Raro mundo – Relato de Nitz Lerasmo

Huyes de mí. Ocultas el rostro detrás de un libro para que no te encuentre. Te zafas de mis manos, de mi tiempo. Finges que no me ves y escapas apresurando el paso, dejando detrás de ti migajas que relucen a la luz de la luna. Yo las considero piedras preciosas y las recolecto cuando nadie me ve.

Alguna vez tracé un mapa con mi sangre y pronuncié conjuros para traerte de vuelta, y así poder cartografiar la isla errante que eres. Pero tú te escabulliste de nuevo. Te fugaste y ni siquiera me escupiste una mentira en la cara para justificar tu ausencia. Abandonaste el barco en medio de la tormenta. Te evaporaste. Yo quise asir tu vapor entre mis manos pero no pude. Eludiste mi cuerpo como si fuera una peste. Te diste a la fuga y cambiaste de nombre, de apellido y de patria para que nadie te encontrara.

Huyes de mí. Por ahora.

Digo por ahora porque el mundo es raro y cambiante y lo que sube, baja; y lo que hoy está vivo, mañana morirá; y lo que hoy es bello terminará por fastidiarnos dentro de un siglo. Lo digo porque el que huye se cansará de huir y querrá volver sobre sus pasos y reencontrarse con quien le rindió innumerables ofrendas. 

El mundo es raro y cambia a cada instante, muda de piel y nos descama con esa navaja implacable que llamamos tiempo. Tiempo que corta nuestras vidas en fragmentos irrecuperables, tiempo que es un bálsamo que recubre las cicatrices del alma para que duelan menos pero no para que las olvidemos.

Prófugo arrepentido, querrás volver sobre tus pasos. Pero para ese entonces yo ya habré aprendido el hábil juego. Cuando te decidas a regresar, yo tendré la destreza del desertor y sabré jugar a las escondidillas. Y entonces huiré de ti, ocultaré mi rostro detrás de los libros, me zafaré de tus manos, abandonaré los restos del naufragio. Ni siquiera podrás asir mi vapor porque me daré a la fuga con otro nombre y otro apellido y otro amor. 

Y luego, como el mundo es raro y mudable, quizá algún día también me canse y quiera volver sobre mis pasos. Pero habrán pasado muchos años desde la última vez que te dibujé un mapa y recogí tus migajas pensando que eran gemas. Yo seré muy vieja y, aunque aún te desee, estaré harta de tanta travesía, estaré fatigada de arrastrar mis macilentos pies por caminos que no conducen a ninguna parte. Entonces preferiré irme a morir, tranquilamente, debajo de un almendro en flor que (quizá) tenga tu aroma. 


Autora: Nitz Lerasmo (Ciudad de México, 1994). Estudió la licenciatura en Filosofía en la UNAM. Autora de las plaquettes Instantáneas (Ediciones Awen, 2021) y Miniaturas para una casita de muñecas (La Tinta del Silencio, 2021). Cada mes escribe sobre libros en su columna «Isla errante» de Revista La Coyol.