Jacaré – Cuento de Amaranta Castro

I

Caigo dentro del estero. Trago el lodo. Le grito a María, pero no puede escucharme. Cuando despierte no va a encontrarme. Mi familia pensará: se fue sin avisar. Las amenacé tantos días con irme de migrante a pizcar la papa.

Dijeron que dejé a María solita, sin saber hablar, sin saber a dónde fui. Pero yo estoy hasta lo más hondo del estero, inmóvil como piedra o un hueso que fue arrojado sin pensarlo dos veces al agua. 

Me gritan. Pero la gente le huye al estero, que porque aquí hay animales de esos que se comen a los niños y a la gente grande.

Siempre le decía a María: no te acerques, mi guagua, que te comen, que allá abajo están los muertos y si te ven, te agarran. Y María risa y risa, no me creía.

Una vez la vi meter la manita y le di un guarapazo tan fuerte que nunca volvió a acercarse.

II

Descanso en el fondo del agua. El lodo me cubrió la carne hasta hacerla dura como una escama. Inmóvil, espero a María. Viene cada tarde a asomarse al estero. Ya habla, me grita: papá. Nos miramos.

Pero la gente viene y le dice: niña tan loca, tu papá se fue por ahí, porque no te quería, porque se cansó de tus gritos, guagua llorona. Su dedito señala el estero, y alguien con una mirada de duda se acerca al agua. Las personas se asemejan a un enjambre de moscas. Remueven el agua, aquí hay algo, aquí hay algo. Por fin van a sacarme, después de tantos días, de tanta lluvia. Alguien avisa que ahí sólo hay un caimán. 

Es mi papá, dice María. 

III

Un camión vino por mí. Miro a lo lejos. Mi guagua se hace pequeñita, también la casa y la palmera. Mi vista se oscurece. Así es la tristeza de los hombres caimán, sin lágrimas, con una penumbra en los ojos.

IV

En el lugar me reciben con gritos, me revientan una botella en la mandíbula. Estoy detrás de una reja. Se burlan. Lo trajeron desde los Pantanos de Villa. Andaba espantando a la gente, y ya ves cómo son las viejas de esos lugares, estuvieron amenace y amenace, hasta que nos mandaron a sacar a éste que se cree muy cabrón. Tenía los ojos rojísimos. Aquí vas a divertir a los chamaquitos, te van a aventar comida y vas a decir: gracias.

Después de la risa, de los vidrios rotos, de los escupitajos, me dejan solo. Si cierro los ojos, puedo ver a María; espera en el estero, mete su manita al agua y voltea a todos lados como invocando. Me llama.

V

La gente me observa a través de un vidrio. Abro los ojos hasta que se marchan. Sola y de noche, la mandíbula decide por sí misma. No me necesita. Es un animal, un cerebro, un corazón aparte.

Hace algunas noches deseaba comerse al pelado que nos cuida. La mandíbula se hizo grande, un olor a grasa y cebo alentó que las patas se movieran tan rápido que espantaron al pelado. Nos dio descargas eléctricas sin que nadie lo viera. 

Esta mañana, la mandíbula me dijo que, si me como a uno de esos pelados, volveré con María. 

Hace tiempo que ya no puedo verla al cerrar los ojos. Los recuerdos de los hombres caimán son una sombra, un aroma que se desvanece lejano.

VI

A los hombres caimán los poseen los fantasmas. Inmóvil como tortuga o una mosca en las escamas, a veces piensan que estoy muerto. Aprendí a dominar a la mandíbula. Nada de carne entra por mis fauces, guardo un espacio del tamaño de esos pelados que me arrojan desperdicios de comida, peces a los que le revientan las entrañas. 

VII

Jacaré (melanosuchus niger): caimán endémico de los Pantanos de Villa. Color verde oliva. El macho mide tres metros. Su reproducción ocurre en las épocas de lluvia. Hasta hace unos meses se pensaba que la especie estaba extinta. Los biólogos de la provincia de Lima advirtieron la presencia de un jacaré.

En este momento usted observa el único ejemplar del que se tiene registro. El Instituto Nacional de Ecología lo preserva.

VIII

Dejé que la mandíbula se tragara al pelado. Desde ese día no vienen a alimentarnos. Un lejano barullo de niños que gritan me trae el recuerdo de alguien de quien ya no sé el nombre. 

El olvido de los hombres caimán es lento. Deja esteros en el recuerdo, fosos de lodo en el que se encuentran desperdicios o fragmentos de huesos.

Moscas y cucarachas me sirven para vivir en letargo. Me hundiré en el lodo. El día que vengan a verme, la mandíbula se habrá reducido al hombre que fui.

IX

Hombre muerto es hallado en el parque Los Katíos. Del jacaré sólo se encontraron rastros de piel. El parque recibió denuncias por maltrato animal.

El  reptil se volvió viral hace algunos años. Se creía que sólo existía un ejemplar preservado. Actualmente se hallaron cientos de jacarés en la zona de Ecuador.


Autora: Amaranta Castro (México). Dirigió círculos de lectura en las áreas juvenil e infantil de la Biblioteca Central (BUAP). Primer lugar en la categoría de Poesía en el Festival Internacional de Escritores y Literatura de San Miguel de Allende (2015). Colaboró en periódicos y revistas de literatura como Diario El PopularPez BananaLengua de DiabloCírculo de PoesíaRevista MonolitoNocturnarioEspora. Participó en el programa de Innovación artística (IMACP, 2018) con el libro Voces de los árboles. Algunas de sus poesías fueron seleccionadas en el libro de estudios críticos Romper con la palabra: violencia y género en la obra de escritoras mexicanas contemporáneas (Eón, 2017)Colaboró en la revista La Coyol con la columna El hilo de las Moiras. Escribe la columna Al otro lado de la pared en la revista Penumbria. Ha participado en diversas antologías de cuento como Viaje a la oscuridad (Lengua de Diablo, 2015),Letrinas desde el Cosmódromo (Agujero de Gusano, 2022), Microrrelatos de Horror escritos por mujeres (2022) de la editorial peruana Luna Negra. Es autora del libro Bosque Camaleón (Crisálida, 2022).