La crudeza de la(s) realidad(es): “Canción de amor y nota roja”, de Arturo J. Flores

Como un slasher de los ochenta, una jaqueca, un crimen, o una enfermedad mental, aparece Canción de amor y nota roja (2021), escrito por Arturo J. Flores y publicado por editorial Lectio. El libro, compuesto por diez cuentos totalmente redondos, es un esfuerzo por cristalizar en la ficción realidades que se deshojan, mienten y sangran. Una realidad se plasma en la portada y hace referencia al primer cuento: “El cíclope de la Roma”, que comienza como una persecución y termina en una elucubración creativa cuyas implicaciones narrativas se extienden por las páginas paralelamente a la sangre en la escena del crimen.

Desde su perspectiva, Arturo J. Flores mira los fenómenos con el lente de la ficción, pero sin ignorar la intransigencia de la realidad. Leer los cuentos contenidos en Canción de amor y nota roja es una experiencia por poco hitchcockiana: el asesino misterioso entra al cuarto de baño, se acerca lentamente, hace a un lado la cortina mientras la víctima cierra los ojos para el champú y, cuando por fin blande el cuchillo, la víctima nota que sólo es un espejo. En todos los cuentos hay un presagio sobre una violencia cruda, polémica y desmedida, pero cuando llegamos al clímax, resalta la sutileza casi paródica con la que el autor procura entender la realidad desbordada.

En el mundo propuesto en el libro, lo considerado como real también puede verse afectado voluntariamente por el ejercicio narrativo; así, un ente superior, perteneciente a quién sabe qué plano, recorre las páginas y modifica la historia, convirtiéndola en una metaficción. En “Jaqueca”, el sexto cuento, un supuesto esquizofrénico intenta tolerar el mundo dentro de su mente mientras descubre su aparente omnisciencia y omnipotencia. En “Knock Out”, un ingenuo boxeador intenta celebrar su más reciente victoria con una mujer con demasiada información sobre su vida como para ser inocente. La realidad, como se averigua, no se excede sólo porque sí.

“El país olvidado” cuenta la historia de un terrible dictador con perdida de memoria que se plantea continuar o no con un gobierno cuyas ideas ya no lo representan. Aquí la realidad como la conocíamos se desmorona y clama por recomponerse a cualquier costo. Los giros en la trama son el precio a pagar por reconstruir el desquebrajado fenómeno que sobreviene en los relatos. Ante ese mundo extraño y agrietado, planteado a manera de what if, los personajes no se matizan y son oscuridades encarnadas, por eso la sangre, la violencia, el terror y el crimen aparecen crudos, fibrosos, rojizos, malolientes, pero sobre todo ficticios.

En esta obra toman vitalidad algunas ideas de Stephen King, Ray Bradbury, Henry Kuttner, Chuck Palanhiuk, Liliana Blum y Oswaldo Lamborghini, pues el autor se atreve a explorar las posibilidades en sucesos oscuros y surrealistas. Cuando comienza “La boca en el muro”, cuento muy vigente, una extraña enfermedad afecta el rostro de las personas mientras en una pared de la habitación de Shinji aparece una gran boca parlante y viva.

Un aire cinematográfico sopla en toda la obra y eso la hace un producto sumamente visual y concreto. La acción no para. En el cuento que le da título a la obra, se narra la historia de Lucero, quien nunca vio una película de terror, y Ramiro, alcohólico empedernido con un secreto, cuyas vidas se ven asaltadas por lugares comunes visitados en las películas de terror y, sin embargo, terminan en una tragedia completamente ajena a cualquier cliché. El autor toma abruptamente el status quo y lo devuelve desaliñado, pero con pincitas. El input es la realidad y el output es la hiperrealidad.

Entre algunos cuentos se entrevén temas polémicos que no dejan de ser visitados desde la masculinidad del autor, pero encierran en su interior una resolución luminosa sobre las intenciones que tiene el libro. Los textos tienen todo para desatar una discusión sobre sus temas. Hacia el final, en los relatos se esfuma la línea que divide a las víctimas de los victimarios, pero quizá eso sólo ocurre en la misma medida en la que se puede separar al autor de su obra. Este no es un libro con propuesta política ni con una posición clara sobre lo acontecido; en cambio, Canción de amor y nota roja es un testimonio ficcional que habla con la crudeza del mundo real e imagina la crudeza del mundo imaginado.

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