¿Nos quedan estrellas a las que idolatrar? El año pasado, el director estadounidense Quentin Tarantino acaparó todos los titulares al afirmar que Marvel ha supuesto el fin de la estrella de cine. Dejando a Marvel a un lado, es cierto que los actores actuales tienen poco que ver con los de la edad de oro de Hollywood, regida por el sistema de estrellas: hoy en día, las celebridades hacen lo posible para recordarnos que son uno más de nosotros, con conceptos como “relatability”(capacidad para hacer que otros se sientan identificados con uno mismo) a la orden del día. Las reacciones que desencadena esta actitud son diversas, desde la aceptación e idolatría hasta las críticas.
Categoría: La edad dorada
La edad dorada. Cine, literatura y sociedad. Muchas veces una mirada al pasado nos ayuda a comprender mejor el mundo en el que vivimos.
“No soy como las demás chicas”: ¿hay únicamente misoginia detrás de la “pick me”?
Siempre jugué con los chicos. Nunca me interesaron las niñas y sus juegos. No he tenido una muñeca en toda mi vida. Pero era una buena corredora, podía ganar a la mayoría de chicos y sabía lanzar.
Traducido de una entrevista de la actriz Clara Bow para Photoplay
El estreno de Barbie, dirigida por Greta Gerwig e inspirada en la muñeca más famosa del mundo occidental, está en boca de todos. Con una estrategia de marketing basada en la moda, el maquillaje y, sobre todo, el color rosa, se ha convertido en una competidora digna de Oppenheimer, el tipo de película que uno esperaría acapare las conversaciones cinéfilas. El fenómeno Barbie no puede entenderse aislado, sino que se inscribe en una serie de tendencias de estos últimos años, desde el bimbocore hasta el rosa Valentino de la temporada 2022-2023. Ahora las redes están llenas de chicas que aseguran “ser exactamente iguales que las demás” y que aceptan y reivindican su gusto por aficiones tradicionalmente femeninas. Este nuevo enfoque es la respuesta perfecta al fenómeno “no soy como las demás chicas” de la década de 2010, bautizado por la comunidad afroamericana de Twitter como pick me. ¿En qué consiste este arquetipo? ¿Cuál es su historia? ¿Responde sólo a motivos misóginos?
Del “nice guy” al “simp”: cómo el buen chico nos conquistó (y defraudó)
Le odio por haberse burlado de mí, en tanto que usted lloraba aquí conmigo… y usted… tampoco me hubiera dejado plantada como él lo ha hecho, pues usted ama de veras, mientras que él no me ha amado nunca…
Fyodor Dostoyevsky, Noches blancas
“Nice guys finish last” (“Los chicos buenos terminan los últimos”) dice la expresión. En la vida real, los hombres han estado bombardeados con ideales tóxicos sobre la “verdadera masculinidad” y la necesidad de reprimir sus sentimientos para lograr sus objetivos a todo precio. El cine clásico de Hollywood, por su lado, ha intentado ofrecer un modo de escape con historias donde la justicia poética triunfa y el héroe bondadoso es quien gana. Durante años, el llamado nice guy o buen chico ha sido el protagonista indiscutible de toda comedia romántica, quien consigue a la mujer de sus sueños gracias a la bondad de sus acciones. Hoy en día, sin embargo, este personaje se ve con otros ojos. ¿Es bondad lo que lo motiva? ¿O más bien la creencia de que mostrar el mínimo respeto le da derecho a estar con cualquier mujer?
¿Sueñan los androides con estereotipos de género?
El bot conversacional ChatGPT ha revolucionado las redes. Aunque hace años que la inteligencia artificial está presente en nuestras vidas, por primera vez estamos ante una máquina con capacidad para realizar tareas consideradas exclusivamente humanas hasta hace poco: traducir (eficazmente), redactar artículos, organizar clases, entre otros. Esta nueva generación de robots, que trasciende en muchos casos la dualidad masculino-femenino, plantea un mundo al margen de los estereotipos de género. Sin embargo, al ser producto de la mente humana, alimentado con datos humanos, parece que este futuro queda lejos. ¿Sueñan los androides con estereotipos de género? Un viaje a través de la literatura y el cine nos ofrece algunas respuestas posibles.
Los historiadores dirán que eran amigas
Quien frecuente foros como Reddit o páginas dedicadas a historia o literatura estará familiarizado con el concepto “historians will call them friends”, que se podría traducir como “los historiadores dirán que eran amigos”. Este lema, más allá del humor, pone de manifiesto un problema evidente: la invisibilización y supresión de la homosexualidad a lo largo de la historia, o queer erasure. En el caso de las mujeres, esto convive con la fina línea entre la amistad intensa y el amor romántico, lo cual reserva al lesbianismo un lugar especial. En el cine clásico de Hollywood, esta diferencia nunca ha sido más clara que en los días del Pre-Code, cuando el lesbianismo parecía poder existir en un limbo entre la sutil insinuación y lo que resulta atractivo para la mirada masculina. Las consecuencias de esta dicotomía han llegado hasta nuestros días.
Huyendo de la mirada masculina: ¿qué es siquiera la feminidad?
Si bien sabemos que la moda es cíclica y las tendencias se repiten cada veinte años, últimamente la situación parece haber cambiado. Con la popularidad de redes sociales como TikTok, donde todo es breve, directo e inmediato, las llamadas microtendencias han empezado a ganar terreno. Éstas no duran más de un par de meses, hasta tal punto que es imposible seguirlas todas. El ejemplo más reciente es la estética succubus-chic, caracterizada por mejillas hundidas, muchas veces conseguidas con una bichectomía (buccal fat removal), ojos grandes y separados, cejas apenas definidas y expresión seria. Lo primero que nos puede pasar por la cabeza es que, en vez de aspirar a la feminidad, esta tendencia busca la extrañeza. En su video ensayo La feificación de la mujer moderna (The uglification of modern women), Madisyn Brown dice que las mujeres que abrazan esta estética buscan intencionadamente alejarse de lo considerado femenino y atractivo para huir de la mirada masculina. Ahora bien, para reflexionar sobre este tema debemos preguntarnos primero, ¿qué es siquiera la feminidad?
¿Cuándo normalizaremos a la mujer soltera en el cine?
Merlina (Miércoles en España), una de las creaciones originales de Netflix más vistas, ha dado mucho de qué hablar. Más allá de su vestuario, la actuación de Jenna Ortega o la icónica escena del baile, omnipresente en TikTok, la popularidad de la serie ha dado lugar a conversaciones más profundas sobre el papel de la televisión en el siglo XXI, tales como la diversidad en el reparto, la representación de los personajes negros o el queerbaiting. Uno de los temas que más interés ha despertado es la inclusión de una trama amorosa en la serie, cuando es evidente que las relaciones románticas no despiertan ningún interés en la protagonista. Esto nos lleva a una reflexión aplicable a la ficción en general: ¿cuándo será aceptable una mujer protagonista que acabe soltera, no como castigo, sino por libre elección?
Cuando la etnia está en el centro de la polémica: del “blackface” al “colourblind casting”
El pasado septiembre Disney volvió a levantar la polémica. En este caso, la controversia la causaba la nueva adaptación de La sirenita, protagonizada por Halle Bailey, una actriz afroamericana. Los detractores, más allá de una supuesta “inclusión forzada” o “propaganda woke”, criticaban el hecho que el personaje fuera interpretado por una mujer de una etnia diferente a la del cuento o la versión animada. Si bien podemos poner en duda las verdaderas intenciones de la multinacional, decisiones como ésta no deberían venirnos de nuevo. En primer lugar, porque durante los últimos años ha aumentado el número de películas y series con repartos diversos, incluso en detrimento la verosimilitud. En segundo lugar, porque ver a personajes interpretados por actores de otras etnias es el pan de cada día en Hollywood desde su llamada edad dorada; blackface o asian washing son algunos de los términos para describirlo. Parece ser, pues, que lo que determina si se enciende la polémica es quién se pone en la piel de quién y con qué intenciones.
El makeup no makeup o la ilusión de la “belleza natural”
Las redes sociales se han convertido en el medio para compartir todo tipo de contenido: desde moda a estilo de vida, pasando por cine, literatura o música. Uno de los favoritos es, sin duda, la cosmética y los tutoriales de maquillaje, ligados intrínsecamente a la figura de la estrella. Algunas celebridades han nacido precisamente en redes como Instagram, YouTube o TikTok; otras, aunque conocidas por sus papeles en cine o televisión, hacen igualmente uso de ellas para resultarnos más cercanas y darnos la impresión, ni que sea por unos minutos, de que su belleza resulta accesible y replicable desde nuestras casas. Muchas de ellas hablan de “maquillaje natural” o del makeup no makeup (literalmente, “maquillaje no maquillaje”), en aras de una belleza menos artificial, lejos de los excesos de Hollywood. Ahora bien, ¿qué tienen de real estas imágenes?
El arte del escándalo: del cine de explotación a hoy en día
Lightyear, la última película de Disney, acaparó más titulares por haber sido prohibida en catorce países a causa de un beso entre dos mujeres que por su guion. Algo parecido ocurrió con Titane, la ganadora de la Palma de Oro en 2021, definida como “una fiesta de sangre [y] sexo” tan “polémica y transgresora” que incluso provocó “desmayos y náusea” en su proyección. Otro estreno polémico fue el del remake de Suspiria de Luca Guadagnino, en el cual se dice que algunos asistentes incluso abandonaron la sala. Tales reacciones, premeditadas o no, aseguran que se hable sobre las películas en cuestión sin gastar apenas dinero en campañas promocionales. No debe extrañarnos, pues, que desde los inicios del cine varios cineastas independientes hayan recurrido a esta estrategia, la de generar escándalo, para lograr competir con las grandes productoras. ¿Ha cambiado lo que nos escandaliza desde las primeras películas? ¿O quizás demuestran casos como el de Lightyear que no hemos avanzado tanto?