Palabras y recuerdos || Poemas de Rubén Balseiro

Entre el tic y el tac

Entre el tic y el tac                      del reloj,
hay un silencio.
En él podrían caber todos los gritos,
en él podrían caber todas las penas,
todas las suplicas y todos los reproches.

Entre el tic y el tac                      del reloj,
podrías matar a un hombre,
reconstruir un gesto ya olvidado,
abrazar a un amigo
para decir aquello que jamás has dicho.

Entre el tic y el tac                      del reloj,
podrían suceder todas las cosas,
menos el tiempo,
el tiempo sólo ocurre en el tic o en el tac.

Entre el tic y el tac                       del reloj,
tuviste una esperanza,
pero no lo recuerdas.

*

Geriátrico

Están allí, cansados, con los ojos perdidos.
Están como buscando
      aquello que no encuentran
           de un tiempo que se fue.

*

Se derrumbó un recuerdo

Se derrumbó un recuerdo,
hay escombros y polvo,
hay palabras tachadas,
palabras que no entiendo y otras
sin escribir.
Se derrumbó un recuerdo;
todo recuerdo al fin,
es una casa en ruinas.

*

Niño dormido en un umbral

Desde ese umbral el mundo es más pequeño,
se parece a una cuna donde el frío
arrulla con su aliento y la mañana
viene a golpear los parpados cansados,
anunciando el comienzo de la muerte.

*

Equilibro

A Cynthia

El equilibrio entre los dos
no radica en quedarnos abrazados,
tampoco en el sabor de los recuerdos,
nada tiene que ver con besos y caricias,
ni con la etimología de la palabra amor.
El equilibrio entre los dos,
no existe;
es una absurda búsqueda,
es perdernos en un camino sin salida,
en un abismo de dolor perpetuo.
Nuestro amor,
sólo radica en los desequilibrios,
como el mar que con furia golpea al muelle
o lo besa.

*

La verdad

Nunca creí que dos más dos significaran cuatro;
por qué no dieciséis o veintinueve,
pero el hombre precisa de estas reglas,
necesita paredes y ventanas,
para ver hacia afuera
pero estando encerrado y a resguardo;
necesita candados, cerraduras,
límites que le marquen la distancia,
hasta donde correr y detenerse.
Cuando miro a los pájaros
me refugio en su vuelo sin fronteras,
en su canto vacío de palabras.
Pero nos tocó en suerte ser humanos,
sólo poder volar cuando soñamos.
Nunca creí que dos más dos significaran cuatro.

*

Como los pájaros

De urdir y urdir la trama de los tiempos,
se fue desenredando el laberinto,
y sólo quedó un hilo misterioso,
la libertad del vuelo y la distancia.
¿Este dédalo acaso es menos mágico
que la intrincada red de corredores?

¿Es esta libertad que me rodea
menos tortuosa que el encierro aciago?
Un hombre se contempla en el espejo
y se mira a sí mismo en lo profundo,
es otro el laberinto que persigue.
Quién podrá sospechar en qué momento
lo esperará la zarpa de la muerte
y se echará a volar, como los pájaros.

*

Un pájaro

Hoy se estrelló
en mi ventana un pájaro,
amarronado golpe de tristeza,
dolorido silencio ante mis ojos.
Lo tuve entre mis manos
y sentí su latido,
era tan débil
que la tarde se fue haciendo ceniza,
luego un hilo de sangre
en el lento horizonte
anunció
      la llegada de la noche
                y el pájaro voló
                        quién sabe dónde…

*

Recuerdos

Sólo quedó en la casa,
una carta borrosa y arrugada,
en un cajón de trastos viejos,
junto a una lámpara de sombra,
sobre un pañuelo y unas lagrimas
ya secas por el tiempo.
Estos no son recuerdos,
tan sólo son objetos que te nombran,
que cuentan una historia que se ha ido,
como se van las luces de la tarde
devoradas por la noche quieta,
como se van los sueños de la noche
cuando el alba visita la ventana.
Estos no son recuerdos,
tan sólo son objetos que te nombran,
pero cuando los miro,
tu nombre se pasea por mi boca
dejándome un sabor a fruta fresca.

*

La casa de mi infancia

A mi abuela Inés

En la casa de mi infancia ya no hay puertas,
por ella van y vienen los perros callejeros
y anidan los gorriones sobre cualquier maceta.
No hay ventanas que eviten que los vientos irrumpan,
ni cerraduras grises que anulen algún vuelo.
Los techos son permeables a toda la llovizna
y el otoño ha dejado un tapiz de hojas muertas.

La casa de mi infancia
ya no existe,
es un derrumbe apenas en mi propio recuerdo.
Hace ya mucho tiempo
otros pasos borraron mis pasos buscadores,
otras manos pintaron de gris
todos los sueños.

La casa de mi infancia,
es un viaje secreto,
frágil itinerario que cobija mi mente,
con sueños confundidos entre el niño que fui
y el hombre que angustiado a veces lo recuerda.
En la casa de mi infancia,
una vez,
hace tiempo,
creo que fui feliz.

***

Autor: Rubén Balseiro (Avellaneda, Argentina, 1955). Cursó estudios de Antropología y se dedica a dar charlas de formación en empresas de Argentina y de países de América Latina. Sus primeras publicaciones fueron en el diario “La Prensa”. Fue secretario de la Fundación Argentina para la Poesía y coordinador de varios cafés literarios. Ha publicado diversas obras de poesía y de ensayo: De lugares y Olvidos (Último Reino, 1989) —obra con la que consiguió la Primera Mención el Fondo Nacional de las Artes y la Faja de Honor de ADEA en 1990—, Los Desiertos más íntimos (Último Reino, 1998), Cántaros quebrados (Argos, 2005), Despojos (Ed. Vinciguerra, 2007) —Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores en 2008—, Sueños de Ícaro (Namastei, 2011), Como los pajaros (Ed. La Luna que, 2015), Cuando cae la noche (Ed. Botella al Mar, 2018) —Premio Arturo Cuadrado (Uruguay)—, entre otros.