Vivimos en un mundo material, y sólo somos capaces
Stefan Zweig
de comprender lo que se ofrece visiblemente a nuestros sentidos.
I
Sus letras
simbolizan la nostalgia
del café de olla
que preparaba la abuela,
la seguridad
del plato de frijoles negros
en la mesa,
la alegría de nuestra madre
al enseñarnos
a freír un huevo en el sartén.
Condimentar la vida se aprende.
Oler el paso del tiempo se hereda.
Capear la tristeza se aprende.
Inventar la lista del yo se hereda.
Nosotros sazonamos los días.
Adobar la voz interior nutre el ser.
La chispa de los rituales aviva
fuego del corazón de toda historia.
*
II
Tenedor y cuchillo en mano;
ensalada de lechuga, pepino y jitomate
al costado de una milanesa;
el salivar de la boca y el hambre a flor
en los negros ojos de Luna;
Sol agazapada en un rincón suplicante,
mirando en total silencio;
afuera llueve y adentro huele a sopa;
el cuchillo acaricia tierno
la crujiente milanesa bajo el tenedor;
así como cortamos carne
también podemos cortar emociones;
un trocito de vida al paladar,
seguido de la frescura verde y roja
de la naturaleza nutriente,
hacen que el estómago sonría mudo;
el calor de la sopa abraza
y trae a la memoria dicha y gratitud;
Luna ladra, también Sol;
el hambre tiene el mismo lenguaje
y el pan que se comparte
adereza el espíritu de cada futuro,
presente y ayer del hogar.
Los rituales son una forma de conocer el mundo;
la magia, flujo universal de comunicación.
*
III
En el interior de la alacena
habita una diversidad enorme
de mágicos héroes ocultos,
por ejemplo: Arroz. Sal.
Pimienta. Atole en polvo.
Sopa de pasta. Azúcar.
Harina. Lentejas. Avena.
Chocolate. Aceite. Té.
Mermelada. Miel…
Y muchos muchos otros
que esperan en frascos y bolsas
salir al rescate de almas
con el estómago gruñente y rabioso.
Para cualquier alimento social
la única forma de sobrevivir
es con el apoyo
y protección de amigos
y familiares.
Siempre habrá algún sustento
que nos ayude
a conservar el cuerpo del espíritu.
La magia es un aspecto práctico
de la imaginación.
*
IV
Para hacer Tripas de gato
se necesita:
½ kilo de jitomate;
¼ de chiles verdes;
½ cebolla;
2 dientes de ajo;
una chispa sal;
½ kilo de manteca
y 1 kilo masa de maíz.
Se tuestan los jitomates,
los chiles verdes, la cebolla,
y los dientes de ajo.
Luego se echan en el molcajete:
primero la cebolla y los dientes de ajo.
Se machacan. Y después
los jitomates y los chiles verdes.
Lista la salsa,
hay que ponerle un chorrito de agua
a la masa y amasarla.
Se hacen bolitas, acto seguido tortillas
un poco gruesas.
Se les unta manteca al gusto.
Se parten en pedazos medianos
y al plato van a dar.
El modo de prepararlas
mamá lo heredó de la abuela,
y ella de su madre;
pensar en las personas
que han formado parte de nuestra vida
nos alimenta, nos energiza;
la magia del lenguaje hace humanos.
*
V
La lengua se cuece a fuego lento
en la olla exprés de la mente;
las emociones se fríen en aceite natural
y se condimentan con mesura;
dijo el abuelo al sentarse a la mesa
después de oír a papá gritando
porque a su sopa de municiones
le faltaba sal
y estaba caliente.
Hubo silencio, un silencio,
sacado del refrigerador;
la voz fría refresca el ánimo.
Magia y ritual desvelan el misterio
de la vida: fe, esperanza y renovación.
*
VI
Las moscas revoloteaban
sobre las conchas de chocolate
y las donas que sobraron
de anoche. Cenamos en familia.
Abrir el refrigerador de la memoria
y sacar recuerdos de leche
para beberlos por la mañana,
o antes de dormir,
a veces sacia el apetito del momento
y a veces indigesta.
Asusté a las moscas nombrándote,
tomé una concha, igual que cuando regresábamos
de meserear en el salón de fiestas
donde aprendiste a hacer ensalada de manzana.
Me senté suspirando, sonriendo,
y le di un trago al vaso de leche que me serví:
olía a canela, a la tarde que caminamos
al Barrio Chino para comer
arroz frito y rollitos primavera.
Olvidé el dolor de estómago
del adiós crudo,
que tuvimos que comernos,
en familia,
después de tu entierro.
Todo ritual debe ser iluminativo
y jamás impuesto; el corazón de la magia
es una mañana de oro
llena de espejos, sueño y memoria.
*
VII
En ocasiones se improvisan guisos,
uno aprende a sobrevivir,
a habitarse, compartiendo sus recetas,
sus ingredientes secretos.
Volvemos a la infancia,
y olvidamos la orfandad mal cuajada,
entre el aroma del café con canela
y el sabor de los bolillos con mantequilla
y azúcar, cuando saboreamos
agradecidos el sabor a cielo del presente.
Los rituales son aquello
que hace que la energía se expanda,
a veces la magia
parte antes de uno ser en el mundo.
Dante Vázquez M. (México, 1980). Elegante imaginante caminante, técnico en poesía y narrador kamikaze, finalista de la modalidad A de la IV Edición del Premio Caperucita feroz de cuentos Ápeiron Ediciones, 2020; finalista del XI Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2019; finalista del IX Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2017; finalista del III Premio Internacional de Poesía Jovellanos, El mejor Poema del Mundo, Ediciones Nobel, 2016; primer lugar en el Concurso Cuentos de Mucho Miedo, Mucho Miedo Mx: Todo sobre Horror, 2015; ganó el VI Certamen Internacional de Poesía Fantástica miNatura 2014. Es autor de Apocalipsis hoy, (H)onda Nómada Ediciones, Colección Pase de Abordar, 2013; y de Casa de muñecas, 2020. Cuentos y poemas suyos han sido publicados en distintas antologías y revistas digitales e impresas.