Etiqueta: Poetas jóvenes

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La carne debe servir a la carne – Poema de Layla Lemus

La carne debe servir a la carne 
así por mandato natural
se cauteriza la piel al tacto;
se enmudecen los amantes en el clamor genital.
Y nuestras soledades, una con la 
otra, se disuelven en deseos. 
Duelen en la humedad 
de nuestra desnudez, sexos 
frenéticos,
                    orgasmos,
los dedos hurgan el gemido.
El éxtasis terminó de beber a los amantes. 

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Visiones de la posteridad || Dos poemas de David Cacho

Mensaje 

Escribir para la posteridad, dijeron los poetas.
Y el sol encaneció detrás del horizonte,
los árboles dieron sus frutos más silvestres,
del papel brotó la neblina más espesa, 
la noche convocó a todas las muertes,
el hombre caminó hasta redimirse,
el cielo apagó todos sus anuncios,
el mar lloró para abrazar sus costas,
el fuego arrojó el primer lamento,
la tierra dio un galope hasta sacudirnos los pies,
los pies buscaron arenas para hundirse;
las arenas, aguas para no olvidarnos del recuerdo del mar;
no olvidamos,
decirle al mar que la muerte no ha despoblado sus playas,
decirle a la noche que la muerte no ha despoblado sus lunas, 
que morir es otro eco del mar mientras soñamos,
que nosotros somos la muerte en el intento de redimirla,
que la vida somos nosotros al recordar a quienes mueren
enterrando a quienes viven de la suerte de la unión,
que vamos amando la muerte, porque algo debemos honrar,
que, ante la sospecha del fracaso, aún, tenemos la muerte como guía,
los poetas dijeron que había posteridad porque había cielo,  
los poetas dijeron que había posteridad porque había muerte.

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Herencias - Aimeé Cervantes

Mar de Tiempo sin arena || Poemas de Carlos Sánchez Emir

Ilustración de Aimeé Cervantes Flores

Poemas a Salvador Novo

I. Abuelos

Alguien llega a casa tan gris
del trabajo, en la cama se recuesta
y recorre, con los ojos bien cerrados,
los sitios de su infancia.

Se ilumina
el principio de una lágrima
y canta, en pensamientos, una canción
que ya todos olvidaron.

Parecía que de la infancia
ya no tenía nada; y sin embargo,
las sábanas amanecen húmedas
como en aquellos días
donde los peores monstruos
visitaron sus sueños.

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Pequeños dioses - Aimeé Cervantes

Inventar la noche || Poesía de Ariatna Gámez

Ilustración de Aimeé Cervantes Flores

Tautología

¿Qué quedará de mí en esta tierra vacía,
refugio de almas –nido de víboras–
en el purgatorio que se esconde en mi reflejo?

Quedará solamente pavesa:
los dedos que se funden en esta carne,
en estas pieles que transmutan: cuerpos ambivalentes;

solamente el envoltorio de esta flor marchita:
los despojos de lo que un día fui
y los colmillos.

He de permanecer
en las aguas de una serpiente que se autofagia;
de quedar insomne
entre los venenos de esta vida,
las voces fantasmas,
los gritos que no dejarán de lacerarme.