Categoría: Creación

Expresiones artísticas de distinto tipo, ya sea de tipo visual o literario, como cuento, poesía o ensayo.

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Los Narutos de Schalper – Ensayo de Steff Cárdenas

A propósito de mis casi treinta años, el otro día mientras veía el catálogo del sistema de streaming me di cuenta que últimamente se ha apostado mucho por la animación japonesa, lo cual me hace sinceramente feliz. Fui de la generación que creció viendo Caballeros del Zodiaco, Súper Campeones y La Visión de Escaflowne, sólo por un canal, y si alternabas a la competencia daban Ranma ½, Dragón Ball y Pokemón. Allá por los 90 las televisoras tenían una inclinación por el entretenimiento asiático y era el paraíso, aunque —a riesgo a que me escuche igual que mis tíos de mayor edad— ya nada es como antes. Sin embargo, por aquellos años, recuerdo muy nítidamente cómo las amistades de mi mamá (y algunos familiares) trataban de convencerla de que Pikachu era el diablo disfrazado de amarillo, que Ranma ½ me haría homosexual (nada tuvo que ver) y que las letras de los opening de Inuyasha —que me sabía en español y japonés— eran una forma de adorar a Satán; todo esto desembocó en una cacería de brujas en mi propia casa. Todos mis pokemones (los 150 originales) desaparecieron, mis tres decks originales de Yu-Gi-Oh! (incluyendo el de Kaiba y la rarísima —en realidad era bastante común, pero en la serie mencionaban que sólo había tres en todo el mundo— carta de Dragón blanco de ojos azules) y mi beyblade de Kai Hiwatari (con todo bestia bit) tuvieron la misma suerte. Hubo drama, llanto y enojos, me castigaron por desafiar a la autoridad, y terminé por desarrollar un hábito de ahorro para comprar mis cosas.

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«Creo en los aviones»: Una novela de Josemaría Camacho

He notado que en los últimos años me cuesta mucho trabajo terminar de leer un libro de narrativa actual. Me obligo a pasar sus páginas como quien en una peregrinación arrastra sus rodillas para expiar culpas, sangro, hago acopio de toda mi fuerza de voluntad, sufro hasta llegar a la meta. En varias ocasiones simplemente no he podido más y he tenido que optar por el abandono. Por eso me emociono mucho al encontrar un libro que me devuelve mi felicidad de lectora ingenua, ésa que no piensa en otras cosas más que en el placer de leer. Libros que llevo conmigo a todas partes de la casa. Leo un párrafo mientras deshebro pollo, leo unas páginas mientras hierve el agua, cancelo citas para seguir pasando con avidez mis ojos por sus líneas impresas. Eso me pasó con Después de matar al oso pardo (2021) de Josemaría Camacho.

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Las narrativas de la lengua, el espacio y la sexualidad en «Exciting Times» de Naoise Dolan – Reseña de Mariana Riestra

Cuando entré a estudiar Literatura inglesa hace casi cuatro años, era una carátula de la persona que soy hoy: leía primordialmente literatura clásica escrita por varones blancos, creía que había una manera correcta de hablar y escribir en inglés, y que existía una forma aceptable de amar. A mis entonces diecinueve años, esperaba que la facultad fuera un lugar donde conociera a más gente como yo, pero cuando lo hice, no me gustó lo que encontré. El reflejo me hizo darme cuenta de que mi perspectiva estaba nublada y basada en estereotipos y que mucho de ello respondía a la clase de persona que creía debía ser. En ese sentido, la Universidad y las personas a quienes tuve el gusto o la tortura de conocer durante estos años me llevaron a formar lo que hoy me define e identifica.

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Memorias de Latinoamérica – Poema de Kimbely Huertas

Vinieron. Ellos tenían la Biblia y nosotros teníamos la tierra. Y nos dijeron: ‘Cierren los ojos y recen’. Y cuando abrimos los ojos, ellos tenían la tierra y nosotros teníamos la Biblia.

Eduardo Galeano

En esta tierra, yacen los espejos rotos
y las lágrimas
de mis antepasados,
crucificados bajo los escupitajos
de los hombres
de fe en Colón.