Preludio
Donde el mar duerme,
la carne tañe su laúd
y arde como ave ciega
en busca de un roce
que consiga destruir el cielo.
Allí,
en su desnudez,
el agua propaga
el himno de las Pléyades.
Donde el mar duerme,
la carne tañe su laúd
y arde como ave ciega
en busca de un roce
que consiga destruir el cielo.
Allí,
en su desnudez,
el agua propaga
el himno de las Pléyades.
El pequeño cajón que destinaste para mí era muy cómodo, en principio. Sin embargo, veía a diario todo el espacio en esa mansión: cada uno de los hermosos salones, con esos enormes ventanales; los corredores alfombrados y luminosos; las habitaciones con cojines y candelabros; el amplísimo vestíbulo por el que un día entré; el comedor donde probé y conocí aquellos exóticos platillos que, para mi sorpresa, terminé disfrutando. Recordaba los extensos jardines de alrededor, tan hermosos y apantallantes, en los que disfrutaba correr. Pero, en ese momento, ya sólo podía mirarlo todo a través de una rendija, ya fuera de la oscura madera que me encerraba, o la de la memoria de mis primeros tiempos en esa mansión.
¡Cojone! Corre, pon la linterna del móvil, que alumbre el cuarto de la niña, tú sabes que se despierta enseguida cuando se ve a oscuras…
¿Y… qué hora es, eh…? Mira esto, chico, el arroz blanco que lo acabo de montar en la olla arrocera… ¿Qué tú crees, pongo la cazuela en el fogón de gas? ¿No se romperá por eso…? Oye, ya se despertó la niña. Claro, si hace tremendo calor. Anda, cógela a ver si yo logro terminar la comida. ¿Niño, y qué hago de plato fuerte?
Esa mañana, como todos los días, Joaquín se levantó temprano e inmediatamente encendió el tocadiscos. Mientras se escuchaba a bajo volumen el tema “Escalera al cielo” de Led Zeppelin, se metió a la ducha; luego, se vistió apresuradamente, bebió su café de un solo trago, y salió a la calle en dirección a la parada del autobús.
Mara organizó la reunión como si de un festín se tratara: flores para la sala, un gran arreglo con mucho follaje para el comedor, regalos cuidadosamente empacados para cada uno. Destapó el vino antiguo, el de la época de cuando la vida era pasajera. De su bolso sacó un candelabro de plata, tan brillante que podía ver mi rostro reflejado en él, le puso unas velas rojas y las encendió. Todos nos sentamos a la mesa: mis padres, mi hermana Fanny (la solterona), mi hermano Bill junto con ella y yo, Jul, la menor con 96 años, la niña de una familia de humanos naturales aún.
Cuando Joaquín recibió su diagnóstico clínico del Hospital San Jerónimo, pensó que lo más adecuado sería renunciar al trabajo, hacer una reunión con sus familiares y amigos y exprimir sus tarjetas de crédito recorriendo los estados de la República que tanto anhelaba conocer. Pero en lugar de eso, para frenar el desasosiego que tanto lo había atormentado durante casi dos meses, decidió sentarse frente al volante de su auto e inhalar el monóxido de carbono que se introducía a una de las ventanas por medio de un tubo que conectaba al escape.
Porque el corazón me aprieta,
escribo estas líneas
para superar
lo tuyo.
Una taza promete versículos de esperanza
acompañada de verdades que fueron cuentos
al mismo tiempo en que la luna descansa de su jornada por estos pagos
dándole paso al sol
a que manifieste en las personas
el colorido saludo del Buen día.
A veces no sabe tan mal desayunar.
A finales de los setentas del siglo XX comenzó la liberación sexual y el tema del cuerpo femenino tratado por las autoras empezó a asomarse en la poesía mexicana, con mayor o menor fortuna estética, reclamando un territorio como propio. Esta paulatina recuperación de lo corporal se dio de diversas maneras no sólo desde el erotismo, sino también manifestando las preferencias sexuales no heteronormadas, así como expresando la sexualidad desde el empoderamiento. Estas y otras inquietudes convergen en Las cuerpas (2022) de Tania Jaramillo publicado por Malpaís Ediciones.
Es que me olvido que tú vienes
Rubén Olivera, “Visitas”
desde otra muerte a visitar
Que siempre cuidas a tus vivos
Como cuidamos de vos.
Ciudad de Buenos Aires, otoño de 2017
Esa mañana se despertó feliz. Por fin llegó el primer jueves del mes. Se levantó más de prisa que de costumbre. Podría decir que esa mañana no le dolía nada. Caminó con paso firme hasta la cocina a prepararse el desayuno. Encendió la televisión. “Un choque múltiple complica el tránsito en el acceso norte”. Sacó de la alacena el frasco del té en hebras. “El INDEC informó que la inflación del mes llegó al 1,8%”. Puso la pava sobre la hornalla a fuego moderado. “Mañana de cielo despejado, tarde soleada, desmejorando hacia la noche”. Sacó de la heladera una mermelada de higo y la manteca. “Por la tarde el Presidente, junto con su gabinete económico, se reunirá con la delegación del Fondo Monetario Internacional”. La tostadora expulsó sonoramente dos rebanadas de pan negro. “Hallaron en las cercanías de la ruta cinco el cuerpo de la joven Nancy Delgado, desaparecida el viernes en Moreno”. Vertió el agua, a punto de hervir, en la tetera y se dispuso a esperar unos minutos. “Durante el fin de semana se llevará a cabo el desfile de las colectividades en Avenida de Mayo”. Se sirvió el té humeante en una de las tazas de porcelana y comenzó su ritual matutino del desayuno. “A las veintiuna se enfrentarán, en el Nuevo Gasómetro, San Lorenzo de Almagro y Racing Club por un lugar en la Copa Toyota Libertadores”.