Categoría: Artes visuales

Crítica sobre expresiones visuales de los siglos XX y XXI.

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Amigas que parecen disfrazadas, pero así se visten en realidad

Hace dos semanas me encontraba en un lugar poco común. Se trataba de un pequeño espacio, parecido a un puesto de feria antigua, montado con telas satinadas de color morado. El aspecto teatral, circense y carnavalesco (las tres cosas al mismo tiempo) se construía también por las pelucas desperdigadas por el pequeño pedazo de suelo que enmarcaba el tenderete, así como por los disfraces que mi amiga y yo portábamos decorosamente. Cubiertas de telas de varios colores y texturas, Ximena y yo nos sentamos en el piso, dentro de lo que denominamos como “la casita morada”, sujetando nuestras rodillas entre nuestros brazos como dos huevitos Kinder. Estábamos, nosotras y la casita, en el cacho del tercer piso del Museo de Arte Carrillo Gil que, como parte del programa Tiempo compartido, se encuentra ocupado por el colectivo de artistas @kasheyshirotta.

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Sobre coleccionar y crear

Casi todas las definiciones enciclopédicas de «colección» coinciden en resaltar para dicho concepto una serie de elementos comunes que la diferencian de una acumulación indiscriminada de cosas. En esta práctica se dan cita el instinto de posesión y la afirmación de lo propio frente al mundo exterior, que devienen en una propensión a acumular muy diversos objetos.

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Psicoanálisis plástico – Fotografías de Víctor H. Orduña «Shamir»

“La existencia como fatalidad”
El ser forcejea ante un cúmulo de dicotomías habituales
que le presentan la vida como un hecho angustiante.

Esta es una serie fotográfica que se concibe como una secuencia lineal en el tiempo: es una brevísima narración segmentada en tres episodios en donde un objeto antropomórfico inerte evoca sensaciones humanas a través de sus gestualidades plásticas. Es también un cuestionamiento filosófico acerca de la carga emocional que contienen los objetos inanimados y un ejercicio que nos induce a reflexionar el estado onírico subconsciente y ficticio de las cosas, correlacionándolo con las mismas disyuntivas humanas.

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«Milimétrica»: Otro aparato sensible

Quiero el profundo desorden orgánico que sin embargo deja presentir un orden subyacente.

Clarice Lispector

Para concebir un hito transformador en nuestras vidas, éste debe plasmarse de alguna manera que nos permita percibirlo fuera de nosotrxs. El cambio, pues, no es tanto un momento en particular, sino un proceso de presentación y representación constante. A través de este desarrollo interpretativo sí vivimos la transformación como acontecimiento en el cuerpo, pero también la advertimos, la palpamos y la conocemos en el mundo.

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Ana Gallardo: Una “Escuela de envejecer”, soñar y aprender a vivir

A lo largo de su trayectoria, Ana Gallardo (Rosario, Argentina, 1958) ha reflexionado continuamente sobre la violencia, particularmente la de género. A partir de su trabajo con escultura, instalación, dibujo y performance, ha abordado la articulación del poder que se ejerce sobre los cuerpos feminizados mediante prácticas y dispositivos diversos, muchas veces también cotidianos. En conferencias y entrevistas, la artista cuenta que, llegada cierta edad, comenzó a experimentar en carne propia una vulnerabilidad que hasta entonces le había sido ajena, tanto en lo personal como en lo artístico: la vejez. Al tomar consciencia de los cambios físicos y emocionales que atravesaba, así como de la, igualmente violenta, invisibilidad y marginación con que su paulatina ancianidad parecía recubrirla, se volvió necesario el crear desde y sobre esas nuevas preocupaciones.

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Sobre arte, limpieza y amistad

A veces vivir duele, pero una quiere seguir viviendo tal vez por curiosidad y esperanza de que todo cambie.

Carmen Serratos Chaverría

El sábado N pasó por mí al medio día. Mientras la esperaba le compré un ramo de flores secas de esas en tonos púrpuras y violetas que no necesitan agua y por meses se mantienen firmes sin la necesidad de muchos cuidados. En el camino nos compartimos buenas y malas noticias mientras escuchábamos pop de los 2000s e intentábamos seguir el navegador para no perdernos. Ya en la colonia Escandón buscamos dónde estacionar el coche de N, el cual es pequeñito, pero no lo suficiente como para que la estacionada deje de significar una preocupación. Caminamos unas cuadras y llegamos a Salón Silicón, galería que se dedica a promover el trabajo de artistas mujeres, cuirs y/o miembrxs de la comunidad LGBTI+. Era el último día de la primera exposición individual de Carmen Serratos Chavarría (@cejas_del_mal_) «Un día me despertó mi llanto y otro mi risa», a la cual tanto N como yo le traíamos muchas ganas.

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Convocatoria – Vejez: Convivencia entre pasado, presente y futuro

El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza.

André Maurois

El paso del tiempo deja su huella en cada centímetro de la piel. El ser humano nace, madura y envejece irremediablemente. El andar de los años conlleva experiencia y sabiduría, pero también una constante pugna entre el pasado que conocimos y el futuro que nos depara. Enfrentar la vejez implica encarar el cambio y la ruptura. ¿De qué manera afrontamos cotidianamente el paso del tiempo? ¿Cómo convivimos con la vejez? ¿Cuál es la relación que guardamos con el deterioro de nuestros propios cuerpos? ¿Cómo nos situamos entre el pasado y el presente?

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«Cartas a las madres», un homenaje a las madres de desaparecidas y víctimas de feminicidio en México

Portada por Producciones y Milagros Agrupación Feminista

En 1987, el colectivo de arte feminista Polvo de Gallina Negra, conformado por Mónica Mayer y Maris Bustamante, convocó al concurso Carta a mi madre, como parte del macroproyecto ¡Madres! El certamen tenía como finalidad generar un espacio de reflexión y expresión en torno a la figura materna. Los productos que llegaron fueron diversos y conjuntaban dolor, cariño, reproches y agradecimientos por igual, lo que develaba que la experiencia de la maternidad, y también del ser hijx, es compleja. Tomando como punto de partida esta obra, la artista Mónica Mayer, el Laboratorio Curatorial Feminista (LCF), el Centro Cultural Universitario Tlatelolco (CCUT) y la Cátedra Rosario Castellanos de Arte y Género, llamaron nuevamente a la escritura epistolar, esta vez dirigida a las madres cuyas hijas fueron desaparecidas o víctimas de feminicidio. Los textos finalistas han sido publicados en el libro Cartas a las madres, que continúa con el propósito de pensar en las implicaciones y problemáticas del ser madre en México, ahora desde la dolorosa realidad de “este país que es un charco de sangre”, como lo describe Diana J. Torres.

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El poder del «ser-entre» de las adolescentes

Feels like I’m caught in the middle
That’s when I realize
I’m not a girl
Not yet a woman

Britney Spears

Quiero aprovechar esta oportunidad para dejar por escrito que debo actualizar la descripción de mi columna «Morarte», misma que contiene al texto que nos encontramos leyendo ahora. En un principio, este repositorio de escritos estaba pensado para reflexionar sobre distintos espacios de la Ciudad de México que median entre el arte y los públicos que lo experimentan. Aquellos sitios donde el arte mora, del verbo morar (de ahí el título), y a través de los cuales se producen encuentros entre sujetos y prácticas artísticas, generando… cosas. Desde que empezó la pandemia, la columna se ha visto forzada a ampliarse, estirarse y desentumirse, explorando distintas maneras en las que el arte puede habitar, ser habitado y, esperemos, ser habitable. Libros de artista, fotolibros, exposiciones virtuales, exposiciones pasadas, muestras de otros países, meros choros, la artisticidad en lo cotidiano, han sido objeto de lo que aquí se escribe. Considero que «Morarte» está pasando un proceso de transformación hacia todavía no sé qué, pero por el momento, esta traslación me es conveniente.

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Las imágenes importan: Lo que (vi)vimos el 8M

Imagen por Sofía Probert

La protesta del 16 de agosto de 2019 en la Ciudad de México tuvo como consecuencia una imagen poderosa. Polémica, incómoda y liberadora, la Victoria alada policromada e intervenida por las manos de decenas de mujeres apuntaba ya la alteración de la imagen urbana como eficaz demostración de un Estado fallido. Aquella imagen recorrió las pantallas del país y pienso, por las acaloradas discusiones generadas en torno a ella, que dislocaba ferozmente la noción de control gubernamental y los imaginarios de la mujer sumisa, callada y obediente.

Este año, de cara a las manifestaciones organizadas a propósito del Día Internacional de la Mujer, los edificios y monumentos de la capital mexicana fueron blindados con largas filas de vallas metálicas para impedir su intervención por colectivas feministas. El mensaje era claro, siempre lo ha sido: el orden establecido no se toca. Aquellos muros legitiman y representan a un poder intrínsecamente ligado al patriarcado que no puede permitirse nuevamente la vulneración de su imagen —sostenida y encarnada, en parte, por la impecabilidad de los monumentos y la fortaleza física y simbólica de sus instituciones—. En la muestra de “protección” de aquellos espacios se juega la imagen misma del Estado como agente de dominio.