Etiqueta: microrrelato ejemplo

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Cuerpos en exilio – Microrrelatos de Anderson Yesi Urbano Madroñero

Una sonrisa en primera plana

Los encontraron, como rara vez se encuentra a un ahogado, tumbados boca arriba y con los ojos abiertos de par en par. Apilados en la orilla, los locales no habían hecho nada salvo mirar, con impotencia y quizá un rastro de sorpresa, los cuerpos de un padre y su hija de meses. Eran migrantes. Quizá kilómetros arriba habían decidido cruzar el río, aunque fallaron.  

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Ne me quitte pas – Microrrelatos de Ricardo Bugarín

Epígono

Anda todo el tiempo con el libro en la cartera. No debe ocuparle mucho espacio porque es una edición de bolsillo. En el auto, en el subte, en el restaurante, siempre lo saca y se queda ensimismada leyendo. Si se le habla y levanta la mirada, te das cuenta que se ha vuelto lánguida con esa lectura. A veces queda en un ausentismo que te da miedo. Sé que disfruta del francés y eso la acerca a su padre, a lo que fue la vida de su padre, dueño de esas largas ediciones populares de bonjour tristesse.

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El reflejo – Microrrelato de Roberto Aguilar

En el afán de tener control sobre cada cosa en su vida, Javier planificaba a detalle cada actividad por realizar, había presupuestado cada segundo con el fin de lograr cada uno de sus muchos objetivos: estudios, trabajo, deporte, incluso el tiempo con los amigos y pareja, los cuales estaría por conocer según su agenda. Cada día revisaba nuevamente lo decidido y, dependiendo de sus nuevos intereses, cambiaba ligeramente su plan de vida. Nunca estaba conforme, pues había demasiado que hacer y el tiempo era limitado, por lo tanto, todo debía encajar a la perfección.

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Seis habitaciones del librero – Microrrelatos de Krishna Naranjo

Alimentar el desierto

El librero, en su primer ciclo, albergaba algunos ejemplares de literatura clásica. Tenía alguna idea de lo que eso significaba. Era una adolescente. Reservé, para el mueble, un sitial consagrado, el de cueva dentro de la selva del hogar. Como era un ente masculino cuyo semblante sobrio contrastaba con mi expectativa de cosmonave, lo poblé de águilas, cactáceas, hongos alucinógenos, piedras mágicas, silencios, cuencos sagrados y los libros de Carlos Castaneda, algunos de Krishnamurti, entre otros. Me prometí no tomarlos como parte de una tonta cultura libresca, pero fue justo lo que sucedió. En aquel entonces, no tenía interés para cuestiones racionales, sólo deseaba extender las alas del águila que habrían de pronunciarse en el vuelo infinito de la libertad.