Ícaro
El cielo es un pájaro
que cae
en la espuma de las ramas;
aletea descuidado,
salpica su adolescencia
como azúcar en los frutos.
Reseñas y recomendaciones de libros, reflexiones alrededor de un autor y su obra, lanzamientos de libros.
El cielo es un pájaro
que cae
en la espuma de las ramas;
aletea descuidado,
salpica su adolescencia
como azúcar en los frutos.
Roza mi rostro
el viento de febrero,
caminante de un tiempo
en la vereda de la vida,
he aprendido a oír
los murmullos del bosque,
y en secreto, a sus habitantes
al pájaro, corazón y alma
al ciervo, esquivo del traidor
y al zorro, tras otros secretos.
No es mío el jardín de la Tierra,
sólo nos ha sido prestado
para venerarlo, los custodios
de su inmensidad; así una flecha
dirige a la rosa de los vientos.
En un dialogo con su espejo,
dan los reflejos de paisajes
donde aire y agua convergen,
tempestades de grises efluvios
en las alturas, justo nace el Sol.
Flor de la campiña,
silvestre arcoíris en tapiz,
escucho su quietud
al mecer del viento,
espíritu atado a la tierra,
late con el pulso de la vida;
abejas y colibríes alrededor
tras su elixir llevan la semilla
del polen en un viaje indómito
al Sur, en el confín de su retrato.
Las últimas ninfas flotan
junto a la orilla del rio
Ellas miran al cielo
y comienzan a cantar
Para Liz
Un día el tiempo nos hace un resumen
donde regresa aquel recuerdo
que se fue, pero alguien pide que lo exhumen.
‘En Costa Rica no pasa nada
Carlos Cortés
desde el Big Bang’, me dijiste.
Dicen que eres la Suiza centroamericana,
cuya paz es tu segundo nombre
y resplandor.
Duele ver que has perdido tu color y valor,
al sonar las campanas al ritmo de las balas y la corrupción.
La esfera de la muerte se hincha con cada respiración
y somos jóvenes todavía
aquello
no me preocupa al estar contigo
ya
no quiero saber nada del mundo
estoy muriendo
tomando tu mano
Yo las vi, pero no debí haberlas visto, porque ese día no debía estar allí, pero allí estuve, y yo vi lo que pasó, que no fue todo lo que dijeron que pasó, ni debió pasar como pasó, pero sí pasó.
Parte I: Brown blur y el sudor temible
Como toda pareja estable, llega un momento ineludible durante una relación: la tarde que se destina estrictamente a ver álbumes familiares. Hay algo de ritual y enternecedor en el hecho de ver fotos de la persona que amas en las distintas etapas de su vida, en el develamiento a veces pudoroso de historias jamás contadas, no por falta de confianza, sino por no tener presentes ciertas memorias; memorias que, sólo a través de las imágenes, pueden ser detonadas.
Soy un pequeño cielo tras la ventana del cuarto.
Un cielo azul para mis huesos. Los árboles viven
días sin palmas. Sujeta el cabello
de mi casa, la muerte. Ese sentido me
nació enraizado como piel
al rostro.
Su himno de tierra, bajo la planta,
conduce el aire palabras
hacia el sol.
Como un slasher de los ochenta, una jaqueca, un crimen, o una enfermedad mental, aparece Canción de amor y nota roja (2021), escrito por Arturo J. Flores y publicado por editorial Lectio. El libro, compuesto por diez cuentos totalmente redondos, es un esfuerzo por cristalizar en la ficción realidades que se deshojan, mienten y sangran. Una realidad se plasma en la portada y hace referencia al primer cuento: “El cíclope de la Roma”, que comienza como una persecución y termina en una elucubración creativa cuyas implicaciones narrativas se extienden por las páginas paralelamente a la sangre en la escena del crimen.