácaros rojos recorriéndola en círculos, círculos rojos y pequeños circulando.

Esta ponzoña hipocondríaca cambia de sitio cada vez, lo que me parece conveniente porque de otro modo ya me hubiera hecho algún daño. ¿Qué dirán los que saben? ¿La alergia nerviosa es un ejemplo claro de autotomía?

Es que obviamente no me he dejado estas fobias, incluso después de pasarme la vida comprendiendo a sus causantes. Habría que entender que el odio es incurable, pero el acto reiterado de la comprensión puede controlarlo cuando no es un cáncer insalvable. Me da náuseas mi propia desesperanza.

*

Colémbolo

A veces se nace
con órganos vestigiales
en vez de boca

y se quiere decir cosas
que ya se habían dicho,
pero aún no se comprenden.

A veces se nace sin ojos, sin antenas,
en las profundidades más extremas
y menos habitadas,
sin poder hablar ni ver.

Luego uno se las arregla
para no morir tan pronto,
pero en ausencia de mandíbulas
se muere uno de hambre.

También puede venir alguien
y hallarme en cantidades,
tomar una muestra,
ponerme nombre
y diseccionarme
conociéndome mejor que yo.

Con suerte termino en el muro
de un apasionado de nosotros
y aunque sigo en la oscuridad,
otros me ven.

*

Ilustración 5. En el capítulo de las hormigas se habló de cómo los tres segmentos de su cuerpo pueden vivir independientemente durante un tiempo. En la imagen de arriba, una hormiga busca los restos de su cuerpo descuartizado mientras su cabeza se aferra valientemente a la pata de su enemiga y el abdomen corre en círculos como Arquímedes cuando descubrió la densidad. En la siguiente imagen, la araña deja caer su pata y huye mientras la cabeza porfiada de la hormiga muere con las antenas mandándole todavía señales sensibles. Por último, en la siguiente página, la hormiga ha muerto (naturalmente) y nunca se encontró. Obsérvese que, al morir, sus restos están más dispersos que cuando la despedazaron.

***

[1] Estos textos son parte de un proyecto inédito al que he dedicado varios años y que siempre he tratado como poemario (aunque podría ser cualquier otra cosa), escrito desde los ojos imaginarios de un ilustrador científico especializado en insectos.


Autor: Daniel Vega Tavares. Estudiante de Derecho en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Nacido y residente en la Ciudad de Puebla. Dedicado a la divulgación cultural y la promoción de la lectura. Cuenta con una colaboración en un dossier de Primera Página y un artículo sobre las interacciones del derecho y la literatura en el Blog del Centro de Estudios Constitucionales.