Etiqueta: Poesía mexicana

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Cauces – Poemas de Dante Vázquez M.

Sala

Conduce el río al caimán. Es cierto, pero corriente arriba, 
sería peor; conduciría a los dioses que crearon al caimán. 

Eduardo Lizalde

I

A mediodía el sol reposa sonriente
en el sofá arlequín.
El invierno también trae consigo calor: 
uno a uno van llegando, 
en silencio o a carcajadas, 
los monosílabos de la familia. 
Un yo es un tú en un él,
que se multiplica en un ellas, 
y en un nosotros y en un ustedes, 
en el centro cristalino de la mesa 
sobre la alfombra avellana.

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Personificaciones – Poemas de Edwin Efraín Maldonado Díaz

Justificación de mi mala suerte

la suerte se sienta
con sus dos caras probables
fumando y murmurando uno que otro prejuicio
qué poco elegante el que va de tenis
ha de traer pisando también el corazón
no está de moda llevar la nostalgia en un collar
ni los gustos grises de la ropa
quiere disimular cuando la miro
jugar a que no me atraviesa
los huesos
a que no vislumbra 
en mí
una casa embrujada 
por la apatía
fuma y desvía la mirada
escupe [por escupir]
tremendas bocanadas de humo
con voz ronca dice nada
aunque intenta
[políticamente]
decir un perdón

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Cocina – Poemas de Dante Vázquez M.

Vivimos en un mundo material, y sólo somos capaces 
de comprender lo que se ofrece visiblemente a nuestros sentidos. 

Stefan Zweig

I

Sus letras 
simbolizan la nostalgia 
del café de olla 
que preparaba la abuela, 
la seguridad 
del plato de frijoles negros
en la mesa, 
la alegría de nuestra madre
al enseñarnos
a freír un huevo en el sartén. 

Condimentar la vida se aprende. 
Oler el paso del tiempo se hereda. 
Capear la tristeza se aprende.
Inventar la lista del yo se hereda.  
Nosotros sazonamos los días.  
Adobar la voz interior nutre el ser.

La chispa de los rituales aviva 
fuego del corazón de toda historia. 

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Pie de varón sobre la playa – Poema de Gabriel Reyes

Iban las plantas de tus pies tan cenicientas
eludiendo cangrejos corcholatas ciertas rocas
cuando las olas del mar hadas madrinas
confeccionaron para ti
haciendo hocus pocus con la espuma
dos zapatillas de cristal salino
sonaban como agitar caracolas en las manos
tan presto en cuanto ya mujer te aventuraste
a sondear los castillos en la arena
buscando el musculado roce de pulso lapislázuli
hasta que dieran las doce:
mediodía.