¿Qué pasa? Ha ocurrido una palabra. Nadie la ha dicho, tampoco ha sido escrita o dibujada, simplemente lo dicho: ha ocurrido.
Alejandro Aura, «Cuentos para leer en los aviones»
Desde su primera frase, Cuentos para leer en los aviones eleva el día a día al plano de lo maravilloso. Su primer relato, «Al sueño perfecto», narra una jornada de trabajo en una tienda de artículos para el sueño. Sin embargo, Alejandro Aura logra aportar a la historia, banal a primera vista, un tono onírico y mágico. Esta sensación de asombro ante lo cotidiano impregna toda la antología. Los personajes añoran constantemente su pasado; anécdotas aparentemente anodinas, pero relatadas con tal belleza que no podemos evitar preguntarnos qué secreto esconden. Tal es el caso de «Sur, María», en el cual el yo narrativo cuenta a su hija un viaje que hicieron por Sudamérica: “A veces, muchos años dan pocas páginas. Otras, un instante da resmas de hojas escritas que ocupan horas en ser leídas.”
Precisamente, el viaje es una constante de la recopilación. Ya sean las andanzas de un padre y su hija por un continente, la gira de un dramaturgo por España, o un encuentro casual en un aeropuerto, los protagonistas buscan constantemente nuevos lugares que descubrir. Aura sabe plasmar a la perfección el espíritu de cada ciudad visitada, así como el impacto que tiene en sus personajes. Especialmente bello es su retrato de Nueva York:
Sí, repeticiones, pon tú, pero aunque cada piso sea igual a los que lo acompañan, el conjunto hace otra cosa, porque a su lado hay otro y otro y enfrente otro y cada uno es distinto y compite y matiza y oscurece y destaca […] un juego de espejos de lo más divertido.
Alejandro Aura, «Cuentos para leer en los aviones»
A veces es inevitable delimitar dónde acaba el yo poético y empieza Aura debido a los paralelismos entre la vida de sus personajes y la del propio autor. Sin embargo, estos detalles no deben desviar nuestra atención de lo verdaderamente importante. Todos los relatos, autobiográficos o no, nos descubren un aspecto nuevo de la vida cotidiana, cada uno con su estilo particular.
Hay paréntesis notables a este costumbrismo reinventado. Este es el caso de «Del singular encuentro que hubieron don Quijote y el Caballero de la Ardiente Mejilla”, loable trabajo de estilo en homenaje al héroe cervantino; o «Colmillos en su cuello» y «Fantasmas», incursiones de Aura en la literatura fantástica. En estos, hace gala de su maestría y demuestra que es capaz de adaptarse a cualquier registro y estilo.
En las demás narraciones, no duda en arriesgar con gran variedad de recursos literarios. Quizá los más llamativos son la personificación de unos muebles durante un fogoso encuentro amoroso, o la reproducción de los pensamientos del protagonista en una única y larguísima frase. Estos mecanismos, en algunos casos más acertados que otros, logran en todo caso sorprender al lector y mantenerlo enganchado al libro, mientras se pregunta qué próxima jugada nos tiene preparada Aura.
En definitiva, la obra hace justicia a su título, y se erige como una compañera de viaje indispensable, no exclusivamente en los aviones, sino también en el transporte público o en los largos trayectos de carretera. Ya sea disfrutada cuento a cuento o como una sola unidad, vale la pena su lectura; sin duda no dejará indiferente a nadie.
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