Categoría: Creación

Expresiones artísticas de distinto tipo, ya sea de tipo visual o literario, como cuento, poesía o ensayo.

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Al otro lado un ruido – Cuento de José Adair Prado Zacarías

Sabía que para mí no sería un día fácil. Nunca se me han dado bien estos días. Como cuando un temor te circunda la cabeza, se te mete, luego sale y vuelve a meterse en tus oídos. Quizá sea de esos días en los que tienes que reaccionar. Pero yo no sé qué hacer ante las cosas inesperadas, ante los golpes que te sacan el espíritu.

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A Alejandra Pizarnik – Poemas de Yuleisy Cruz Lezcano

Te vi
en los ojos de un pájaro
sin árboles,
en las ramas de ese árbol
sin aquel pájaro,
como quien se quita del camino
con el ala tendida al aire inútil
y el pecho bien vacío
de los lugares del canto.
Te vi con el corazón roto
pedir limosnas
un poco de caricias,
con lágrimas gruesas
y ríos y ríos de llanto.
Te vi en tus versos
con los ojos perdidos
en una necesaria ciega omnipresencia
sin conocer la ciencia
de decir adiós y seguir viviendo.

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Ser-IA – Cuento de Sara Montero

Déjenme que les cuente cómo lo recuerdo yo, aunque para las fechas y el orden estricto de los acontecimientos quizás tenga que preguntar a SENT. Como ya saben, los primeros en caer fueron los creadores de contenido, copywriters y redactores. Ni siquiera se requería de una tecnología muy avanzada. Bastaba con volcar los datos y en segundos la máquina tenía un texto escrito en todos los idiomas indicados. Sí, es cierto que adolecían de cierta gracia, pero técnicamente eran impecables, era barato y no exigían afiliarse a un sindicato. 

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Ambar (selección) – Poemas de Luis Cuadros Falla

Quizá el poema yace

quizá el poema yace
en el profundo recipiente de tus ojos
quizá el poema sea el cántaro
quizá viva inquieto
en tu dispersa voz
en la ondulación perfecta
que nos deja su sonido
¿por qué calla el poema?
¿por qué no escucha el poema?
tal vez deba percibir su propia pulsión
tal vez deba saber un poco más
del dolor
tanto adiós en su mirada
tanta sangre en su latido

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Las personas no habitamos cajones – Cuento de Alexander Sanabria Aranda

El pequeño cajón que destinaste para mí era muy cómodo, en principio. Sin embargo, veía a diario todo el espacio en esa mansión: cada uno de los hermosos salones, con esos enormes ventanales; los corredores alfombrados y luminosos; las habitaciones con cojines y candelabros; el amplísimo vestíbulo por el que un día entré; el comedor donde probé y conocí aquellos exóticos platillos que, para mi sorpresa, terminé disfrutando. Recordaba los extensos jardines de alrededor, tan hermosos y apantallantes, en los que disfrutaba correr. Pero, en ese momento, ya sólo podía mirarlo todo a través de una rendija, ya fuera de la oscura madera que me encerraba, o la de la memoria de mis primeros tiempos en esa mansión.