El pequeño cajón que destinaste para mí era muy cómodo, en principio. Sin embargo, veía a diario todo el espacio en esa mansión: cada uno de los hermosos salones, con esos enormes ventanales; los corredores alfombrados y luminosos; las habitaciones con cojines y candelabros; el amplísimo vestíbulo por el que un día entré; el comedor donde probé y conocí aquellos exóticos platillos que, para mi sorpresa, terminé disfrutando. Recordaba los extensos jardines de alrededor, tan hermosos y apantallantes, en los que disfrutaba correr. Pero, en ese momento, ya sólo podía mirarlo todo a través de una rendija, ya fuera de la oscura madera que me encerraba, o la de la memoria de mis primeros tiempos en esa mansión.
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Tres cuentos para un relato – De Duncan Axel P. H.
No es tu nombre
No es tu nombre, no. No es tu nombre el que saborea mi lengua, carajo. Ni es tuya la piel que me penetra, no. Tampoco son tus labios ni es la voz la tuya cuando nos dejamos por fin en paz y llega el adiós sin atrevernos a mirar.
Fundidas las estrellas, sé que no estarás y aun así te busco. Una noche, eso fue todo, tal vez menos, un rato y nada más. ¿Cuál era tu nombre? ¿Cuál era tu maldito nombre, carajo? ¿Cómo pude olvidar tu nombre?
Penitente – Poemas de Óscar Páez
Pintura: Ángel caído, de Alexandre Cabanel
Penitente
He aprendido a sostener mi fe,
con las pocas plegarias que aún no le ofrendo a mis muertos.
Desde este erebo vigilo mi propia sombra,
para que al avanzar no se abalance el miedo hacia mi rostro
y me deje como a mis demonios,
con una máscara de felicidad que ellos mismos no soportan.
Diálogos comunes, entre personas comunes – Microrrelatos de Ailton Téllez Campos
Su propio camino
—Hemos pasado veinticinco años juntos y pienso que ya es momento de que cada quien encuentre su propio camino.
—Estoy de acuerdo. Pero ¿no crees que esta es una decisión arriesgada?
A/B – Microrrelato de Luis Octavio
A Vladimir Cano
A es un joven escritor de microrrelato. B es un personaje de A. A está escribiendo un microrrelato en el que B es un asesino.
Luis Paniagua: la historia de un día y el derrumbe de un mundo
La poesía es una forma de conocimiento de un mundo oscuro que sentimos en torno de nosotros pero que en realidad tiene sus raíces en nosotros mismos.
Eugenio Montale
La patria es pradera de corderos segados por el filo y el veneno (UNAM – Naveluz, 2019), más que ser el título de un libro de poemas, nombra el título de una historia. La palabra «patria», en este libro, es la cercanía de todos los días, es el habitar este mundo. Los poemas de Luis Paniagua son el desdoblamiento de un pensamiento íntimamente cercano a la naturaleza del mundo, la fuerza de la energía y de la magia que hay cuando se voltea a ver el cielo. ¿Por qué entender estos poemas como la historia de un día? Se trata, en principio, de la jornada que recopila todo: el día es el mundo. El comienzo del libro simboliza el inicio del día; el resto, el transcurrir de las horas y de los momentos del tiempo representados en el cielo.
Match – Cuento de Fabrizio Sosa
Estela, mi terapeuta, me dio sólo dos opciones para continuar con mi vida.
—Puedes volver con tu mujer y aprendan a vivir juntos o divórciense y visita a tus hijos cada quince días —dijo mientras se acomodaba los lentes—. Lo mejor para esos niños es un padre presente y estable que rehaga su vida.
De la oscuridad a la luz – Poemas de Emmanuelle Brío
Oscuridad de vientre materno
Se filtran sonidos, la calle se torna palpable.
El mundo se percibe desde una burbuja.
Envuelto, protegido, se forma el ser.
Alguien teje unos zapatos, alguien
elige con ilusiones cuna, cobertor, juguetes.
Alguien canta dulcemente, cuenta historias.
La meta – Cuento de Rodolfo Ruiz Vázquez
Alcanzó la azotea aupándose a un papalote que un niño echó a volar. Desde la cornisa, observó a las multitides desplazándose a un ritmo trepidante por la calzada. Quienes hasta entonces Chela viera teratológicos se habían convertido en seres diminutos aglomerados en una marabunta que corría veloz entre las dos bandas de edificios, a la manera de un río al fondo de un cañón. La diversidad cromática de los atuendos en continuo flujo le recordó las aguas contaminadas de aceite, tornasoladas en la superficie, que con frecuencia bajaban por las cunetas de la ciudad, y que para ella representaban caudalosos e insalvables torrentes. Separada de la marabunta por vallas de metal, sobre la banqueta efervescía un caldo de pañuelos, banderines y palmas batientes, el cual, sin embargo, se mantenía fijo al mismo punto.
Día y noche – Poemas de José Ortiz Ugalde
I
La mañana empieza
con un fósil
de resina incendiaria.
Chispazos
devenidos
humo
de venidos
hubieses que,
romos,
se han ido
fermentando.