Cauces – Poemas de Dante Vázquez M.

Sala

Conduce el río al caimán. Es cierto, pero corriente arriba, 
sería peor; conduciría a los dioses que crearon al caimán. 

Eduardo Lizalde

I

A mediodía el sol reposa sonriente
en el sofá arlequín.
El invierno también trae consigo calor: 
uno a uno van llegando, 
en silencio o a carcajadas, 
los monosílabos de la familia. 
Un yo es un tú en un él,
que se multiplica en un ellas, 
y en un nosotros y en un ustedes, 
en el centro cristalino de la mesa 
sobre la alfombra avellana.

El orden de las palabras 
delimita las ideas, les da forma, 
les da profundidad, 
son más que un cuadro del Quijote 
colgado en la blanca pared. 

La otredad es una dimensión  
donde la diferencia 
representa origen y completud.

*

II

La caja no es idiota por ser caja, 
sino por el sentido que le da quien cae y acurruca 
en su interior desconocido. 

Alrededor de la televisión uno puede sentarse 
y disfrutar de la compañía libre y vital 
de las vocales y consonantes 
de otros nombres, de otras cotidianidades. 
Uno escucha y observa, es espía, 
lámpara de techo atenta a los detalles ocultos. 

En el librero la enciclopedia, 
entre El laberinto de la soledad y Una temporada en el Infierno
cuenta la historia primaveral imaginante
de un vendedor de puerta en puerta 
que encontró en su soledad El arte de amar
y, en el infierno, La ilusión de vivir.

El visitante tenía un Conejo en la Luna.

El acto de compartir anécdotas responde a una necesidad determinada, 
que resuena en los otros, 
desde nuestra mirada particular del mundo. 
De la soledad nace el otro.

*

III

Hay momentos en los que el viento 
ondea las rojas cortinas 
y la luz entra fresca a sacudir las hojas verdes 
de las palmas veraniegas
a los costados del librero color caoba. 

Cuando oyes suspirar al silencio, 
puedes cerrar los ojos del alma y del espíritu, 
y aspirar y expirar, en un instante, 
el vuelo de un colibrí a través del claro umbral 
de lo que nombras y lo que callas. 

Hay momentos en los que el vacío asusta 
con sus ladridos rabiosos y desesperados,
y puedes abrir los ojos 
del alma y del espíritu e inhalar y exhalar
y levantarte del Love Seat y preguntarte: 

¿Qué es lo que ves?
¿Desde dónde lo ves? ¿Para qué lo ves?

Comprensión e interés 
son cualidades de cada cómoda conversación con uno mismo,
fuera del espacio común. 
El contacto con el otro hermana la diferencia. 

*

IV

Cada miércoles del otoño 
antes de que mi tío se casara 
estábamos presentes a las ocho de la noche. 
Nadie podía faltar. 
Nadie quería faltar. 
Nadie faltaba para ver Dragón Ball Z. 

A veces había palomitas 
y también refresco. 
A veces había pan dulce 
y también leche. 
A veces había sonrisas 
y también lágrimas. 

Los espacios que se comparten 
compilan narraciones 
en las que uno puede leer y leerse 
del otro lado del espejo, 
de un otro que es otro desconocido. 

Al final de cada capítulo 
siempre hay un adiós,
un hasta pronto, 
un inicio, 
un yo, 
¿tú?

Hay algo en la otredad 
que despierta al corazón del vacío.

*

V

Un pequeño estadio, 
o una pequeña arena, o un pequeño circo,
reúne la algarabía 
o el descontento de voces al unísono; 
en cada escenario 
uno es protagonista de su propio ritmo.

Aquello que se dice 
puede interpretarse, mostrase desde el centro 
de uno mismo, o desde las gradas; 
en una pantalla el mundo 
se mira con tal nitidez que atrapa la realidad
en una red imaginaria,
de alta definición, más allá de los símbolos 
que representan los objetos 
que estructuran y direccionan la mirada, 
el hablar desde un yo, o desde un tú, 
o quizás desde un él escrito en un nosotros. 

Afuera, la música de la ciudad
retumba y silencia 
los festejos íntimos, hogareños; 
gritar también es actuar. 

El amor trastoca los límites de la otredad, 
el otro es un yo 
en el reflejo del crepúsculo matutino, 
la otredad 
es una ventana al interior 
de uno mismo. 

*

VI

Quien da cuerda al reloj 
sabe que las moscas zumban las horas muertas. 

En cada estación del año 
un objeto distinto pende del marco de la puerta:

en invierno es un borrego;
en primavera, una campana vidriosa;
en verano, un atrapasueños;
y en otoño, una esfera luminosa.

Cada espacio es un lugar para habitar.

Uno habita desde la voz, 
desde lo que nombra
y cómo lo nombra, 
desde donde lo construye,
organiza y simplifica. 

Siempre hay otros ojos 
mediante los cuales podemos conocer
el mundo, al otro.

*

VII

Libramos batallas de Yugi-Oh, 
hasta las dos o tres de la madrugada; 
y el Monopoly y el Jenga 
en ocasiones estaban presentes
mientras de fondo oíamos algún documental 
o alguna película de acción.
Sujetos del habla pasamos a formar parte 
de un acto vivencial voluntario: 

Yo río, 
Tú ríes, 
Él ríe, 
Nosotros reímos, 
Ustedes ríen, 
Ellas ríen.

En el cielo de asfalto 
también las estrellas resplandecen,
la comunicación 
para que sea real y verdadera
requiere de integridad
y totalidad. 

La vida es un peregrinaje 
a la mar en la mirada del otro. 
La otredad invita a viajar
a horizontes donde habitan 
nuevas formas de ser.


Autor: Dante Vázquez M. (México, 1980). Elegante imaginante caminante, técnico en poesía y narrador kamikaze, finalista de la modalidad A de la IV Edición del Premio Caperucita feroz de cuentos Ápeiron Ediciones, 2020; finalista del XI Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2019; finalista del IX Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2017; finalista del III Premio Internacional de Poesía Jovellanos, El mejor Poema del Mundo, Ediciones Nobel, 2016; primer lugar en el Concurso Cuentos de Mucho Miedo, Mucho Miedo Mx: Todo sobre Horror, 2015; ganó el VI Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2014. Es autor de Apocalipsis hoy(H)onda Nómada EdicionesColección Pase de Abordar (2013); y de Casa de muñecas (2020); de Tu corazón es un bonito lugar para morir (2021); y de Cuando estoy contigo quiero vivir (2022). Cuentos y poemas suyos han sido publicados en distintas antologías y revistas digitales e impresas.