Etiqueta: Cuentistas mexicanas

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El verdugo de los sueños – Cuento de Consuelo Figueroa

Siempre había un NO bien argumentado. Lo decía con tanta facilidad, que parecía nunca cansarse del mismo monosílabo: ¡no!, ¡no!, ¡no! ¡No hay vacaciones este verano! ¡No puedes darte el lujo de comprarlo! ¡No es una buena idea! ¡No necesitas seguir en la escuela! ¡No!, ¡no!, ¡no!

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Ya no seremos los niños que fuimos: “Postales de Inglewood”, de Rosa Espinoza

¿Qué sientes cuando miras hacia atrás? La nostalgia es el dolor por aquello que no vuelve. Por sí sola, no es positiva ni negativa. Los pensamientos que rodean a esa emoción transforman la manera como nos fundimos con el pasado. ¿Qué sientes cuando ves directamente tus más grandes traumas? Algunos piensan que, cuando miras lo suficiente hacia el vacío, éste te devuelve la mirada. Ve algo en tu interior, te apuñala desde dentro y te deja indefenso, a la expectativa de una nueva interpretación, acaso más optimista, pero perdida en el tiempo.

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La muerta de la colonia Portales – Cuento de Joan Malinalli

El cuerpo de Minerva permanecía quieto en la orilla de la cama. Dos mujeres, confusas y trastabilladas, le sobaban el pecho y las manos, mientras otras dos corrían sin rumbo aparente alrededor de la casa. Buscaban un médico en los rescoldos del invierno, entre los montones de objetos antiguos. Telefoneaban, se nublaban, aullaban en silencio. No fue sino hasta que todo hubo terminado que una de ellas pudo al fin salir en busca de auxilio. Era tarde, o tal vez muy temprano. Eran quizá el cielo azul y sus nubes los que condicionaban el tiempo. La mujer entró en la habitación y escuchó un latido ilusorio debajo del metal redondo y frío. Entonces, pronunció las palabras y la más joven saltó desquiciada sobre el cuerpo, volviéndose de mar turbio como una pintura de Turner. Las otras la detuvieron, serenas, en sosiego, y ella se contuvo apretando el vacío con los dientes menguantes. 

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Síndrome – Cuento de Lizeth Jacqueline Gutiérrez Pérez

El cielo estaba despejado, no existía el cúmulo habitual que irremediablemente se mostraba en esa época del año; en consecuencia, el sol arrojaba sobre la ventana su fastidiosa luz. El viento ese día pudo haber sido amable, pero se ausentó totalmente, cansado de mi estado de ánimo que, sin explicación alguna, se encontraba nublado. Las sonrisas satisfactorias de mi familia encendían un fúrico sentimiento en mi pecho.

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No todos los conejos son inocentes – Cuento de Montserrat Barrientos Pérez

Traía puesto un vestido negro que me llegaba a las rodillas. Hacía frío y la neblina tapaba mi visión. Desperté a tres o cuatro metros de un río, no sabía qué hacía ahí, así que decidí seguir la corriente. Me paré y sacudí mi ropa sucia por la tierra.

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Biomagnetismo – Cuento de Ana Torres

Por fuera la casa parece abandonada. Es una casita descuidada en una colonia que jamás había visitado. Ni mi mamá ni yo queríamos asistir a la cita, pero nos sentimos comprometidas. No pudimos decir que no, la cita la arregló mi tía, la favorita, la que ha estado pegadita a nosotras desde el diagnóstico. Me quiere ayudar. Nunca he creído en estas movidas, pero tal vez sea el momento de intentarlo. De alguna forma, el diagnóstico me pone en el dilema de intentar cambiar no sé qué, algo. Tal vez ese algo sea creer en remedios alternativos, y quizá sí creo, el proceso se me haga más sencillo. Mi tía cree en muchas cosas, su fe es diversa y dispersa. No siempre es devota a las mismas cosas y constantemente tiene una nueva rama en la cual experimentar.

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A la orilla de la muerte – Cuento de Fernanda Andablo

La perdí una vez y para siempre. No pude rescatarla. Todavía veo su rostro al cerrar los ojos: su sonrisa parecía aceptar su destino sin remordimiento alguno, pero sus ojos eran una súplica. Yo, más que nadie más, había ignorado todas las señales. O no. No las había ignorado, sino confundido. Nadie sabía el dolor de verla desaparecer en las profundidades. ¡Un suicidio! Qué idea tan más descabellada. Ella no se había suicidado. Luchó hasta el último segundo.

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Relatos de una bruja – Celeste Orozco

Aroma

El aroma a bruja es siempre reconocible entre brujas. Una siempre sabe si hay otras en la cercanía, ya sea por el aroma o por la energía que cargan. El aroma a bruja consiste en el humo que desprenden los inciensos o los sahumerios, hierbas, especias y, a veces, comida. Aunque la combinación de todos estos aspectos parezca común y ordinaria, la verdad es que hay otro algo detrás de todos estos olores. Debajo del incienso y las hierbas, está presente el aroma crujiente y eléctrico de la brujería. Entiéndase “brujería” como el conocimiento del balance de la energía, una forma de espiritualidad y el conjunto de las raíces ancestrales que han trabajado con estos poderes durante décadas, entre muchas otras cosas que engloba.

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Musa – Cuento de Tania Yareli Rocha Hernández

Voy por un sendero añoso y polvoriento que da a la catedral. Está a un par de kilómetros de mi casa. Me agrada ir a tocar por las tardes porque la acústica es buena y, como está abandonada, me siento a mis anchas. Un rato después termino en el antiguo recinto de ladrillos grisáceos. Me gustan las siluetas angelicales esculpidas en sus muros.

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El pastel de Angélica – Cuento de Gina Martínez Flisser

Ella amaba dos cosas: el pastel de chocolate y el sonido de los tarseros pigmeos (Tarsius pumilus) por la mañana. La inclusión en su rutina del llamado diario de los tarseros, un pequeño primate nocturno, se hizo posible cuando se mudaron al Centro de Rescate de Vida Silvestre Tasikoki, en la provincia más al norte de Sulawesi, Indonesia, donde él es gerente general y ella asistente veterinaria. Su cumpleaños se acercaba y, en la transformación a la vida selvática, él le había quitado su primer amor: el pastel de chocolate.