Etiqueta: escritores mexicanos contemporáneos

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Al otro lado un ruido – Cuento de José Adair Prado Zacarías

Sabía que para mí no sería un día fácil. Nunca se me han dado bien estos días. Como cuando un temor te circunda la cabeza, se te mete, luego sale y vuelve a meterse en tus oídos. Quizá sea de esos días en los que tienes que reaccionar. Pero yo no sé qué hacer ante las cosas inesperadas, ante los golpes que te sacan el espíritu.

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Tres cuentos para un relato – De Duncan Axel P. H.

No es tu nombre

No es tu nombre, no. No es tu nombre el que saborea mi lengua, carajo. Ni es tuya la piel que me penetra, no. Tampoco son tus labios ni es la voz la tuya cuando nos dejamos por fin en paz y llega el adiós sin atrevernos a mirar.

Fundidas las estrellas, sé que no estarás y aun así te busco. Una noche, eso fue todo, tal vez menos, un rato y nada más. ¿Cuál era tu nombre? ¿Cuál era tu maldito nombre, carajo? ¿Cómo pude olvidar tu nombre?

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El Torso – Cuento de Seth Nahúm Contreras

“It’s gruesome.
That someone so handsome should care”

Johnny Marr, Steven Morrissey

“En la escuela, guapo?” 

El Torso me envía mensajes desde la mañana. Imagino que lo hace cuando va de camino al trabajo, con su clásica camisa blanca cubriendo su oscura mirada; su nariz definida y alargada; sus líneas marcadas; su boca pequeña, oscura y un poco abierta; y su barba que apunta a lugares misteriosos.

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Ríos – Microrrelatos de Joaquín Filio

Por traer flores a casa

Perdonadme, guerras lejanas (…)

W.S.

Mi madre murió bajo una guirnalda de flores poco antes de cumplir los cuarenta. En homenaje a la abuela dejó que las margaritas invadieran su cuerpo. Tomaron a los pulmones por pradera, entre espasmos de aire, haciendo de la radiografía última viñetas paisajistas. Durante los años finales mi padre ejerció la locura. Lo encerraron en un cuarto incierto, bajo el insomnio de los antidepresivos. Decía que encontró en las flores un camino  hacia su infancia y de tanto repetirlo se internó al jardín oscuro de la demencia. Yo muy joven sembré un ciprés en mi cabeza y no me atreví a bajar de nuevo. Ahora espero, marchito, a que el otoño vuelva infalible con sus ventiscas y escándalos y carnavales a la habitación  veintitrés del Hospital Santa Rosa pabellón de oncología, a presenciar el infértil pero bondadoso acto de la fotosíntesis.

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Frankie, no veas dentro del sombrero – Cuento de Alenka Ríos y Yair Hernández

Antes de conocer a Don David, yo tenía una vida normal. Me dicen Frankie y nunca me gustaron los trucos con cartas. Tampoco mi nombre, Francisco, por eso utilizaba el apodo que me puso mi mejor amiga. Era un mago callejero, aunque antes de eso trabajaba en fiestas, pero el primer día que hice trucos en la calle gané más dinero y me la pasé mejor que en una de esas jornadas frente a niños dispersos y groseros.

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Astrotarot – Cuento de Seth Nahúm Contreras Sánchez

“Hola. Sé que habíamos acordado ya no hablarnos, pero no aguanto más. No me gustó la forma en que terminamos. Quisiera platicar contigo y aclarar las cosas. Acabo de llegar. Estoy en un hotel. Quiero verte mañana en el Parque Hidalgo a mediodía. No te preocupes, llevaré cubrebocas y me mantendré a distancia. Nos vemos más tarde. P.D. Si decides no ir, lo entiendo. Cuídate».