Etiqueta: literatura feminista

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El verdugo de los sueños – Cuento de Consuelo Figueroa

Siempre había un NO bien argumentado. Lo decía con tanta facilidad, que parecía nunca cansarse del mismo monosílabo: ¡no!, ¡no!, ¡no! ¡No hay vacaciones este verano! ¡No puedes darte el lujo de comprarlo! ¡No es una buena idea! ¡No necesitas seguir en la escuela! ¡No!, ¡no!, ¡no!

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Lo personal seguirá siendo político: “Me morderé la lengua”, de Melba Alfaro

En lo personal, ahí donde las cosas duelen, se encuentra la dominación acaso más directa y cruda. El patriarcado no sólo domina la vida pública, eso sería imposible si antes no se hace con el control de las esferas privadas. Las mujeres, las disidencias sexo-genéricas y básicamente todas las comunidades marginadas atestiguan cómo sus anhelos, representaciones y deseos son subsumidos, aplastados, pisoteados por un sistema que necesita su exclusión y su miseria para seguir funcionando.

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“Tinta Violeta”: nunca más narrarán sin nosotras

Durante siglos, una voz masculina que pretendía ser universal ha dominado la tradición literaria. Por consiguiente, las vivencias de los hombres debían ser aplicables a todo el mundo, mientras que las historias con mujeres protagonistas sólo podían ser disfrutadas por un público femenino. Asimismo, toda experiencia femenina ha sido casi exclusivamente contada por narradores masculinos: hablan de nosotras, pero sin nosotras.

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De mareas altas y respiraciones entrecortadas: la violencia y la enunciación como resistencia en «Respirar bajo el agua» de Olivia Teroba

Respirar bajo el agua (Paraíso Perdido, 2020) pondera en las historias de diez mujeres a las que las une el dolor y la supervivencia la respiración resistente por entre la marea que sube. Las historias aquí están transcritas sobre arena.

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Alergia || Cuento de Melissa Tarabay

No siempre me he sentido cómoda en la casa que habito. A lo largo de esta mediana vida, me he mudado con mis maletas y colchón de cama unas doce veces, sola. He estado en cuartos que me ocasionaron urticaria en la piel debido a la humedad que se estancaba en sus esquinas; estuve en un departamento donde me trataron como una pequeña rata gris, no sabía que me estaba metiendo en un nido de cucarachas; también caí en una casa de asistencia en medio del bosque, y ahí tuve que repartir mi corazón en más de tres pedazos; y a los dos años me fui a una vecindad donde me cambié de departamento tres veces.