Categoría: Literatura

Reseñas y recomendaciones de libros, reflexiones alrededor de un autor y su obra, lanzamientos de libros.

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Febrero 9, 2023 – Cuento de Judith Valeria Trujillo Morales

No quiero envejecer, pero sin duda es un proceso inevitable. Temo envejecer superficialmente porque me hace dar cuenta de que no puedo hacer borradores de mi vida una y otra vez, comenzando como si tuviera veinte. Siempre ha sido mi más grande miedo y mi fin autoprogramado está llegando.

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En aquel entonces – Cuento de Orlando Sánchez Patiño

Ilustración de Orlando Sánchez Patiño

Nunca me han gustado los caldos. Siempre se sirven cuando hace mucho calor o cuando son acompañados con alguna pieza de pollo mal cocido; sin embargo, el caldo que comí en aquella ocasión no me desagradó. Aunque la carne que contenía era chiclosa, tenía un sabor novedoso que no había probado antes y que jamás probé después.

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Poesía dentro del caos en “El mismo pulso de la máquina”

Imagen extraída de Netflix

Michael Swanwick publica “El mismo pulso de la máquina” en 1998. Un año más tarde, el autor norteamericano fue galardonado por este cuento con el premio Hugo, otorgado anualmente a aquellos escritores dedicados a cultivar la ciencia ficción y la fantasía. Martha Kivelsen, la protagonista de la historia, sufre un accidente espacial en una de las lunas de Júpiter junto con su compañera Juliet Burton. El inesperado percance desencadena una serie de complicaciones que le dan sentido a la trama de la historia.

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El niño y el diablo – Cuento de Carlos Mario Mejía Suárez

Su alcoba estaba en el centro del pasillo. Salió de ella a paso lento. A su derecha estaba la puerta de la habitación de sus padres y a su izquierda la de sus hermanas. Todo estaba oscuro. Frente a sí, sin embargo, vio una llama amarilla ardiendo fuera de la ventana, en la distancia, en la cima de una estructura metálica. Era como una corona solar y amarilla para la noche plateada. Esa corona hacía un cuadrado de claridad en el piso del corredor. Tras una breve inspección comprobó que no había nadie ni en la habitación de sus padres, ni en la pieza de sus hermanas. Había visto las pesadas cortinas verdes con las que su madre resguardaba la siesta matutina de las claridades del día. La caja de madera donde su padre guardaba un máquina de afeitar descansaba en una mesita de noche y brillaba intermitentemente con el número doce y dos ceros que el reloj despertador marcaba. Vio el neceser a los pies de la cama doble. Cerró la puerta. Luego fue a la habitación de sus hermanas y vio el mueble rosado donde ellas habían puesto una variopinta fauna de osos de felpa, barbies, gatitos paralizados, perritos con la lengua afuera y bebés con la boquita perpetuamente abierta, a la espera de un tetero de agua. Cerró la puerta. Desde el final del pasillo vio cómo la extensión de esa distancia caía en el abismo negro de la pantalla del televisor, puesto al otro extremo del pasillo frente a dos mecedoras. Dejó atrás las sillas y mecedoras dispuestas frente al aparato cuando, tras el constante zumbar de los aires acondicionados, escuchó un motor que se había encendido en el primer piso. Unos pasitos duros y como de piedra comenzaron a oírse al mismo tiempo. Desde la baranda del segundo piso vio la oscuridad del primero y el claroscuro del rellano de las escaleras. Tuvo la certeza de que tanto el sonido del motor como los pasitos venían del primer piso. Como se sabe al soñar que hay una prehistoria al momento que se sueña, así supo él que su familia estaba en el carro y que se disponía a arrancar y que los pasitos resultaban de algo o alguien que lo quería solo allí en esa casa prestada. Corrió escaleras abajo casi resbalándose en el rellano. Alcanzado el primer piso tomó dirección a la izquierda y allí abrió la puerta que daba paso al garaje donde el único rastro de su familia era el olor a combustible quemado después de ser desalojado por el escape del carro. Atravesó el garaje corriendo para seguir la estela de humo que el carro había dejado. Escuchó entonces una respiración que parecía reírse a sus espaldas. Abrió los ojos queriendo despertarse, pero sólo lograba sumergirse más y más en esa presencia que respiraba cómicamente a sus espaldas con un gozo perverso. No sólo era indiferente sino que se entretenía con su abandono.

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El viaje interior en “Poemario azul”

Ojalá que en alguna de las cosas que estoy por teclear encuentres consuelo, abrigo y abrazo, encuentres espacio, porque eso es lo único que necesitas para ser

y… ser es más que suficiente

Cicatrices de Oro, Poemario Azul

Como muchas personas, he pasado por momentos difíciles a lo largo de la vida: despedidas, desamores, sufrimiento, pérdida. Y aunque no sabía exactamente cómo lidiar con todo eso, siempre supe que podía contar con alguien. Cuando leo a María Borja pienso en aquella amiga cuyas palabras siempre estuvieron para mí en los momentos más difíciles. Lo peculiar de esas palabras no era su grado de verdad, ni su abundancia, sino su completa honestidad.

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Al otro lado un ruido – Cuento de José Adair Prado Zacarías

Sabía que para mí no sería un día fácil. Nunca se me han dado bien estos días. Como cuando un temor te circunda la cabeza, se te mete, luego sale y vuelve a meterse en tus oídos. Quizá sea de esos días en los que tienes que reaccionar. Pero yo no sé qué hacer ante las cosas inesperadas, ante los golpes que te sacan el espíritu.

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Los narradores ante el público. Refracciones autobiográficas – Ensayo de Armando Gutiérrez Victoria

Es 10 de junio de 1965 y está por iniciar un evento sin precedentes en la escritura autobiográfica y en la narrativa mexicanas: la primera de treinta y tres presentaciones en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. El ciclo, que lleva por nombre “Los narradores ante el público” y que se extenderá hasta 1966, se ha anunciado como parte de las continuas actividades y conferencias que viene organizando el Departamento de Literatura del INBA, por iniciativa de Antonio Acevedo Escobedo, crítico, divulgador y estudioso de la literatura que se ha propuesto ya no sólo recuperar la historia de las letras nacionales con sus ciclos de conferencias previos (“El trato con escritores”, “Las revistas literarias de México”), sino que ahora se aventura y expone a los distintos protagonistas y jóvenes promesas que integran el abundante y heterogéneo panorama de la narrativa mexicana de los años sesentas.

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A Alejandra Pizarnik – Poemas de Yuleisy Cruz Lezcano

Te vi
en los ojos de un pájaro
sin árboles,
en las ramas de ese árbol
sin aquel pájaro,
como quien se quita del camino
con el ala tendida al aire inútil
y el pecho bien vacío
de los lugares del canto.
Te vi con el corazón roto
pedir limosnas
un poco de caricias,
con lágrimas gruesas
y ríos y ríos de llanto.
Te vi en tus versos
con los ojos perdidos
en una necesaria ciega omnipresencia
sin conocer la ciencia
de decir adiós y seguir viviendo.