Etiqueta: escritores chilenos

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La Marilú – Cuento de Miguél González

Aún no amanecía cuando la Marilú llegaba a la calle San Diego y entraba a la última casa del cité donde arrendaba una pieza para vivir. Ya antes de encender la luz había comenzado a beberse de un sólo trago, el vino que quedaba en la caja de cartón. Sentada en una orilla de la cama se había sacado los zapatos y había comenzado a llorar. Al poco rato uno de sus vecinos de pieza que salía rumbo al trabajo había tocado la puerta y llamado en voz baja para preguntarle si le sucedía algo; desde el interior Marilú le había dicho que no se preocupara, que estaba bien, que eran cosas de vieja, y que ya se le iba a pasar.

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La bandada – Cuento de Guido Schiappacasse

El despertador no cacareó a las seis de la mañana como lo hacía desde hace cuarenta y cinco años. En la noche anterior se me había olvidado conectarlo. ¿Para qué?, si ya estoy jubilado. Sin embargo, me desperté a esa hora, quizá por costumbre, luego me levanté pese a un dolor en las rodillas que no me soltaba desde hace un tiempo y fui al baño; sólo para verme al espejo mucho más arrugado y canoso de lo que mis sesenta y cinco años debiesen representar.

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El pintor – Cuento de Miguel González Troncoso

A través de la ventana del dormitorio ubicado en el segundo piso, Bartolomé, de ocho años, miraba atentamente al hombre que caminaba en dirección a la casa llevando al hombro una escalera.

Cuando sonó el timbre salió de su habitación y bajó tímidamente a la cocina, donde su madre daba instrucciones al recién llegado.

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El joven limpiaparabrisas – Cuento de Miguel González

Cuando el semáforo de Avenida Santa Rosa con Avenida Matta encendió la luz de alto, los vehículos detuvieron su marcha. A esa hora, cerca de las siete, aún no amanecía del todo, la ciudad comenzaba a despertar y ya había personas que caminaban por las diversas calles, algunos dirigiéndose a sus trabajos, otros, intentando sobrevivir.

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Partenogénesis poética – Cuento de Jorge Etcheverry

Ilustración de Darío Cortizo

Mi ausencia estos últimos días no te debería sorprender, es por razones de fuerza mayor. Pero ya estoy de vuelta y te voy a ir dando los antecedentes de todo esto, de a poquito, para que no te asustes. Ya sabes que he estado varios meses en diversos países, a veces por invitaciones que no me puedo dar el lujo de dejar pasar, sobre todo cuando me pagan el pasaje.

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Un día como otros – Cuento de Miguel Enrique González Troncoso

Esa mañana, como todos los días, Joaquín se levantó temprano e inmediatamente encendió el tocadiscos. Mientras se escuchaba a bajo volumen el tema “Escalera al cielo” de Led Zeppelin, se metió a la ducha; luego, se vistió apresuradamente, bebió su café de un solo trago, y salió a la calle en dirección a la parada del autobús.

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Saga millenial – Poemas de Matías Díaz Huirimilla

First

¿Cómo estás?
La pregunta del milenio.
Estoy con los ojos abiertos
y los oídos cerrados.
Parece que estoy esperando…
puede que a Dios
puede que al amor
o, quizá, sólo la siguiente porción de papas fritas.
No sé.
¿Quién se atreve a tener certezas en estos días?
Pareciera ser que voy caminando
o sea que estoy medio vivo,
¿O mejor decir “medio muerto”?
Y creo que estoy respirando
o aspirando.
¿Es casi lo mismo, cierto?
Y sonriendo
¡Por supuesto que voy sonriendo!
Buenos días.
      Sonrisa.
¿Cómo está?
      Sonrisa.
Yo estoy bien.
      Sonrisa.
¡Ya sé cómo estoy!
Estoy actuando un guion.
¿Cómo que hacer no es lo mismo que estar?
Ok.
Entonces,
si insistes en preguntar cómo estoy:
estoy sin estar,
o si quieres tu conciencia limpia,
ya 
no 
estoy.

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Jugador – Cuento de Guillermo Vargas Virgilio

Parado e inmóvil, se quedó ahí un momento. Acababa de colgar el antiguo teléfono de baquelita negro, ubicado en la angosta y oscura entrada del garito. Nervioso, le había confesado a su mujer que no podía resistir los impulsos de seguir apostando, que una vez más había perdido prácticamente todo y que cuando terminara —o, mejor dicho, terminaran con él— volvería a casa. Aquella noche, y como en ninguna otra, había pensado en regresar, pero su tentación era tan fuerte que no lo pudo hacer.