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Rituales y dolores de la incertidumbre

Ilustración de Marcela Chávez

Si en Australia central un aborigen se posaba sobre una colina para saludar el amanecer con una vela encendida, era porque tenía la certeza de que, en consecuencia, el Sol ascendería en efecto. Y si bien su preocupación puede parecernos ingenua o absurda, nuestro no menos vehemente apego a costumbres similares nos obliga por lo menos a entenderlo. El mundo está fundado en causa y efecto.

Robert Fraser, Introducción de La rama dorada, de George Frazer

“Hoy decidí explorar mi cagadero interior a través de mis cagadas físicas”, escribe mi amiga Marce en una ilustración que tengo pegada muy cerca de mi baño y de mi cocina. La tengo justo arriba de mi cafetera y la observo cada vez que me acerco a preparar el café. Mientras la veo y comienzo a percibir el gruñido de la cafetera —que se asemeja al de mi interior— pienso que en pocos minutos se me activará el intestino y podré ir al baño (tomar café enciende mi sistema digestivo). El siguiente paso es esperar a que suceda o no, y si sucede ver qué tan complicado resulta y cómo se refleja ahí la forma en la que han transcurrido mis días.

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La forma del viento (selección) – Poemas de Patricia Iniesto

Estos poemas pertenecen a La forma del viento (Premio Internacional Covibar Ciudad de Rivas, 2022), publicado por Ediciones Vitruvio.

Hoy 
estallan 
como un sueño de arena 
luciérnagas bajo mis párpados 
y su sombra amarilla arranca
jirones 
de luz 
cuando se arrastra hasta los acantilados 
líquidos de tus huesos. 
También es mortal cada uno de los fonemas 
de un nombre
que ya solo se completa a través de la 
ausencia. 

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Salir del ensueño: los tiempos imposibles de Jirí Kratochvil

El tren que nos ha sacado de la ruinosa y olvidada Bucarest ha frenado de golpe. Ya hemos recorrido los siempre disputados Cárpatos, las llanuras húngaras, y subimos por las montañas eslovacas hacia el corazón de Europa. Pero ahora, sin previo aviso, tenemos que detenernos. Pregunto a mi acompañante qué ha ocurrido, si sabe algo. Me observa con su cabello cano y una leve sonrisa, parece humedecer sus labios. De pronto brota su voz de sí, no de su boca, más bien de su estómago, y comienza a emerger de su cuerpo hasta quedar flotando sobre él. Las SS van en retirada y han volado las vías que nos conducen a la ciudad de Brno, me comenta, pronto se acabará el tiempo. Estamos en el 30 de abril de 1945, Hitler se ha suicidado y mi acompañante es el escritor checo Jirí Kratochvil, estamos ahora inmersos en su novela Buenas noches, dulces sueños (2012).

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Collage por I. A. Bosco

Sobre lo experimental y experimentar

Collage por I. A. Bosco

Siempre será mejor enfrentarse a los límites de una idea, los cuales se discuten y disputan a través de la práctica social. Tener esto en mente permitirá explorar qué posibilidades artísticas y del pensar se esconden en ella, igualmente ayudará a evitar o al menos lidiar con aquella posición que implica simplemente retirarse hacia las sombras en derrota y resentimiento a tramar venganza o abandonar la labor artística; ello es una posición conservadora e inmadura, la cual el joven creador se verá tentado a tomar. Superarle es una de las tantas pruebas de fuego que hacen o deshacen al artista; del otro lado, se renace vencedor. Generada por la frustración de los límites motivados por la realidad social artística y del pensamiento, esta posición de frustración termina por reforzar aquello que se pretende destruir, en este caso, ideas que restringen el camino del arte. La razón siempre encuentra el camino, así como sabe identificar qué le estorba en el trayecto de manifestarse en pensamiento y arte. El destruir, avanzar y/o reconfigurar una idea es algo mucho más sublime que la idea de la venganza, nuestra labor artística y del pensar pertenece y se desarrolla a plena luz del día, es una labor positiva; ahí es donde nuestro acercamiento experimental a la disciplina de la creación musical vive, al ser ella una combinación de lo ideal y lo material, y de lo ideal a lo material, su fluir, manifestación y desarrollo es arte y crítica en movimiento. 

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Cosmogonía de la luz y del invierno (selección) – Poemas de Patricia Iniesto

Estos poemas forman parte de Cosmogonía de la luz y del invierno (2021), galardonado con el XIII Premio Internacional de poesía La Nunca de Ediciones Oblicuas.

Tropezar en la misma piedra

Busqué la misma piedra, 
la dimensión y la ubicación exacta,
el filo de la arista que aún conserva 
un dolor de herida añeja o el placer
del tropiezo conocido. 
El recuerdo desatiende los caminos 
de esquirla y barro, los ángulos que
sobreviven a la textura afónica 
de la tormenta atravesada en la garganta. 
En la desolación de la raíz habita, 
como un fantasma, la perseverancia insomne 
de la memoria. 

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La venganza de Sodoma – Microrrelato de Roberto Garcés Marrero

Había sido una noche bastante común. Como en todas las discotecas gays hubo varios espectáculos de dragas y bailaron los gogós. Algunos hombres musculosos mostraron sus enormes penes en el escenario. Por supuesto, había sonado música de Cher, Madonna, Rosalía y mucho reguetón. Unos muchachos se besaban, otros miraban con ojos de rapiña a su alrededor, varias parejas discutían por celos. Una luz fucsia caía sobre todos como un caricia de satín.

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Lo que pasa en Las Vegas – Cuento de Génesis García

“Lo que pasa en Las Vegas, se queda en Las Vegas”, reza el viejo adagio. Así lo establecieron los dioses de los shoshones, antiguos habitantes de esas tierras, que delimitaron un cerco sagrado para que todo lo malo quedara encerrado dentro y no pudiera lastimar al pueblo. Funcionó, por muchos años. Los nativos acudían al cerco sagrado una vez al año para dejar ir todo mal pensamiento y toda mala intención, vaciándose de pecados y malas energías para poder continuar con sus vidas tranquilos y felices. Cuando el hombre blanco arribó y tomó posesión de las tierras ancestrales, también se vio beneficiado del cerco. Todo lo que hacían quedaba encerrado en las tierras shoshones y sus más oscuros secretos permanecían ahí, ocultos para siempre.

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Se nos va el tiempo

Fotografía de Sarah Cruz

Vuela el tiempo de corrida, y tras él va nuestra vida.

Refrán popular

El mundo era una materia que habíamos domesticado, un animal tierno y engañoso que nos susurraba que todo lo que imaginábamos, todo lo que los libros habían encendido en nosotros, sería posible.

Leila Guerriero

“Se nos va el tiempo”, me dijo una señora hace unos días. Yo iba de regreso a casa en camión: tres de la tarde, tráfico, hora pico, lluvia y calor al mismo tiempo. Leía el último libro de la saga Dos amigas de Elena Ferrante. La señora se subió un par de paradas después de la mía y luego se sentó a mi lado. Noté de reojo que volteaba de vez en cuando a las páginas del libro. No me molestó. Al contrario: me imaginaba cuál sería su impresión de lo poco que alcanzaba a rescatar con su lectura de soslayo. Por momentos perdía el hilo de los párrafos intentando colocarme en su posición. ¿De qué se imaginará que va el libro? ¿Qué impresión le dará tal o cual frase? Luego regresaba absorta a la historia que me hacía ignorar todo lo que ocurría fuera del camión y fuera de mi asiento. Cuando llegamos al destino, la señora se levantó para salir del camión. Yo iba detrás de ella, con el libro en la mano y mi dedo como separador. A punto de bajar, se da la vuelta, sonríe, dirige ligeramente la mirada hacia el libro y me dice: “se nos va el tiempo, ¿verdad?”.